Que el exterior se vea… verde, inmenso, y todo el tiempo. Y que, a la vista y, literal, a través de espacios de transición, ingresa al interior. Es lo que quería e hizo el diseñador Mario Maspero para su casa familiar en el barrio Los Pingüinos, en la zona oeste de la Provincia de Buenos Aires.
Una losa de hormigón y columnas metálicas, grandes paños de vidrio y un revestimiento de lapacho y pino Brasil, conforman la caja arquitectónica de esta casa de 350 m2, que se resolvió sobre una ex cancha de tenis de un lote del country Pingüinos, en la zona oeste. Diseñada por Mario Máspero (@casaestudiomaspero) tiene un ala central que contiene living, comedor y cocina. Cada rincón de esta casa tiene su historia, con muchos muebles creados o intervenidos por su dueño y piezas vintage, compradas en remates o en anticuarios.
El living acomoda un sofá estilo Chesterfield hecho a pedido del dueño de casa por un tapicero, que se enfrenta a otro de tres cuerpos con funda teñida en color avellanada.
Un sillón escandinavo con almohadones de pana en color amarillo, un banco alargado y otro bajito tallados en madera, completan este sector resuelto en torno al tabique de laja San Juan que contiene la chimena, el leñero y la tevé. La gran biblioteca repleta de libros, revistas y objetos de diseño apoya sobre uno de los muros vidriados.
Al otro lado del tabique de laja San Juan, un vajillero de madera pintado en color visón actúa como complemento del comedor. Lo secunda un original botinero metálico devenido en grilla para colgar tazas, y un estante flotante con lámparas industriales de brazo móvil. El gran mesón de pinotea recuperada de una demolición y tapa de mármol de Carrara recibe unas sillas intervenidas por Mario, el dueño de casa.
Los muebles de la cocina están hechos con las maderas puestas en valor que Mario consiguió en una estación de servicio en ruinas. La isla central de doble ancho (toda en madera) incorpora a la cocina de estilo industrial sobre la que cuelga una campana metálica tubular sin motor. Dato al pie: grandes cocineros, como Donato de Santis, Juliana López May y Maru Botana, entre otros) la han usado como base para grabar allí sus programas o publicidades gourmet.
Aquí el piso (como en casi toda la casa) es de tirantes de pinotea que fueron rebanados para lograr el espesor indicado. “Fue la manera que encontramos de obtener tablones con ese ancho, como yo quería”, explica Mario. El espacio, totalmente vidriado, se abre por completo hacia la galería que actúa como comedor de exteriores y zona de parfotosrilla.
La casa tiene una disposición en forma de “T” con el módulo vidriado como centro neurálgico y un ala transversal para los dormitorios. Uno de esos lados lo ocupa por completo el dormitorio principal con su vestidor y baño. Este cuarto tiene dos paredes vidriadas que lo sumergen por completo en la naturaleza y una tercera -la cabera de la cama- en la que se introdujo la vegetación a través de un mural realizado con una foto de un bosque en Villa Pehuenia tomada durante unas vacaciones familiares.
Un escritorio de cara al verde se suma al espacio, que se comunica en directo con un patio interno y privado donde Mario suele desayunar. La cama, como gran parte de los muebles, fue hecha por Mario, quien en sus momentos de inspiración se sienta en el tablero de dibujo que compró en una casa de antigüedades de Rosario para proyectar su próximo invento.
En el baño de la suite, una sencilla mesa de madera oficia de vanitory para una bacha de apoyo. Las paredes llevan azulejos subway blancos y el espejo está enmarcado con pinotea reciclada trabajada por ebanistas. Por lo alto, un paño fijo de vidrio recorta otra porción del verde exterior. La bañadera es un estanque de hormigón forrado exteriormente en lapacho, con enormes ventanas hacia el jardín.
“Es como bañarse en el medio de la selva”, dice el dueño de casa, y festeja que unas ramas de hiedra se hayan colado en el interior del espacio. El vestidor de la suite principal contempla una zona de guardado con puertas de celosías antiguas recicladas, un viejo exhibidor de tienda y una cómoda de madera de estilo.
Esta caja de cristal y madera que Mario usa como su estudio, es uno de los últimos proyectos llevados adelante en su casa. Son 32 m2 y además de escritorio y área de relax tiene cocina completa, baño y ducha: un espacio ideal (y completo) donde aislarse.
“Es mi espacio de trabajo y un lugar de reunión para los chicos y sus amigos”, cuenta Mario, quien documentó en su Instagram (@casaestudiomaspero), el paso a paso del armado de este refugio. Un camastro, una mesa de trabajo y una estantería de madera que incorpora el sector de la cocina le dan la categoría de un loft privado.
Hacia uno de los extremos de la casa se abre un living exterior repleto de plantas, entre ellas un cactus de más de 5 metros de altura que fue plantado por el dueño de casa, al igual que la gran mayoría de las especies que conforman esta selva ecléctica. Unos BKF de lona y una mesita baja de diseño complementan este jardín de sueños.
El sector de galería que recorre el área social de la casa es un deck elevado repleto de plantas. Para extender su uso en cualquier clima y momento del año, se optó por hacerle un reparo mediante una pérgola en voladizo que se sustenta desde la losa y no tiene columnas ni tirantes a la vista. El próximo paso es sumarle a este espacio una chimenea exterior pintada de un verde oliva que se mimetice con el frondoso jardín.
Producción: Mariana Soulages.
Fotos: Diego García.
