La situación volvió a ser noticia luego del allanamiento al domicilio de Leonardo Lo Giudice, de 51 años, a quien la policía encontró merodeando repetidamente los lugares de trabajo y el hogar de Cris Morena. Durante este año estuvo en su estudio, la siguió en auto y llegó a esperar durante horas frente a su casa.
La justicia le impuso una tobillera de geolocalización y estricta prohibición de acercamiento, después de que se acreditaran violaciones previas a las restricciones.
Los objetos hallados: dibujos caóticos, recortes y mapas
En el allanamiento se encontraron elementos que la justicia considera relevantes:
- Un dibujo caótico, dominado por un espiral y el nombre “Cris Morena” escrito en grande.
- Un collage armado con recortes de los ojos de la productora.
- Mapas y anotaciones sobre recorridos y lugares frecuentados por ella.
Para la criminóloga Laura Quiñones Urquiza, entrevistada en A24, estos elementos son parte del “mundo paralelo” que suele construir un acosador persistente.
Qué explica la experta sobre su conducta
Quiñones Urquiza analizó los dibujos y el comportamiento del acusado:
“Ese dibujo es puro caos, y ese caos tiene un solo nombre: Cris Morena”.
Según la especialista, el espiral y la ausencia de espacio representan una mente invadida por la figura de la víctima. El collage con sus ojos, dice, cumple otra función:
“Busca acortar la distancia imaginaria con ella. Si no puede tener ese vínculo en la realidad, lo lleva a la acción con imágenes y recortes”.
También destacó la presencia de mapas y planos:
“Esos registros le dan una sensación de control y posesión de la víctima. Es típico de los casos de acecho sostenido”.
Para la criminóloga, la conducta de Lo Giudice encaja dentro de los perfiles más riesgosos del stalking: insistencia pese a las restricciones, vigilancia física, fantasías de intimidad y ruptura de límites legales.

Por qué preocupa a la justicia
Aunque la víctima no tiene vínculo previo con el agresor, el caso se investiga bajo violencia de género, una figura que permite actuar ante conductas de hostigamiento persistente.
La tobillera electrónica controla que él no pueda acercarse a menos de 1000 metros de la productora y activa alertas policiales si se desplaza hacia su ubicación.
La experta advierte que estas conductas no suelen detenerse sin intervención:
“Cuando aparece este patrón, la denuncia es indispensable. El acosador no se detiene por voluntad propia”.
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