A veces me siento culpable por bajar a tierra en pocos minutos los sueños que algunas emprendedoras “tejieron” durante mucho tiempo. Me imagino que estoy en un parque y, alfiler en mano, comienzo a pinchar sin querer los globos de los niños allí presentes.
Para analizar juntas este tema, les propongo repasar la siguiente experiencia. Adriana había comenzado a hacer unas bandejas tejidas a crochet. Les sacaba unas fotos preciosas, y las ponía en Instagram. La verdad es que su cuenta podía pasar por cualquiera de las grandes marcas de decoración.
Adriana había pensado el nombre, el logo y al ver sus primeros resultados, estaba realmente fascinada. Adriana había hecho un gran esfuerzo calculando sus costos. Incluso había tomado la precaución de incluir en los costos, cosa que no todos hacen, el valor de su hora, y le había asignado un valor de $200.
Cuando las ideas no cierran cuando sacamos cuentas
Feliz, me vino a ver para organizarse, porque entre tejer, sacar las fotos, comprar el hilado y armar el Instagram, no le alcanzaba casi el tiempo, y todo se veía tan pero tan lindo que quería organizarse y crecer. Antes de ayudarla a organizarse, para entender la dimensión de su emprendimiento, le pregunté cuál era su objetivo de ventas. Como no lo sabía, le pregunté cuál era su objetivo de sueldo. Me dijo que su sueldo deseado era $80.000. Le consulté si quería hacer todo ella misma. Me dijo que sí. Le pregunté a cuánto vendía los productos y cuánto tiempo le llevaba cada uno. Precio de venta: $1500, tiempo de fabricación: 7 horas. Es decir que Adriana trabajaba 7 horas x $200 = $1400 y vendía el producto (con hilado incluido) a $1500. Luego hice una simple cuenta: $80.000 de sueldo dividido $200 por hora. Implicaría tejer 400 horas al mes, 100 horas a la semana. Esto es: 20 horas diarias, de lunes a viernes. Y ¿cuándo descansaría, compraría los hilos, sacaría las fotos y publicaría en las redes? Globo pinchado. Proyecto inviable.
Me encuentro con muchísimos de estos proyectos. Ideas que no cierran en lo económico por ningún lado. Vos, ¿permitirías que un chico de 15 años te lleve en auto a Mar del Plata si nunca manejó? ¿Me permitirías operar tu corazón? ¿Tus amígdalas? ¿Por qué será que tantas personas que nunca estudiaron negocios creen que pueden hacer negocios? ¿Será porque lo único que hay en juego es dinero y no la vida?
Para encarar un negocio, primero, es fundamental hacer las cuentas. Y, aun así, si las cuentas funcionan, hay muchas posibilidades de que el negocio no funcione pues las cuentas están llenas de supuestos sobre el mercado que pueden no darse. Pero si las cuentas NO cierran de antemano, ¡es imposible que ese negocio funcione! Una de las cosas que busco hacer como mentora de negocios es que, quien desee emprender en serio, haga sí o sí las cuentas. Por un lado, me gusta hacerlo porque al romper muchos corazones, en definitiva, salvo muchos corazones. Es como pinchar en un instante un globo que de lo contrario se desinflaría más tristemente, de a poco y sin manera de detenerlo.
Como mentora hay dos cosas que me llenan de entusiasmo: la primera es cuando alguien viene con el globo vacío y lo inflamos juntos, y la segunda es cuando imaginamos cuánto más se podría llegar a inflar cualquier globo ¿Qué ideas, qué estrategias, qué posibilidades se pueden generar con un enfoque realista? Por suerte, inflar globos con helio es mucho más divertido que pincharlos…
Fuente: Fabiana Mejalelaty es economista y mentora de negocios. Estudio en San Andrés, tienen un MBA de la Universidad de Chicago y es fundadora de AlumbraLab, laboratorio de negocios. "Diseño de Vida” es su flamante primer libro.
