Cada verano, más de 26 millones de niños en Estados Unidos asisten a campamentos. Dormir en cabañas, aprender a remar, hacer nuevos amigos. Para muchas familias, especialmente migrantes o con raíces culturales diversas, es parte del sueño americano: darle a sus hijos una infancia plena y experiencias transformadoras. Pero en julio de 2025, dos tragedias destrozaron esa ilusión.
Texas: una tormenta letal en el paraíso rural
El 6 de julio, una inundación repentina en Camp Mystic, ubicado en la zona de Hill Country, Texas, dejó un saldo devastador: 27 muertos, entre niños y adultos, y al menos 10 personas desaparecidas. El campamento, de 99 años de historia y orientación cristiana, estaba operando con las licencias estatales al día.
Según los reportes, la tragedia ocurrió durante la madrugada, mientras todos dormían. Una crecida súbita del río Guadalupe arrasó con las cabañas cercanas al cauce. Especialistas en desastres como Natalie Simpson, de la Universidad de Buffalo, advierten que a pesar de los protocolos, ubicar estructuras cerca de zonas inundables representa un riesgo inaceptable: “Si estás a cargo de niños, quizás aunque el lugar sea encantador, no deberías tener cabañas tan cerca del agua”, señaló Simpson.

El gobierno estatal confirmó que el campamento tenía planes de evacuación, pero la ley no exige preparación específica ante alertas de inundación. La American Camp Association, organización que regula a más de 20.000 campamentos, reconoció que el cambio climático está generando eventos extremos que desafían cualquier protocolo tradicional.

Miami: una barcaza, un velero y una tragedia inexplicable
Solo días después, el 28 de julio, otra tragedia se sumó a la lista. En el primer día de un campamento náutico en el Miami Yacht Club, una barcaza colisionó contra un velero que llevaba a cinco niños y un consejero.

Las víctimas fatales fueron Mila Yankelevich, de 7, la nieta de Cris Morena y Gustavo Yankelevich; Erin Ko Han, de 13 años, y Ari Buchman, una nena argentina de 11 años. Todavía hay una más internada con riesgo de vida.
El padre de Erin habló con medios locales con la voz quebrada:“Necesito justicia. No puedo despedirme de mi hija como si no hubiera pasado nada. Necesito saber qué pasó”.
La Guardia Costera investiga el accidente, y todavía no se ha identificado públicamente al operador de la barcaza. Tampoco está claro si hubo negligencia por parte del campamento o si se trató de un caso fortuito.
¿Cuán seguros son los campamentos?
Aunque tragedias como estas son excepcionales, no son tan infrecuentes como deberían. Según USA TODAY, en las últimas dos décadas ha habido múltiples muertes en campamentos por ahogamientos, accidentes, incendios, enfermedades y ahora, desastres naturales.
Uno de los casos más resonantes fue el de Yoni Gottesman, un niño de 4 años que murió ahogado en un campamento de California en 2005. La familia ganó una demanda de $16.2 millones tras probar que los responsables actuaron con “negligencia grave y desprecio por la vida humana”.
Expertos advierten que muchos campamentos no cuentan con personal suficientemente entrenado, o tienen escasa supervisión estatal. En algunos casos, monitores inexpertos operan embarcaciones o están a cargo de grupos numerosos sin preparación suficiente. “Enviar a un hijo al campamento es un momento de independencia y crecimiento, pero también es exponer a lo más frágil que tenemos: su vulnerabilidad”, dijo el abogado Tucker Merrigan, que representa a la familia de otro niño fallecido en un campamento náutico en New Hampshire.
¿Qué pueden hacer las familias?
Organismos como la American Camp Association publican guías para que los padres puedan verificar la seguridad y credenciales de los campamentos antes de inscribir a sus hijos. Algunos puntos clave:
- Preguntar por los planes de emergencia ante inundaciones, tormentas y otros eventos climáticos.
- Verificar el ratio de monitores por niño.
- Confirmar la experiencia y certificaciones del personal.
- Observar la ubicación y condiciones de las instalaciones.
También es importante que los padres no teman hacer preguntas difíciles. ¿Quién está a cargo de las actividades acuáticas? ¿Qué entrenamiento tiene el operador de una lancha o velero? ¿Cómo y cuándo se evacúa el campamento?
Un verano que cambió todo
Las muertes de Mila, Erin y Ari, y la tragedia en Texas, dejan heridas abiertas en comunidades enteras, pero también ofrecen una oportunidad para revisar estándares, exigir responsabilidad y repensar qué significa proteger a los más chicos. Porque el verano debería ser tiempo de juegos, no de funerales.
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