Emprender un negocio no es tarea fácil y es, además, un camino muy solitario. Pero la pandemia ha cambiado la vida profesional de mucha gente, y ya sea porque han perdido su empleo o porque este tiempo de confinamiento les ha servido para la reflexión, muchos se plantean ahora tener un negocio propio.
Si empezar es difícil, sobrevivir es todavía más complejo y delicado. Los datos del Bureau of Labor Statistics (BLS) muestran que aproximadamente el 20% de los nuevos negocios creados en Estados Unidos fracasan durante los dos primeros años de apertura, el 45% durante los primeros cinco años y el 65% durante los primeros diez años.
Solo el 25% de las empresas alcanza los 15 años o más. Lo más sorprendente es la consistencia de estos porcentajes, ya que se mantienen relativamente constantes desde los años 90 del siglo pasado.
La evidencia de estos números hace esencial que los emprendedores intenten hacer las cosas correctamente desde el principio. Lo primero, pero no todo, es definir bien el producto o servicio a ofrecer.
Estas son algunas ideas que pueden ayudar a los que ya han empezado a emprender y a los que están considerando esta opción.
Cuál es el pain, es decir, qué problema no resuelto o necesidad insatisfecha existen en el mercado.
Cuál es el claim, qué ofrece el emprendedor, a través de su producto o servicio, para resolver el problema o necesidad existentes.
Cuál es el gain, qué gana el cliente con este producto o servicio, en qué se diferencia de los que ya ofrecen otras empresas.
Obteniendo las respuestas correctas a estas tres preguntas hay ya un gran tramo del camino recorrido.
Un socio, que pone dinero en la empresa. Puede intervenir o no en la gestión en función de la relación que se establezca: o ser un socio capitalista, que solo pone capital y pide beneficios, o un socio-gestor, que también trabaja en la empresa.
Un asesor o consultor, que es alguien que asesora a la empresa en algún tema concreto. Normalmente solo sabe de una cosa y sugiere lo que se debería hacer para mejorarla: se puede tener un asesor/consultor para diseñar la estrategia, para incrementar las ventas o para implantar un sistema de gestión.
Un mentor, que es un experto en aquello que uno quiere hacer. Es importante encontrar un mentor que pueda acompañar y aconsejar en el proceso de emprender. Los hay que lo hacen de forma altruista.
Un orientador empresarial, que es alguien que acompaña al empresario a tomar consciencia de su situación y a superar sus límites. Puede ayudar a definir el pain, el claim y el gain, a desarrollar habilidades para liderar un equipo, a ser más eficiente, estar más focalizado, etcétera. Su trabajo se remunera.
Distintos estudios (Grant, 2012, 2014; Sonesh et al., 2015) demuestran que los empresarios que tienen mentores y/u orientadores obtienen mejores resultados.
En este punto es clave estudiar muy bien a la competencia. Hay que saber encontrar el factor diferencial, aquello que distingue de la competencia y que añade valor al producto o servicio.