Guillermo del Toro tiene la capacidad de encontrar belleza donde otros ven oscuridad. En su versión de Frankenstein, el director mexicano de la clásica historia de terror que ya es la película más vista en Netflix, se convierte en un retrato profundamente humano sobre la necesidad de ser visto y aceptado.
Lejos de los clichés del “monstruo”, el protagonista se convierte en un reflejo de nuestras propias heridas: ese sentimiento de no encajar, de ser rechazado, de buscar amor en un mundo que no siempre sabe cómo darlo.

Del Toro no hace una película de miedo, sino una de ternura y dolor, donde la criatura creada por el hombre se vuelve el espejo más honesto de su creador.
Un relato sobre amor, abandono y redención
En esta versión, Frankenstein explora lo que sucede cuando la creación busca un propósito más allá de su origen. Hay culpa, compasión y una necesidad feroz de entender qué significa realmente “estar vivo”.
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Del Toro combina emoción y profundidad sin recurrir a golpes bajos. Su cine habla del abandono y del deseo de ser amado incluso cuando no somos perfectos. Por eso, esta historia resuena tanto: todos, alguna vez, nos sentimos como ese ser incomprendido que solo busca un poco de ternura.

El elenco: Oscar Isaac, Andrew Garfield y Mia Goth
La química entre los protagonistas es uno de los puntos fuertes de la película. Oscar Isaac interpreta al doctor con una intensidad que oscila entre la genialidad y la culpa. Andrew Garfield, en un registro contenido y profundamente sensible, encarna a la criatura con una humanidad desbordante. Y Mia Goth aporta el toque enigmático y poético que equilibra la oscuridad con belleza.

Cada uno de ellos logra algo que parecía imposible: hacer que un clásico de dos siglos se sienta completamente nuevo.
La estética inconfundible de Guillermo del Toro
Visualmente, Frankenstein es un deleite. Cada plano parece una pintura gótica en movimiento: luces tenues, atmósferas melancólicas y ese universo de belleza rota que caracteriza al director.

La dirección de arte combina lo artesanal con lo onírico: laboratorios húmedos, paisajes de tormenta y miradas que dicen más que los diálogos. Es cine que se siente, no solo se ve.
Una historia que toca lo más profundo
“Monstruo” es una palabra que Del Toro vuelve a resignificar. En su universo, el verdadero horror no está en las criaturas, sino en los humanos incapaces de amar sin condiciones.

Por eso, cuando Frankenstein llora o busca cariño, el espectador también lo hace. No hay terror, hay emoción pura. La película es un recordatorio de que la vulnerabilidad también puede ser una forma de fuerza.
Por qué no podés perdértela
- Porque es una de las adaptaciones más esperadas de los últimos años.
- Porque combina poesía visual, emoción y un mensaje profundamente humano.
- Porque Guillermo del Toro logra que llores… pero con el corazón lleno.
- Y porque, después de verla, entendés que incluso los “monstruos” solo quieren ser amados.
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