Cuál es el origen de "Quiricocho", la palabra para darle mala suerte al rival más temida por los futbolistas - Revista Para Ti
 

Cuál es el origen de "Quiricocho", la palabra para darle mala suerte al rival más temida por los futbolistas

el origen de Quiricocho, la palabra para darle mala suerte al rival más temida por los futbolistas
Los que conocen su historia, mencionan esta palabra -que invoca a la mala suerte- para perjudicar al rival en los momentos claves de un partido de fútbol, como un penal o tiro libre. Te contamos el origen de una de las leyendas urbanas más conocidas del fútbol.
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No se sabe bien si se escribe Quiricocho o Kiricocho, pero lo que sí se le conoce en el ambiente futbolero es para qué sirve invocarlo: cuando tenés la intención de mufar al rival de tu equipo favorito, basta con mencionar la palabra, para que el penal o el tiro libre no entren en el arco, por ejemplo.

Tiene su origen en el Estudiantes de Carlos Bilardo a comienzos de la década del 80, y exportada años más tarde por los usos y costumbres de futbolistas argentinos desperdigados por el mundo, Quiricocho se usa para inmunizar contra la desgracia propia y provoca el infortunio ajeno.

Qué se sabe de la historia de Quiricocho

Si hay un ambiente lleno de supersticiones y cábalas, es el futbolero. Por eso esta leyenda -de la que se conoce poco y nada- perdura hasta nuestros días y ha, incluso, cruzado fronteras y navegado el Atlántico: al embajador del infortunio lo invocan en México y en otros países latinoamericanos, pero también en Europa.

Esta historia se habría originado en el Estudiantes de Bilardo y en alguna oportunidad, el técnico campeón del mundo en México 1986 dijo algo al respecto: “Quiricocho era un muchacho de La Plata que siempre estaba con nosotros, y que como ese año salimos campeones (en referencia a 1982) lo adoptamos como amuleto", comenzó diciendo.

."Era un buen pibe pero después ya no lo vi más. La última vez que estuve dirigiendo a Estudiantes (2003-04) pregunté por él y nadie sabía nada. Pero aunque no lo creas, cuando fui a España a dirigir al Sevilla (entre 1992 y 1993) hubo un penal para los otros (por los rivales) y escuché que alguien atrás mío gritó: 'Quiricocho, Quiricocho'. Yo no lo podía creer, hasta que el Cholo (Diego Simeone) y Diego (Maradona) me avivaron de que ellos lo habían dicho un par de veces y que el resto lo aprendió”.

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En La Plata casi no hay pistas del hombre que inspiraría a miles de gritos esotéricos. Recién a partir de unos pocos testigos que acompañaron la intimidad del Estudiantes que ganó el Metropolitano 1982 aparecen algunas piezas sueltas y el rompecabezas puede reconstruirse de a poco. Kiricocho no era el nombre del hombre en cuestión, sino su apodo.

Su nombre era Juan Carlos y no se sabe qué fue de su vida porque nunca más fue visto. Se dice que era un hombre solitario y con ciertas dificultades cognitivas, de esos allegados que el fútbol suele adoptar entre el cariño real y alguna burla solapada. 

Aparecía todos los días por el lugar de entrenamiento del equipo, el predio del Country Club en City Bell, y el cuerpo técnico lo incorporó a su ministerio de cábalas.

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Carlos Bilardo cuando dirigía a Estudiantes. Foto: Google

Pero Quiricocho era diferente a todos porque portaba reputación de mufa. Entonces Bilardo lo mandó a cumplir con dos roles en cada partido de Estudiantes como local. Primero esperaba la llegada de los equipos visitantes, se hacía pasar por un hincha de ese equipo y les daba una palmada de aliento a cada jugador.

De inmediato activaba la segunda parte: salía disparando hacia la tribuna visitante para transmitir su supuesta energía negativa durante los partidos. Solo cada tanto tenía trabajo extra en la semana previa y acudía a los entrenamientos del rival para comenzar a contagiar su mala suerte.

Aquel Estudiantes se consagró bicampeón del Metropolitano 1982 y el Nacional 1983, aunque en este último torneo Bilardo ya no era su DT. Entre ambas campañas sólo perdió dos partidos en La Plata, por lo que la industria bilardista de cábalas les adjudicó las vueltas olímpicas a esos jugadorazos pero también a Quiricocho, que primero fue una persona y después se convirtió en un rito y grito.

De cara a la final de la Copa del Mundo que disputará Argentina frente a Francia este domingo, las esperanzas albicelestes se anclan en el gran presente de la Selección Nacional y del brillante momento futbolístico de Leo Messi, quien juega con una motivación contagiosa que impregna en el resto de sus compañeros y del cuerpo técnico.

Pero, quizás, no sea una mala idea tener a mano a Quiricocho si vemos a Mbappé encarar, entusiasmado, en dirección al arco que defiende Emiliano "Dibu" Martínez.

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