Rochi Sporleder es una mujer luchadora y resiliente que, tras vivir el momento más feliz de su vida con el nacimiento de su hija Juana, tuvo que enfrentar la batalla más dura: pelear por su vida. Una odisea que comenzó en marzo de 2023 y que la mantuvo más de 500 días internada, con más de 50 cirugías, rehabilitación física y cognitiva, y un esfuerzo diario para recuperar lo que la infección le había arrebatado.
Hoy, mucho más recuperada, Rochi se prepara para celebrar este domingo el Día del Niño junto a su pequeña Juana y su esposo Santi Benvenuto. Tras meses de desafíos, heridas cerradas y logros que parecían imposibles, finalmente puede abrazar la rutina familiar, disfrutar de su hija y redescubrir la alegría en los pequeños momentos. Su historia es un testimonio de fuerza, fe y esperanza que inspira a todos los que la conocen.

Una batalla que comenzó tras el parto
El 20 de marzo de 2023, Rochi vivió el día más feliz de su vida con el nacimiento de Juani. Sin embargo, al día siguiente comenzó a sentir fiebre y otros síntomas que fueron empeorando rápidamente: hipotensión, taquicardia, disnea y un dolor intenso. Cuatro días después, fue trasladada a terapia intensiva con un shock séptico severo provocado por la bacteria Streptococo Pyogenes.

“Pasé más de 500 días internada, más de 50 cirugías, semanas de intubación y diálisis. La bacteria atacó gran parte de mi cuerpo, sobre todo piel y partes blandas. Como consecuencia, quedé en silla de ruedas, con una ileostomía y tuve que reaprender tareas cotidianas desde cero. Hoy, gracias a Dios, puedo contar mi historia… y seguir escribiéndola junto a mi hija y Santi, mi marido”, cuenta Rochi a Para Ti.
La recuperación: un camino de esfuerzo y esperanza
El 17 de junio de este año, Rochi se sometió a la cirugía que cerró la última herida que le quedaba abierta, un paso crucial en su recuperación. “Fue la culminación de una historia larguísima que arranca luego del parto de mi hija e incluye más de 500 días de internaciones. La cirugía era compleja e implicó la reconstrucción de parte de mi cola. Por eso tuve que estar boca abajo 57 días, para esperar a que la herida cicatrice y sane. Gracias a Dios, el 4 de agosto me externaron para seguir con la recuperación en casa y el 13 de agosto pude rotar por primera vez y volver a estar boca arriba. El cierre de esa herida fue un gran paso en este camino de recuperación”, relata.

Aunque aún debe permanecer acostada un tiempo más para cuidar las adherencias de la cirugía, Rochi ya piensa en retomar objetivos que había logrado antes, como moverse de la cama a la silla de ruedas o de la silla al auto. “Emocionalmente me llena de entusiasmo. Tener finalmente todas mis heridas cerradas me abre a un mundo de nuevas posibilidades: planificar un viaje en familia, practicar algún deporte, hasta volver a meterme en la pileta. Cada paso que doy me acerca un poco más a esa libertad que tanto espero”, asegura.

Celebrando el Día del Niño junto a Juani
La llegada de Juani se dio en un contexto muy difícil. Santi tuvo que llevar a su hija a casa mientras Rochi luchaba por su vida. Pasaron 15 meses hasta que pudieron estar los tres juntos. Con el alta hospitalaria en julio de 2024, comenzaron un camino de revinculación que todavía continúan.

Para celebrar este domingo, la idea es que ambas familias se reúnan en casa. Juegos, decoración y regalos esperan a Juani y a sus primos. “La verdadera celebración es verla a Juani crecer tan feliz y contenta. Esa alegría nos llena el corazón y nos recuerda que hay motivos para festejar todos los días. Nos tiene completamente muertos de amor”, comparte Rochi.

Fe, resiliencia y aprendizaje de la vida
A lo largo de su recuperación, Rochi encontró en la fe y en el amor de sus vínculos más cercanos un sostén fundamental. “Apoyarme en Dios fue una de las herramientas más grandes que me sostuvieron, tanto a mí como a mis seres queridos. También sentí el apoyo incondicional de mis vínculos: amigos, familia e incluso personas que no conocía. Pero sobre todo, necesitaba sobrevivir por Juani y para poder envejecer junto a Santi. Tener metas claras en los momentos más extremos te ayuda a reunir fuerzas… incluso aquellas que ni sabías que tenías”, explica.
En su experiencia, las claves para superar situaciones límite son mantener la perspectiva, construir y cuidar una red de apoyo, aceptar que el cambio es parte de la vida, capitalizar cada avance y agradecer cada día por lo que se tiene. “Hoy lucho por mis metas, pero con la tranquilidad de saber que mi felicidad no depende de ellas y con la certeza de que, pase lo que pase, tengo la capacidad de ser feliz”, asegura.

Mensaje de vida
Esta mujer bella por dentro y por fuera pero por sobre todas las cosas, luchadora de la vida, afirma que somos más fuertes de lo que creemos. “La vida me puso frente a una situación extrema y descubrí que podía soportar y superar cosas que jamás hubiera imaginado. También aprendí la importancia de cuidar los vínculos: rodéense de personas que los apoyen de verdad y corten con quienes les roban paz o les restan fuerzas. Cuidar cuerpo, mente y espíritu es fundamental. No permitan que les digan que algo es normal si sienten que no lo es. Cuidarse y escucharse es un acto de amor propio… y de supervivencia”, concluye.

Su historia demuestra que la felicidad no es un estado permanente, sino la suma de pequeños momentos: un abrazo, una sonrisa, un instante de paz. Rochi, Juani y Santi hoy disfrutan de esos instantes, y su testimonio inspira a todos a encontrar fuerza, esperanza y amor en medio de las adversidades.
Seguí la historia de Rochi en su cuenta de Instagram RochiSporleder
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