Marcelo Senra nació en Tartagal, Salta, y comenzó en la moda cuando estaba todo por hacerse. Por aquellos días en Argentina no existía la formación académica en el diseño y sus primeros pasos en la moda fueron como asesor de imagen en la escuela de Tini de Bucourt, una de las modelos top argentinas de la época. Entendió, comprendió y compartió la moda desde otra parte del brillo de la industria: el placer que tiene una mujer de sentirse cómoda consigo misma, es decir, el punto de partida del disfrute de la moda.
Después vinieron la ropa y las colecciones, avanzó sin titubeos con el estilo argentino autóctono personalizado y tamizado por su mirada precisa y diferente. Sus diseños tienen texturas, colores, armonía y proporciones que hablan y jerarquizan nuestra artesanía, nuestro arte y nuestra cultura desde la primera puntada allá por 1993.
Marcelo Senra, un diseñador con más de 30 años en la moda
- ¿Quién es Marcelo Senra?
- Qué interesante tu pregunta. Soy arquitecto de profesión. Soy curioso. Soy una persona que le gusta el arte, la belleza pero no así el exceso. Me gusta la funcionalidad en todo sentido, desde el confort de vivir hasta lo que hago. Soy una persona que intenta aportar algo a este mundo desde una mirada muy particular: veo belleza en lo que es nuestro.
- ¿Cómo es esa mirada?
- Siento que hoy ha cambiado un poco respecto de la época que yo empecé. No nos mirábamos y creo que mi mirada fue rescatar quiénes somos, dónde venimos y dar belleza a todo eso que quizás estaba en un lugar de olvido y transformarlo y llevarlo a otro lugar dándole una nueva vida.
La moda argentina miraba a Europa y las propuestas estaban alineadas con aquellos diseños. Las copias eran casi exactas y no había pudor en contarlo. Luego de la crisis del 2001 comenzó a florecer la identidad del diseño argentino con lo que se conoció como Diseño de Autor. Por eso cuando Marcelo Senra habla de “quienes somos y de dónde venimos” se refiere a las raíces argentinas, a la mirada de lo autóctono, de lo étnico que identifican a sus diseños más allá del imaginario tradicional del campo, el poncho y la bombacha de gaucho.
- Tu marca es tu nombre propio. ¿Hay ego en esa elección?
- No, creo que fue espontáneo porque sentí que era una manera de empezar el camino.
- ¿Porqué le pusiste tu nombre a tu marca?
- Porque en mis comienzos recién empezaba a notarse lo que era el diseño del autor. Estaba Benito (Fernández), estaba Laurencio (Adot), entonces me pareció que quería ser yo. Además fue espontáneo para mí. En ese momento no trabajabas para una empresa donde te convocaban, no había gente formada en la moda. Antes había gente que tenía el gusto, que viajaba y la mandaban a Europa a traer prendas y copiar. No sé si antes había quienes podían hacer algo propio desde cero, por eso ellos fueron una suerte de referentes en el hacer.
- ¿Considerás que seguís haciendo diseño de autor?
- Sí, totalmente, y creo que tengo un sello. Siempre digo que mi ropa no es tendencia, mi ropa es estilo, perdura en el tiempo. Y si bien hoy veo gente que hace cosas parecidas a lo que hago yo, la diferencia es que cuando yo empecé casi nadie hacía la moda que hago.
- ¿Crees que de alguna manera hiciste escuela?
- Con mi mirada hacia lo que somos hice escuela, fundamentalmente a la identidad. Creo que ocurrió cuando tomé esas herramientas, cuando pude saber cómo manejar los materiales, darle un poco de forma dentro de la funcionalidad y la practicidad. Para mí la moda tiene que ser práctica.
- ¿Cómo te definís?
- Soy arquitecto y me defino como arquitecto de mujeres porque el cuerpo es como una casa, tiene espacio, textura, color y puedo manejar las proporciones de acuerdo a esa textura, de acuerdo al color o de acuerdo al diseño, esos son los tres elementos importantes.
- ¿Hay un orden para esos elementos?
- Lo que pasa que si los ponés los tres al mismo tiempo es demasiada información, es un kiosco (risas). En cada persona rescato qué tendría que potenciar, qué tendría que armonizar. Para mí hacer una prenda o diseñar es recorrer a la persona y volver a su esencia, es importante captar también eso. La gente que me elige se siente identificada en el sentido que le gustan mis prendas, las texturas o mi impronta. Yo creo que es una cuestión de gusto: te gusta o no te gusta.
- En tus diseños, entonces, no hay una improvisación
- ¡No, para nada! Yo tomé esta temática porque me gustó y sentí que había cosas muy interesantes para mostrar en lo nuestro. Veía que los extranjeros le daban prioridad y valor, y decían "qué interesante, qué lindo, qué maravilloso". Y nosotros decíamos, "qué divino lo de Versace, qué lindo lo de Prada”, y cuanto más grande fuera el logo, mejor (risas).
- ¿Sentís que, históricamente, acá se piensa que lo de afuera es mejor?
- Si y siempre me pregunto ¿qué nos pasa? Hubo que hacer escuela, yo tuve que educar, hacer escuela de algo que no se conocía. Hoy veo que la gente es más open mind, ha entendido, lo acepta y también lo valora.
- Pareciera que lo nuestro son solamente el gaucho y la guarda Pampa
- ¡No! Eso es una integración muy interesante, pero de esos elementos hay un derivado de otras cosas. Para mí es jerarquizar nuestra artesanía, nuestro arte y nuestra cultura porque eso también es la identidad. Hay un contexto. Yo creo que soy un buen transformador. Por ejemplo, veo un objeto o un material que tiene una función de toda la vida y lo saco, lo corro de ese lugar, lo llevo a la moda y lo jerarquizo. Ese es mi gran trabajo. Esa es la mirada que tengo.
- Y llevarlo a tu estilo.
- Mi estilo tiene que ver con lo limpio, me gusta más la geometría, me gustan las formas, que pueden ser orgánicas o geométricas, me gusta poner ese detalle que tiene carácter, no me gusta empatar. Soy más bien liso, no tengo casi estampas. Soy opaco, no soy brilloso.
- Que sea opaco no quiere decir que no tenga brillo.
- Exactamente. Creo que el brillo es la persona que lo lleva, su pelo, su piel, su actitud. Y ese detalle que es ese vestido que tiene puesto, que tiene que ver con nosotros, que tiene que ver con su personalidad. Es una elección personal.
- A por el camino recorrido
- Nada se sostiene sin esfuerzo y el presente, si o si, habla de un pasado con un recorrido. Una época no puede ser sin la otra y la valoración de lo que fue caminó a lo que es hoy Marcelo Senra.
- Entre la fama y el prestigio, ¿cuál preferís?
- Prefiero el prestigio. A la fama la veo efímera, un día está y otro día baja. Yo tengo 32 años con la moda, vi de todo. La moda es un mundo complicado, no es tan fácil. Pasa acá y en todo el mundo. Nunca me la creí, lo más importante para mí es trascender con mi trabajo, que una clienta me llame después de la fiesta y me diga "Marcelo, estuve divina, me sentí cómoda, te agradezco". El boca en boca también funciona muy bien, la gente se recomienda. Eso para mí es importante.
- ¿Te consideras un diseñador prestigioso?
- Sí, ¿por qué no? En el prestigio veo mi antigüedad, mi trascendencia, mi mantenerme en el tiempo, tener una coherencia. Ese es el prestigio para mí. Y también el prestigio tiene ver con la manera en que te comportás como ser humano y como profesional.
Senra conoce perfectamente su capacidad de trabajo, es consciente de ello y del tiempo que le lleva. Si bien su marca es pequeña y no tiene una capacidad gigante, supo lo que es trabajar para una gran firma.
- Conoces los dos universos: la empresa chica y la grande
- Cuando trabajé para Cardón hace muchos años, que fui director creativo, vi como mi producto y mis ideas se expandían.
- ¿Te gustó eso?
- ¡Me encantó! me gustó porque pude aprender un poco más acerca de cómo era la industria, como era salir de lo personal. Pero te das cuenta que tiene tantos problemas como tengo yo en mi pequeña empresa, (risas). La diferencia es que acá lo resuelvo más rápido que ellos con una estructura mucho más grande. De todo se aprende, fue positivo.
- ¿Cómo llegaste a Cardón?
- Ellos encontraron en mi moda la identidad que necesitaban para expandirse. Recuerdo que no tenían perchas para vestidos, yo sentía que las mujeres iban a comprar a Cardón para el marido pero no para ellas. Los ayudé con todo.
- También fuiste presidente de la Cámara Argentina de la Moda.
- Lo fui por un tiempo y conocí a todos mis colegas. No es un mundo fácil, hay mucho ego. Una vez el Héctor Vidal Rivas me dijo: “Marcelo vos no tenés competencia, nadie te va a hacer problema porque vos no competís con nadie. Nadie hace la moda que vos haces”. Y además no soy un tipo complicado, soy un tipo que le gusta ser cumplidor. Cuido mucho mi trabajo desde adentro. Y eso también se construye y eso hoy, después de tantos años, me da satisfacción saber que hice una carrera tranquila, con crecimiento.
- ¿Esta profesión te dio muchas satisfacciones?
- Muchas. Tuve mucha suerte también de mostrar mis colecciones en muchas partes del mundo. Haber sido tapa de un diario de New York al otro día de mi desfile y que estén hablando de mí en una de las semanas más importantes de la moda del mundo, es un premio. También he visto muchas injusticias, pero no voy a hablar de eso, no hace bien. Yo creo que hay que seguir adelante. Es mejor correrte y seguir.
- ¿Cómo te llevas con tus colegas?
- Bien, por suerte. Con Benito, por ejemplo, no somos íntimos amigos pero hemos tenido negocios juntos, hemos viajado muchísimo. Tengo varios colegas que aprecio mucho como Min Agostini.
- Cuando empezaste no existía la carrera de manera académica.
- ¡Exactamente! Cuando yo empecé en la moda no hablábamos de diseñadores, hablábamos de corte y confección. Había mucha ignorancia. Me acuerdo con Benito la primera vez que viajamos hace muchos años, en el formulario de la aduana pusimos comerciantes. Nos miramos y nos reímos mucho (risas).
Marcelo Senra, el docente
Hace 21 años que enseña en la Universidad de Palermo transmitiendo sus conocimientos y su mirada a generaciones que a veces les cuesta mirar para atrás para entender el presente.
- La docencia también es parte de tu carrera.
- Si. Pablo (Ramírez) fue alumno mío cuando empezó. He visto mucha gente crecer y evolucionar. Argentina tiene un potencial muy bueno y creo que en todos los aspectos, no solamente en el diseño, tenemos mucha capacidad, somos gente que también nos reinventamos. Este es un país muy difícil.
- Después, la moda se puso de moda
- ¡Exactamente! después esto tuvo auge. Yo empecé en 1993, fui revelación de Para ti en la Fundación Banco Patricios. Y ahí está la valoración.
- ¿Cómo sos como docente?
- Enseño cómo crear de cero en el sentido de qué elementos tomar para fusionar y crear algo diferente.
- Como docente, ¿considerás que es importante tener una formación académica?
- Sí, totalmente. Es necesario. Y lo siento sobre todo hoy que apretando un botón lo tenés todo. Cuando yo estudiaba no teníamos los medios que existen hoy.
- ¿Cómo ves a los jóvenes de hoy?
- Siento como un ocio, se cansan muy rápido de todo. Quieren cosas ya. No investigan. Por ejemplo, en clases les digo: me gustaría que vean la moda de Jil Sander en los 90. Y te responden ¿quién es Jil Sander? ¡Ah, ya estamos mal! (risas). (N de la R: Jil Sander es una diseñadora alemana que en los 90 fue reconocida como fundadora del minimalismo moderno). Me parece que si te gusta la moda, en algún momento picoteaste cosas, miraste, leíste. Yo lo que siento ahora acerca de la gente joven es que todo tiene que ver con quien es la influencer de moda en las redes sociales. ¿Y para atrás? Porque la moda tiene una consistencia importante. Si llegamos hasta acá es porque atrás hubo todo un proceso, tenes que entenderla.
- Es como cuando construís un edificio, lo construís de abajo hacia arriba.
- ¿Recordas la película Propuesta Indecente? En una escena el personaje de Woody Harrelson que hace de arquitecto, dice: este ladrillo es pretencioso, ¡quiere ser ese edificio! Es maravilloso ese ejemplo. Todo depende de uno.
Cuando Marcelo Senra llegó del interior se dio cuenta que en Buenos Aires había de todo. “Yo venía con ganas de conocer, de salir. Estudié arquitectura en la ciudad de Morón y mis compañeros, que venían de Ramos Mejía, Haedo, zona Oeste, no conocían lo que era el Centro Cultural Recoleta, no sabían cuál era el boliche de moda de ese momento. No venían a Capital a ver edificios para conocer, caminar. No veían la arquitectura de alrededor. Y me pregunto: ¿cómo puede ser que tenés todo y no lo tenés? Entonces, ¿sabes qué? uno es el generador, uno puede estudiar cualquier carrera pero depende mucho de cada uno, son las ganas de abarcar. Además tenes que jugarte en esta profesión”.
- ¿Cuál crees que es tu aporte a la profesión?
- Siento que mostrar una moda argentina usando la guarda Pampa con un look más folk pero más canchero, actual para los tiempos que corren. Pude trabajar el chaguar, un material que nadie le daba bolilla y hacer lo que yo quisiera. Creo que es bueno aportar nuevas ideas a la moda. Y otra cosa que es prevalecer.
- Algo bueno hiciste…
- Hoy no tengo negocio a la calle y a mí la gente me sigue tocando el timbre, vienen, doy un servicio que también es parte de mi trabajo. Y eso me reconforta porque en un país complicado, dejando yo mi profesión de arquitecto, tiene mucho que ver. Recorda que mis comienzos fueron como asesor de imagen con Tini de Bucourt y después hice televisión en Utilísima.
- En esa época la televisión era distinta. ¿Te gusta la fama que da la televisión de hoy?
- No, para nada. Yo casi no voy a la tele. Me han invitado y he ido algunas pocas veces a programas para opinar, pero hoy quieren cizaña. Yo no sé si quiero eso.
- ¿Te gustaría que tu marca se perpetúe después de vos?
- Sí, ¿por qué no? Ya veo hijos que van apareciendo, que van buscando y lo hacen con otra mentalidad, con otra vivencia también. No te olvides que nosotros somos una generación que hemos vivido en otra época. Venimos de una cultura donde la mirada del otro influía muchísimo. Hoy lo nuevo viene con mucha fuerza. Pero lo viejo tampoco es malo porque me dio herramientas. Y eso es algo que las nuevas generaciones no tienen.
- Hoy hay otra libertad.
- Sí, y eso es maravilloso. ¿Sabes dónde lo estoy viendo ya desde hace tiempo? En las mujeres, primero empezó con el pelo, en liberarse de las reglas estrictas de la moda. Y en la ropa, porque hoy la calle es la moda más que antes. Y yo creo que en las mujeres se da de manera más personal. Hoy la mujer mira pero ya no se compra el conjunto completo. Yo apunto a una mujer que se pone un saco mío, un jean comprado en Primark y zapatos de que ya tenía. O quizás se puso un collar de la abuela con una blusa de seda. Y ese juego me parece maravilloso porque ahí está lo individualista.
- ¿Y cómo se llega a esa individualidad?
- Llegar a eso tiene que ver con la seguridad, con el reconocimiento personal, con aceptar mis defectos y mis virtudes.
- ¿Se aprende a vestirse bien?
- Cuando entendes por donde ir al momento de vestirte, lo podes aprender. Yo creo que con la moda uno también aprende acerca del estilo, aprende a vestirse, aprende a comunicarse y a comunicar. La imagen acústica también es muy importante, como transmito al otro, como llego.
- Vestirse bien, ¿es una cuestión económica?
- Puede ayudar, pero cuando hay ganas, los recursos aparecen.
- ¿Para quiénes se visten las mujeres?
- Para otras mujeres, totalmente. Ya lo comprobé: necesitan la aprobación o la desaprobación de la otra. Quizás se visten divinas para el marido, pero como no entiende mucho les dice "estás divina, mi amor”, y además se lo dice porque la ama. La mujer necesita que otra mujer la mire. Muchísimas mujeres se sienten aprobadas recién cuando otra mujer les pregunta de donde es lo que tienen puesto.
De a poco
Marcelo Senra inició su recorrido en la moda paso a paso. “Empecé como lo hizo la mayoría: invirtiendo. Después llegaron “el localcito o el showroom” como le gusta decir. Fue ladrilo a ladrillo. Lo mismo ocurre con sus diseños.
- Desde la idea y la tela hasta la prenda, ¿cómo es ese camino?
- Muy interesante. Yo no soy esa persona que hace el dibujo y sale a buscar la tela. ¡No!, yo busco la materia prima. Voy en búsqueda, hay materiales y elementos que aparecen, que encuentro y otros que me encuentran. Voy acumulando.
- ¿Y cómo es ese proceso creativo?
- Si tengo una temática o estuve en tal país que me inspiré, entonces voy a los mercados, veo a la gente cómo vive, la manera en que come, cómo se comunica. Ahí está lo genuino. Eso me da información y la desarrollo. Quizás esa tela que me encantó, no es para ahora, entonces la guardo para otro momento. Puede ocurrir que quizás me falta ese color blanco que no lo tengo, entonces voy y lo compro. Es un poco así. Hay gente que va con el dibujito buscando, yo no. Yo hago mi propia carta de colores por ejemplo. Cuando o hago una colección siempre digo ¿a qué quiero jugar? Hay un hilo conductor, para mí es importante poder transmitir ese ese concepto. ¿Cuándo lo ves? al final.
- También te inspirás en otras culturas, otras etnias, otros países, pero siempre hay algo de lo autóctono nuestro
- Sí. Además me pasa que el chaguar lo vi en Tailandia, lo vi en Myanmar y también lo vi en Sudáfrica en Durban o en Ciudad del Cabo pero trabajado de otra manera. El chaguar es una planta, es una bromelia, o sea que es la tierra. También vi dibujos muy parecidos a los bordados de Guatemala en Tailandia. Entonces, hay como similitudes en otras etnias.
Extender en las colecciones ciertos elementos autóctonos argentinos a otros continentes es una suerte de sacar a pasear nuestra cultura por otros territorios.
- Ampliarte a otras culturas, a otras a otras etnias ¿se dio naturalmente?
- Sí, y no fue porque sentí que algo de lo nuestro se había agotado. Empecé a reconocer todo eso que me gustaba y con lo que venía trabajando en otros lugares, entonces dije que mi futuro sería viajando a lugares que a mí me gustan.
- ¿Por ejemplo?
- Guatemala fue un viaje fantástico, ví de cerca los huipiles (túnicas que usan los indígenas en Centroamérica), descubrí lo colorido y diferente que es respecto de Perú y Bolivia estando muy cerca. Sentí que había una riqueza cultural impresionante, pero había que llevarla a otro contexto y eso lo hice a través de mis colecciones. Lo mismo me pasó en Mexico que explota de cultura por todos lados. En lugares más lejanos como Egipto, Marruecos y Camboya entre otros compré telas que me inspiraron.
- ¿Te pasa lo mismo con Europa?
- Fui a Europa y compré telas que sirvieron de inspiración. Italia tiene una cosa con la moda que es impresionante. París me encanta, tiene una cultura muy diferente a la nuestra, hay otra historia. Por ejemplo Christian Lacroix para mí sigue siendo el mejor representante de lo francés, pero no tomaría eso como inspiración porque no me siento parte de esa cultura, pero si puedo admirar su trabajo y su música. Desde siempre me gusta Dries Van Noten. Y de acá me encantaba Varanasi, soy un admirador de su moda. Bea Carabio, en su momento, también me encantaba. Marisa Marana es otra diseñadora que hace una moda muy interesante.
- Estas nombrando diseñadores cuya moda es poco convencional.
- Es que hay gente muy talentosa que tuvo otra mirada y está bueno recordarlos, que son de la vieja escuela. Así como hay gente nueva que está haciendo cosas también muy lindas.
- ¿Sentís que antes con el diseño de autor existían nombres y apellidos y eso hoy un poco se perdió?
- Si, antes eso estaba muy marcado. ¿Sabes qué siento? que ahora quien comienza piensa que hace alta costura porque hace vestidos de noche, y no tiene idea lo que es la alta costura. Creo que acá quienes realmente hacen bien alta costura son Fabián Kronenberg, lo sabe hacer Gino Bogani pues ahí hay una escuela interesante. Benito, Laurencio, otros y yo hacemos vestidos a medida, tenemos intervenciones a mano, pero no tenemos el oficio de la alta costura. Tengo que ser sincero, hago lo mejor que puedo pero no tengo el oficio de la alta costura de Dior, me encantaría.
- ¿Cómo ves a los diseñadores jóvenes?
- No quiero ser malo pero a algunos los veo pretenciosos. Quieren cortar ya, pasarle el overlock, ponerle brillos y decir que es alta costura. Y cuando ves el diseño es un mamarracho. Creo que un diseñador tiene que vivirla, tiene que pasarla, tiene que golpearse porque no hay otra manera. Yo también cuando me equivoqué, aprendí desde la educación.
- No te interesa anteponerte a tus prendas.
- No. No, porque es un poco un desprender mío lo que yo hago, tiene que ver con mi gusto, mi mirada, mi elección de color, de las texturas. No quiero superar a mi prenda en el sentido de yo soy más. Quiero que se conozca mi trabajo por quién soy. Me encanta cuando la gente dice, "no hace falta ver la etiqueta, es un Senra”. Eso me parece lo más importante.
- Y si dicen que se inspiraron en Marcelo Senra debe ser un honor.
- Si, claro. Sé que en la facultad estudian mi historia, soy ejemplo porque lo que hago desde siempre es diferente. Me lo han comentado profesores que están en la UBA y además hay alumnos que se comunican conmigo para que les dé una opinión personal porque soy parte de sus tesis.
- Si te miran por algo será…
- Pensá que soy pionero en lo autóctono desde principios de los 90, cuando todavía había mucho por hacer. Cada vez que aparecía mi ropa o aparecía yo hablaban de lo étnico que antes no existía. Yo vine a llenar un nicho.
- ¿Y cómo ves a la moda argentina?
- La veo en un cambio, veo que está queriendo cambiar. Sobre todo la mujer que es la que más consume. El hombre también está en un cambio, pero la mujer me parece que ya no está tan atada como antes. Las tendencias ya no son tan estrictas.
- ¿Cómo es hacer moda en Argentina?
- No es fácil, porque primero no tenemos una industria, dependemos de lo que viene. En la época cuando se podía exportar era difícil acapararte de material, porque te decían ¡no hay más! Hacer moda en Argentina es tomarte de paciencia, no vas a ser rico, no podes pretender eso. Podés ganar fama o prestigio, como dijimos, pero va a depender mucho de uno. Yo siento que si realmente es tu vocación es una cuestión de tiempo y si haces las cosas bien, tenes que formarte, tenes que aprender, es prueba y error. Tenes que hacerlo y no creértela pues donde te mareaste, fuiste, te bajan un hondazo.
- ¿Cómo es mantenerse y evolucionar en Argentina?
- En 32 años yo pasé buenas, malas, caídas… es un país complicadísimo. Lamentablemente mucha gente quedó en el camino y pese a todo me seguí manteniendo. También son elecciones. En un momento de la vida tuve que elegir: hago arquitectura o me dedico a la moda, y teniendo una propuesta de irme a trabajar como arquitecto, elegí la moda porque me gusta.
La moda y la costura
Marcelo Senra sabe coser pero no le gusta pasar tiempo en la máquina dando puntadas, prefiere invertir ese tiempo en la creatividad. “Yo necesito volar. Soy rápido en diseñar, si tengo los materiales puedo diseñar toda la colección en una tarde. Tengo la idea clara, tengo manejo del oficio, ya aprendí, sé cuando una prenda que viene del taller tiene un defecto. Tengo el ojo educado” Ahí está la experiencia, lo que se le puede transmitir a alguien que recién empieza.
En su maison cada prenda se corta de a una. Aunque hace pret-à-porter no se hacen dos piezas iguales. “Mantengo una calidad y también en la selección del material. Yo prefiero ser una empresa más chica pero mantener la calidad que siempre trabajé.”, dice Marcelo con categoría.
- ¿Vos sabes hacer un vestido desde cero?
- Todo lo hago desde cero. Hago la toile incluso. Hace años que lo hago de esa manera. Yo no coso, yo puedo cortar, puedo hilvanar y cuando viene la clienta a probarse estoy yo porque soy el que vio el cuerpo de la persona.
- ¿Qué es la moda?
- La moda son sensaciones, son juegos. Es divertirse con uno mismo. Es parecer alguien si querés ser ese alguien en un juego, o es ser vos mismo.
- ¿La moda es banal?
- No. Tiene algo de eso pero depende de cómo lo enfoques, desde la mirada de una persona, desde la mirada de una revista, desde la mirada de lo que quieras. Para mí no es banal porque la moda comunica. Habla un poco de vos. Así como digo que con la moda podes jugar, hay mujeres que también se sienten poderosas de acuerdo con lo que se pongan. O hay mujeres que se sienten liberadas o empoderadas. Yo creo que no es banal, es lúdica.
- ¿La moda también tiene pasión?
- Sí, totalmente.
- Si no tenes sangre no te sale…
- Es lo que yo le digo a mis alumnos. En esta profesión te tienen que pasar cosas: sos inquieto, curioso, tenes que ser una esponja. Si no te sale así, estudia abogacía porque la moda no te va a salir (risas). Es muy difícil enfrentarse con el papel en blanco.
- ¿Cuánta exigencia tiene tu trabajo?
- Es todo. Tanto para diseñar una prenda hasta en un desfile. Pienso en todo, me imagino hasta como quiero que camine la modelo. Para eso necesitas tener información, necesitas prepararte, necesitas estudiar, necesitas mirar, empaparte. Y todavía veo que hay gente improvisada.
- ¿La moda, sobre todo en esta época, necesita del show?
- A veces sí. Creo que las dos cosas conviven. También es lindo ver esa belleza que también inspira, porque te traslada a otro lugar. Creo, además, que la moda tiene que tener su cuota tanto de glamour como de solemnidad.
- ¿La moda es imposible?
- A veces quienes no entienden o no acceden a ella la ven un poco imposible. No es imposible, lo que importa es meterse y ver cómo te involucras en la moda.
- ¿La moda incomoda o tiene que incomodar?
- Para mí no. Pero a veces sí en el sentido que uno se lo imponga para que incomode. Una vez una clienta me dijo: no voy a comer, quiero un vestido apretadísimo. ¿Perdón?, le digo yo, ¿estás pagando la fiesta y no vas a comer? ¡Eso no es vivir! (risas).
- ¿La moda también es política?
- No. Puede ser mediática pero no la veo política. Quizás pueda referir a una temática o a situaciones vividas diferentes o sentimientos, o en la manera de ver la moda desde otro lado.
- ¿Cómo está Marcelo Senra hoy?
- Hoy quiere más tranquilidad y sigue amando lo que sigue haciendo y espera hacerlo por mucho más tiempo. Lo más importante en lo que elijas te tiene que gustar. Entonces yo y vos hoy somos bendecidos de vivir de lo que nos gusta. También hay desafíos todos los días, sobre todo en un país complicado donde siempre hay crisis. Siempre hay que replantearse.
- ¿Hoy hay que tener otra sapiencia?
- Exactamente. En lo económico hoy hay que ser camaleónico, hay que adaptarse a las circunstancias.
- Si tuvieras que arrancar de nuevo como diseñador, ¿por dónde empezarías?
- ¡Wow! Yo fui más inconsciente, creo que fueron las ganas. Recuerdo que vivía dando clases, porque ese era mi sustento, entonces a la noche llegaba a casa, cortaba en el suelo, iba al taller temprano, volvía… Lo que viví me gustó, lo viví porque aprendí y me hizo poner en una posición desde el servicio, de poder generarlo. Volvería a hacerlo de la misma manera que lo hice. Me gustó no tener tanto dinero para empezar porque eso te ayuda desde otro lado. El desafío era moneda de todos los días.
- Si miras hacia atrás desde la Primera Bienal de Arte Joven en 1989 donde incursionaste hasta hoy, ¿qué ves?
- Tuve la suerte de quedar seleccionado y por eso dejé la arquitectura y me dediqué a la moda. No me arrepiento en absoluto. Veo una persona que tiene las mismas ganas de ese momento. No las perdí.
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