Hay algo profundamente contradictorio —y precisamente por eso, fascinante— en la idea de usar sastrería en pleno verano. Durante décadas, el traje representó lo opuesto al descanso: estructura, formalidad, incomodidad bajo el calor. Pero el verano 2026 está reescribiendo esas reglas con una propuesta radical: ¿qué pasaría si la sastrería simplemente se rindiera al calor sin perder su esencia?

La deconstrucción como método
Lo que estamos viendo en las colecciones de resort de firmas como Khaite, Jil Sander y Lemaire es una deconstrucción literal de las prendas sastrera. Blazers que han perdido el forro, la entretela y hasta las hombreras, transformándose en algo que se encuentra a medio camino entre una chaqueta y una camisa oversize. Pantalones de vestir en lino italiano que cuelgan del cuerpo con una fluidez casi líquida, como si fueran pijamas cosidos por un sastre milimétrico.

La silueta formal permanece —las solapas, los bolsillos con ojal, el largo específico— pero todo lo que la hacía rígida ha desaparecido. Es sastrería fantasma: reconocés los códigos pero la prenda se comporta de manera completamente distinta.

El chaleco como protagonista
Una de las piezas estrella de esta tendencia es el chaleco oversized usado sin nada debajo. No es un look nuevo, pero la forma en que se está interpretando para el verano 2026 tiene un nivel de refinamiento superior. Chalecos en lino prewashed con un corte que roza lo escultórico, lo suficientemente largos como para cubrir pero lo suficientemente estructurados como para mantener una línea impecable.

The Row presenta versiones en lana tropical ultraliviana color crema que parecen flotar sobre el cuerpo. Toteme propone chalecos de sastre sin botones que se usan abiertos, creando una silueta en V que alarga y estiliza. La clave está en el balance: masculino pero sensual, formal pero completamente relajado.


Pantalones que respiran
Si hay una prenda que simboliza esta tendencia, son los pantalones de vestir en lino. Pero no cualquier pantalón de lino: estamos hablando de piezas con un corte de sastrería impecable —pinzas marcadas, tiro alto, largo exacto— ejecutado en tejidos que se mueven con cada paso.

Lemaire ha perfeccionado esta fórmula con pantalones en lino belga que tienen un peso específico: lo suficientemente sustanciales como para mantener la forma, lo suficientemente livianos como para ondear con la brisa. El ajuste es generoso sin ser holgado, el largo rompe justo sobre un zapato plano o una sandalia arquitectónica.

La paleta se mantiene en territorio neutral —beige, gris piedra, blanco roto— porque el objetivo no es llamar la atención con el color sino con la perfección del corte y la calidad del tejido.
Blazers líquidos

El blazer de verano 2026 ha perdido toda rigidez. Sin forro, sin estructura, a veces incluso sin botones, estas piezas son básicamente camisas con códigos de sastrería. Jil Sander presenta versiones en lino italiano que se arrugan de manera estudiada, como si el desaliño estuviera perfectamente coreografiado.

Khaite, por su parte, propone blazers en mezclas de lino y seda con mangas que se pueden arremangar con elegancia, creando una silueta relajada pero nunca descuidada. La clave está en los detalles: costuras impecables, botones de nácar, forros mínimos solo donde es estructuralmente necesario.

La paradoja elegante
Lo brillante de esta tendencia es que logra algo aparentemente imposible: mantener todos los códigos de la elegancia formal mientras se siente completamente apropiada para 35 grados a la sombra. No es casual wear disfrazado de sastrería ni viceversa. Es una tercera categoría donde la sofisticación y la comodidad coexisten sin concesiones.

Verse impecable pero completamente relajado. Llevar sastrería sin que parezca que estás sudando en un traje. Comunicar seriedad y estilo sin sacrificar ni un gramo de confort. Esa es la promesa —y la dificultad— del tailoring deshecho.
Cómo no equivocarse
La línea entre "elegantemente deconstruido" y "simplemente arrugado" es delgada. Para que este look funcione, necesitás que las prendas sean impecables incluso en su aparente desaliño. Un blazer sin estructura sigue necesitando un corte perfecto. Un pantalón de lino holgado debe tener la caída exacta.

Invertí en tejidos nobles que envejezcan bien —el lino de calidad se ve mejor con algunas arrugas, no peor—. Elegí una paleta neutral que permita mezclar piezas sin pensarlo demasiado. Y sobre todo, confiá en el poder de las proporciones: oversized arriba con ajustado abajo, o viceversa, nunca ambos simultáneamente.
El objetivo es parecer que acabás de quitarte el blazer del traje perfecto y decidiste quedarte así, cómodo y sofisticado a partes iguales. Como si la elegancia fuera tu estado natural, incluso —especialmente— en verano.
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