Gustavo Bermúdez, que recientemente volvió al teatro reemplazando a Mike Amigorena en La cena de los tontos, se abrió sobre un episodio que marcó profundamente su vida como padre. “Mi hija más chica tuvo un rotavirus a los seis meses. La doctora nos dijo que no se podía hacer nada. Por más ateo que seas, hay un momento que mirás al cielo y decís ‘Dios, ponete la diez’”, relató el actor, que está en pareja desde hace cinco años con la actriz y modelo Verónica Varano.
El recuerdo lo transporta a San Martín de los Andes, hace más de veinte años, cuando Manuela era apenas un bebé: “Estaba hipotérmica, blanca, seis meses, todo mal… La doctora me dijo ‘No se puede hacer nada. Nada. Recen’. Nada más”. En ese instante, la angustia y la incertidumbre lo hicieron buscar apoyo en la fe: “Ahí decís ‘Dale Dios. Dale. Tirame un centro. Ayudame a sobreponerme en esta’”.
Gustavo Bermúdez y la religión como apoyo en los momentos difíciles
Aunque Gustavo se define como católico pero no devoto, destacó la importancia de la fe en momentos de crisis: “Creo en que es necesario para mucha gente y sí, conozco casos en que aferrarse a la religión los ha sacado de lugares oscuros. Entonces, me parece que está muy bueno. Hay gente que se siente muy acompañada. Todo lo que te haga bien, sin hacerle daño al otro, me parece que soy pro ir por ese lado”.

Para el actor, la experiencia con su hija le enseñó que, incluso para quienes no son profundamente religiosos, mirar al cielo puede dar consuelo y fuerza: “Y de eso siempre digo, por más ateo que seas, hay un momento en que mirás al cielo y decís ‘Dios, ponete la 10’”.
Una vida familiar que sigue adelante
Hoy, Manuela y su hermana Camila -fruto de la relación del actor con Andrea González- forman parte de una familia unida, y Gustavo sigue compartiendo sus experiencias de vida con la audiencia, a pesar de mantener siempre su intimidad resguardada.

Su regreso al teatro demuestra que, a pesar de los momentos difíciles, la vida continúa y se puede disfrutar del presente: su participación en La cena de los tontos marca su regreso a los escenarios luego de años de permanecer alejado de los sets.
Gustavo refleja cómo los padres enfrentan situaciones límite, combinando miedo, amor y la búsqueda de apoyo en lo que sea necesario para sobrellevar la angustia. Su relato también sirve como recordatorio para otras familias: incluso en circunstancias que parecen incontrolables, el acompañamiento y la esperanza son fundamentales.
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