“Me gusta que cada imagen cuente una historia. Busco que mis fotos generen emociones”, afirma Magali Polverino especialista en still life y creadora de Estudio Poster.
La clave de su nombre es la palabra “still” que en inglés significa “en una pausa”, y se refiere al retrato de objetos quietos.

Paradójicamente, a esta modalidad pictórica que le dio vida a objetos de la vida cotidiana, como frutas, vegetales, pescados, lácteos y bebidas, copas y jarrones, e incluso flores, se lo llamó “naturaleza muerta”.
Hoy el concepto “still life” -o el arte de pintar alimentos- se identifica también con fotografías de frutas, dulces y comidas exhibidos en composiciones aesthetic, que cuentan una historia y despiertan a los sentidos y las emociones.
Cómo decorar con imágenes de frutas, comidas y “naturalezas vivas”

Es gratificación garantizada y es tendencia deco que contiene además un mensaje, simbolismo e historias.
“Se devoran con los ojos”, en palabras de Magali Polverino, fotógrafa especializada en still life y gastronomía y creadora de Estudio Poster (@estudioposter).

“Es un género fotográfico utilizado para la representación de temas inanimados, normalmente un pequeño grupo de objetos Es la aplicación de la fotografía al estilo artístico del bodegón”.

“No hay objetos ni contexto. Solo comida. Inspirándome en las pinturas clásicas, armo composiciones que suelen girar alrededor de la comida y el disfrute. La mayor diferencia con las pinturas es la presencia de un tiempo más contemporáneo, desde la luz y también desde los objetos que muestro”.
Hay antecedentes de imágenes still life en pinturas funerarias egipcias, en Grecia y Roma, así como durante la Edad Media y mucho más en el Renacimiento.
Pero a la cátedra del still life la dieron, definitivamente, los bodegones post-impresionistas de Paul Cézanne y Vincent Van Gogh. El pintor español Francisco de Zurbarán, creador del bodegón con “Cidras, naranjas y rosa”, es otro artista símbolo del still life.
Además de las imágenes de still life, Magali Polverino transformó en hitazo sus fotografías fantásticas de galletitas, empanadas y facturas argentinas, de pastas y postres.
En sus fotografías, los alimentos se combinan tanto con accesorios de cocina como con otros objetos de la vida cotidiana -un lápiz, un teclado, una credencial, un paquete de chicles- y elementos y objetos inanimados pero cargados de símbolismo, como una vieja fotografía, el sobre de una carta, o la foto de un perro feliz.
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