Puede ser que no la conozcas por su nombre, pero seguro que la viste. La boina de vasco es una de esas plantas que tenía la abuela en el jardín y en el patio.

Una de las características principales son sus brillantes hojas verdes de forma circular acorazonada, las cuales tienen un aspecto similar a las boinas que usan de los vascos (de ahí su nombre vulgar).

De origen japonés, la Farfugium japonicum (su nombre científico) es una herbácea perenne que se utiliza mucho para decorar canteros o para armar cancheros rincones tropicales.
Sin embargo, también se puede cultivar perfectamente en macetas amplias.

Sus deslumbrantes hojas suelen medir entre 20 y 25 centímetros de diámetro (en la variedad ‘Giganteum’ llegan a medir entre 30 y 45 centímetros) por lo que son perfectas para cubrir anchos canteros.

Cómo cuidarla
- Luz y ubicación: prefiere un espacio a la semi sombra y necesita ser protegida del viento seco.
- Temperatura: prefiere las más cálidas y es sensible a las heladas, por lo que se recomienda protegerla.
- Riego: es clave que sea frecuente pero moderado, aumentando la frecuencia en verano. Agradece que la tierra esté siempre húmeda pero nunca encharcada.
- Sustrato: rico en materia orgánica y con un buen drenaje que evite los encharcamientos.
- Fertilizante: si bien no es necesario, se le puede aplicar abono líquido específico para plantas verdes durante los meses más cálidos.
- Plagas: no es una planta propensa a sufrir plagas o enfermedades, pero los caracoles y babosas pueden ser visitantes muy comunes.
