Mientras Mauro Icardi pasa sus días con sus hijas Isabella y Francesca, las hijas que tuvo con Wanda Nara, sigue el conflicto legal entre ellos. En medio de esta batalla mediática se empezó a mencionar el Síndrome de Alienación Parental, un término creado en la década de 1980 que sugiere que se puede manipular a los hijos para que rechacen al progenitor e incluso se le puede implantar falsos recuerdos.
Esta definición fue creada por Richard Gardner y tiene lugar en situaciones de conflicto como divorcios y disputas por la custodia de los niños. Sin embargo, su uso es controversial ya que no es reconocida por la Organización Mundial de la Salud ni por la Asociación Americana de Psiquiatría. Además, muchos especialistas cuestionan su falta de evidencia científica.
¿Qué pasa con el caso de Argentina? En nuestro país, la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires alerta sobre el uso del Síndrome de Alineación Parental podría obstaculizar denuncias reales de violencia o abuso intrafamiliar. Por este motivo, no tiene validez legal como diagnóstico clínico en las causas judiciales.
En el caso de Nara e Icardi, si la Justicia detectara que hubiera algún tipo de manipulación por parte de algunos de los padres, se pueden acudir a otras herramientas legales o psicológicas. Por lo que el uso de la SAP no sería algo necesario ya que podría dificultar la investigación de la causa y el bienestar de las niñas.
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Por qué el Síndrome de Alineación Parental es rechazado
De acuerdo a varios medios, el SAP fue rechazado por varias razones. Una de ellas es que fue utilizado para desacreditar denuncias reales: diversas organizaciones de derechos humanos y de género alertaron que el concepto del SAP fue utilizado en múltiples causas judiciales para deslegitimar denuncias de abuso sexual o violencia familiar, argumentando que las madres “manipulaban” a sus hijos para inventar esas situaciones.
Otro de los argumentos es que revictimiza a las mujeres y a las infancias. De esta manera, el foco se traslada de la violencia ejercida a la supuesta manipulación, debilitando así las medidas de protección hacia quienes denuncian y aumentando el riesgo de impunidad. Además, no posee una base científica sólida.
El SAP no está reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni figura en los manuales diagnósticos oficiales como el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) o la CIE-11 (Clasificación Internacional de Enfermedades).
Especialistas en salud mental y derecho de familia señalan que los conflictos parentales o los rechazos filiales deben abordarse con perspectiva integral, sin apelar a una “etiqueta diagnóstica” sin fundamento. Existen otros marcos clínicos y legales para entender la complejidad de los vínculos y proteger los derechos de niñas, niños y adolescentes
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