Más sexo (y mejor) en vacaciones: intimidad bajo el sol - Revista Para Ti
 

Más sexo (y mejor) en vacaciones: intimidad bajo el sol

Qué nos pasa con la sexualidad durante las vacaciones, qué podemos hacer para potenciar la intimidad de la pareja. De esto nos habla el médico sexólogo Walter Ghedin.
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Hace unos días leía que para las mujeres, hablar de intimidad, es más fácil que para los hombres. Yo agregaría que también les cabe la defensa del mundo íntimo. Defender la intimidad es patrimonio de la feminidad. Y en las vacaciones se juega una invalorable oportunidad. Son ellas las que pueden plantear las condiciones para irse de vacaciones, la organización del tiempo libre, y por sobre todas las cosas, la distribución de las tareas, de tal manera que no afecten el descanso, el disfrute y el reencuentro con la pareja.

Intimidad en vacaciones
Intimidad en vacaciones
Intimidad en vacaciones

Sabemos que muchos temas se plantean antes de programa vacacional: elegir el lugar, quienes van a ir (sobre todo si hay hijos adolescentes o familias ensambladas), el presupuesto con que se cuenta, etc. Hay parejas que optan por relajarse, cumplen con saber para dónde van a rumbear, y que lo demás sea obra del tiempo y las circunstancias. Otras quieren tener todo organizado, como si la anticipación cronometrada brindara la certeza de unas vacaciones más “relajadas”. En esa búsqueda de organización del tiempo libre se recurre a opciones que terminan siendo contraproducentes, generando ansiedad, discusiones innecesarias y la pérdida de la pretendida intimidad.

El nubarrón de los suegros

A veces nos convencemos que compartir unas vacaciones con los, o algunos de los suegros, podría a ser una buena iniciativa. En algunos casos se cumple, en otros no. El deseo de estar con ellos se basa en algunas ideas: prolongar o recuperar en vacaciones la interacción familiar, “sacarlos” de la vida monótona, ser buenos hijos, que se “ocupan de los padres”, o ser justos y recompensarlos por la ayuda que brindan durante el año, ejemplo: “me cuida los chicos todos los días, cómo no voy a traerla”. Sin embargo, convencernos de la buena acción, o ciertos grados de tolerancia, no son motivos suficientes para llevar a buen puerto nuestros loables propósitos.

Las personas solemos tener nuestros rituales de la vida cotidiana, o una organización de la vida íntima que a veces “choca” cuando se junta con las formas ajenas. Es común escuchar: “no me banco sus manías”, “hace alianza con mi esposo”, “cuando está con la madre, es decir con mi suegra, se vuelve insoportable”, etc. Hay familias que funcionan como verdaderos clanes, en estos casos la intimidad no existe, está en boca de todos: todo se sabe y se comparte. Es común que se veranee en la casa que los suegros construyeron con ese fin, que termina literalmente siendo “el último”, porque el primer objetivo, es mantener el control sobre el sistema familiar.

El nubarrón de los amigos

Veranear en pareja y con amigos es otro tema complicado. Siempre se juega la ilusión de que las vacaciones profundizan la amistad, compartiendo la convivencia, y por qué no, el desafío de llegar a grados superlativos de acuerdo. No por nada solemos decir cuando hacemos un balance de las vacaciones con amigos: “ni un sí, ni un no” o, en el peor de los casos: “fue una muy mala decisión”. Es cierto, las vacaciones pueden exacerbar el vínculo o “tirar abajo” una amistad de años. Ni que hablar cuando existen rencores previos o alguna sospecha, aunque sea remota, de seducción con algún miembro de la otra pareja. Cuando hay dudas, mejor abstenerse.

El nubarrón de los hijos adolescentes

Es posible que con los hijos exista más paciencia, flexibilidad y hasta armonía en el tiempo de vacaciones. Uno de los temas más comunes es que los hijos adolescentes quieran llegar amigos con el fin de pasarla mejor. Está todo bien. La frescura juvenil agrega “chispa”, juego, dinamismo. El tema no son los jóvenes, son los adultos que no saben adaptarse a una nueva energía. Quieren actuar con las mismas pautas de siempre, repitiendo iguales discursos para situaciones que son diferentes. En otros casos, cuando son familias ensambladas, la presencia de los hijos “ajenos” pueden despertar sentimientos hostiles; estar alerta a que el trato sea igualitario, o a cuidados excesivos en pos de ganarse la confianza del joven. Ninguna de estas conductas ayuda a estar relajados y dispuestos a construir paso a paso una relación.

Como decía anteriormente: las mujeres están más capacitadas para resguardar la intimidad, aunque no debería ser una carga, un “peso más” que deben soportar en el período estival. Sólo deben recordarle que al compañero que son una pareja, y que como tal, se merecen un reencuentro. Y que prioridad defender juntos la intimidad.

Fuente: Walter Ghedin, médico sexólogo

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