Melissa es brasileña y trabajaba como abogada en una multinacional cuando conoció a Alejandro, un argentino divorciado y padre de mellizas. “No fue difícil dejar todo… porque estaba enamorada”, cuenta. En 2007 se mudó a la Argentina con su hija adolescente y sus perros.
El comienzo fue intenso: adaptación escolar, diferencias culturales y una familia ensamblada que se fue construyendo con paciencia. Se instalaron en Olivos, un barrio que la enamoró desde el primer día, aunque le llevó tiempo sentirlo propio. “Tuvimos que aprender a convivir, a escucharnos y a armar una nueva rutina.”

Empezar de cero después de los 30
Volvió al derecho en un estudio, pero ya no sentía lo mismo. “Se juntaron dos factores: desencanto y poca plata”, recuerda. Y ahí apareció una intuición: el mundo textil, que había formado parte de su infancia en Brasil a través de su abuelo y su padrastro. Algo que creía dormido se despertó en Argentina.
Poner el cuerpo, literalmente
Decidió emprender sin experiencia. Recorrió talleres y proveedores guiada por una red de contactos que, según ella, define al argentino: “Los argentinos son muy solidarios. Te ayudan, te conectan, no te cierran la puerta.”

Los primeros años fueron físicos, duros y formativos: “Recorría Buenos Aires con una valija de 40 kilos llena de tejidos y sueños.” Ese esfuerzo le provocó una lesión en la columna, pero también le dio claridad: cuando ella decide algo, va hasta el final.
Tropiezos, pandemia y un giro inesperado
Con el tiempo logró su primer gran contrato hotelero, pero su sueño era llegar al hogar. Un intento fallido de venta online la obligó a rearmar todo desde cero en su casa. En 2018 abrió un mini showroom en Olivos. Las ventas eran pocas, pero no dejó de insistir.
En marzo de 2020 renovó las fotos, sumó una vendedora y la pandemia hizo el resto: la tienda online explotó. Con la gente en casa y un contenido más cálido, empezó a crecer. Un vivo en Instagram sumó miles de seguidores en horas y el negocio tomó vuelo justo cuando la hotelería se frenaba.

Perder Instagram… y no perderse a sí misma
En 2023 perdió su cuenta con más de 40 mil seguidores por un hackeo. Pensó que todo se caería. Pero las ventas siguieron igual. “Nos seguían comprando como si nunca hubiésemos tenido Instagram”, dice. La comunidad estaba más allá de una red social.

Reinventarse después de los 30: lo que aprendió
Para Melissa, emprender no es libertad absoluta: “Ser tu propio jefe te condena a la reflexión perpetua.” Pero sí le dio algo profundamente valioso: una vida alineada con lo que siente.
Hoy recibe a cada cliente con café, preguntas y tiempo. “La idea no es vender, sino acompañar”, define.
Si pudiera hablarle a la Melissa abogada, le diría algo simple:
“Todo valió la pena. Cada caída, cada duda. Reinventarse después de los 30 es posible… y es hermoso.”
Suscribite al newsletter de Para Ti
Si te interesa recibir el newsletter de Para Ti cada semana en tu mail con las últimas tendencias y todo lo que te interesa, completá los siguientes datos:


