La noticia del embarazo de Oriana Sabatini y Paulo Dybala llenó las redes de mensajes de felicidad. Pero la cantante eligió ir más allá de la postal perfecta y hablar con honestidad sobre cómo la atraviesan los cambios físicos en plena gestación.
En diálogo con LAM (América), la artista respondió sin filtros cuando le preguntaron si los cambios corporales le generaban algún conflicto. “Todos. Yo conté que toda mi vida tuve una mala relación con la comida. Recién ahora había empezado un tratamiento más profesional porque estaba buscando (el embarazo) y quería hacer las cosas bien con todo ordenado”, confesó.
La pérdida de control y los fantasmas del pasado
Con la voz quebrada, Oriana explicó que los primeros meses fueron muy difíciles: "Es muy difícil la pérdida de control para una persona que ha sufrido toda la vida trastornos alimenticios. Uno siente que para estar anímicamente bien debe estarlo en cuanto a lo que come, cuánto y cómo. Levantarte un día y que un alimento te dé asco, no lo puedas comer y que solo puedas ingerir fideos, que es una comida que le tuviste miedo toda tu vida, es difícil. Los primeros tres meses me costaron mucho”.
Aunque reconoce la felicidad de estar creando vida, Oriana también compartió la otra cara: el miedo a perder la estabilidad conquistada después de años de lucha contra la anorexia y el trastorno por atracón.
Hablar, pedir ayuda y derribar tabúes
Lejos de romantizar la maternidad, Oriana pone sobre la mesa un tema que muchas mujeres viven en silencio: cómo el embarazo puede reactivar inseguridades y viejas heridas vinculadas al cuerpo y la alimentación.
La cantante destacó que buscó acompañamiento profesional antes de quedar embarazada, un paso clave que hoy le permite transitar la gestación con más herramientas. Y, fiel a su estilo, eligió visibilizar su proceso para que otras mujeres sepan que no están solas.
En un mundo donde predominan las imágenes perfectas, Oriana y Paulo Dybala decidieron mostrar también la faceta vulnerable de la maternidad. Emociones cambiantes, miedos y desafíos conviven con la ilusión de la llegada de su primera hija, en un relato que humaniza y abre espacio para hablar de salud mental en el embarazo.
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