En una de las entrevistas más sinceras que dio en el último tiempo, China Suárez abrió la intimidad de un momento clave de su vida: cómo se sentía al final de su relación con Benjamín Vicuña.
En diálogo con Moria Casán, la actriz lo resumió en una frase que sorprendió por su crudeza:
“Yo estaba bajo tierra.” Ahí, en ese lugar emocional sin brillo, sin deseo y sin conexión, fue cuando apareció el mensaje de Mauro Icardi que terminaría cambiando el rumbo de la historia.
Una relación desgastada: “No me sentía deseada, no me sentía amada”
China explicó que no se trató de un conflicto puntual, sino de un desgaste que venía de hacía tiempo: “No me sentía deseada, no me sentía amada. La relación estaba muy desgastada.”
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Y sumó que hubo intentos, estiramientos y esfuerzos que no funcionaron: “Estiramos mucho la relación. Yo ya tenía hijos y me daba culpa separarme otra vez.”
Para la China, que siempre vivió sus parejas desde un lugar profundamente emocional, la desconexión la dejó vulnerable: “Yo soy muy de la pareja. Me enamoro, idealizo, necesito sentirme acompañada.” Pero con Benjamín eso ya no ocurría.
La culpa, el desgaste y la sensación de “fracaso”
Ese estado de apagamiento convivía con un sentimiento que ella misma describió como una mochila pesada: “Me daba culpa haberme separado del papá de Rufina (N.de R.: Nicolás Cabré). Sentí la separación como un fracaso.”
Por eso, según admitió, alargaron el vínculo incluso cuando ya no había un espacio real de bienestar para ninguno de los dos.
Ese momento límite coincidió con la aparición de Mauro
En medio de ese clima emocional, llegó el mensaje que marcaría un quiebre: “Me mandó: ‘Esa boquita’.”
Y ella admite que la tomó totalmente desarmada: “Fue en un momento en el que yo estaba bajo tierra.”
Ese detalle es clave: no fue el mensaje lo que la tiró hacia adelante, sino su propio estado emocional —la falta de deseo, la falta de mirada, la falta de vínculo— lo que la dejó disponible para sentir algo nuevo.
Por qué el encuentro con Mauro la impactó tanto
Para entender la intensidad del romance que nació en París, hay que mirar el contraste con lo que vivía antes. Mientras venía de una relación donde no se sentía vista, con Mauro sintió lo opuesto:“Con él me pasó algo que no podía explicar. Se me aflojaron las piernas.”
Y agregó: “Es la primera vez que me pasa que soy su mejor amiga.” El contraste emocional fue absoluto: del “bajo tierra” al “perdí la cabeza”.
De la desconexión al flechazo
París fue solo la escenografía: lo importante era lo que venía gestándose antes. La China se fue sin maquillaje, nerviosa, cansada, con dudas. Pero cuando él abrió la puerta, todo se ordenó de golpe: “Me impactó. Me besó. Arrancó fuerte.”
El cuerpo habló donde la mente estaba agotada.
Una noche más emocional que física
Lejos de la fantasía, China aclaró que esa primera noche fue íntima, sí, pero desde un lugar emocional más que pasional: “Fue todo muy romántico. Me quedé dormida mirándolo.”
En contraste, venía de una etapa donde incluso la intimidad estaba apagada.
Después vino el caos, pero ese primer encuentro quedó marcado
Tras el estallido mediático, no hablaron durante tres años. Pero esa noche, ese impacto, ese sentir que volvía a ser vista, quedó grabado “No podía actuar nada de lo que me pasaba.”
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