Hay vidas que parecen avanzar a los empujones, a fuerza de valentía y vértigo. Vidas que no esperan el momento perfecto para cambiar, sino que saltan aún con miedo. La historia de Luz Tito es una de esas. Una historia de tránsito: entre países, entre versiones de ella misma, entre duelos y renacimientos.
Cuando Luz tenía 18 años, dejó la casa familiar y se subió a un avión con destino a Irlanda. Un viaje que no fue de aventura turística: fue un salto al vacío. Quería estudiar, trabajar, descubrir quién era cuando nadie la conocía, cuando la vida no le daba garantías. Y aunque hoy cuenta su historia con ternura, lo cierto es que sus días allá no fueron fáciles. “Emocionalmente, eran como mini batallas”, recuerda. Batallas contra la incertidumbre, contra la soledad, contra el miedo de no saber si estaba haciendo lo correcto.
Pero había algo más fuerte que todo eso: una decisión. “Tuve que tener muchísimo valor para subirme a ese avión”, dice. Ese valor la acompañó en noches frías donde extrañaba a su mamá, en trabajos que la empujaban al límite, en mudanzas, en amores nuevos y amistades inesperadas: españoles, mexicanos, chilenos, su amiga Barbie con quien compartió seis meses de casa. En Irlanda creció, lloró, se cayó, se reconstruyó. Conoció una versión nueva de sí misma: “Conocí a una Luz que yo no sabía que existía”, confiesa.
Y sin embargo, cuando por fin sentía que la vida empezaba a acomodarse, tuvo que volver. No por elección: por papeles. Por un límite burocrático que le cortó la posibilidad de seguir trabajando, estudiando, viajando. “Me dolió mucho más que cuando me fui”, admite. “Sentía que dejaba mi nueva vida, mi felicidad, esa Luz que había construido allá.”
Regresó a Argentina con un duelo silencioso: volver no era retroceder, pero dolía como si lo fuera.
De vuelta en Buenos Aires, trabajó, buscó su lugar, intentó encajar en una rutina que ya no le pertenecía. “No estaba cómoda en mi trabajo. No me veía ahí. Sentía que eso no era lo mío”, dice. Quería modelaje, redes, libertad, viajar, crear algo propio. Hasta pensó en mudarse a Costa Rica para poner pestañas: tenía curso, planes, pasaje casi listo. Y entonces apareció Gran Hermano.
Una convocatoria que le llamó la atención casi por accidente. “Mandé el casting tonteando, siendo honesta”, dice entre risas. Pero algo en su intuición —esa misma que la llevó a Irlanda— le dijo que esa puerta había que abrirla. Entró sin expectativas, sin dimensionar la magnitud del programa, sin imaginar que su vida iba a cambiar para siempre.
Lo que vino después fue exposición, cariño masivo, una comunidad enorme que se vio reflejada en su vulnerabilidad y su fuerza. Y también un sueño inesperado: actuar. Hoy forma parte de “El hotel de los secretos”, su debut como actriz, algo que nunca imaginó que llegaría tan rápido.
Su historia es, sobre todo, una historia de valentía. La de una chica que aprendió que a veces crecer duele, pero volver atrás duele más. Que los sueños se construyen entre tropiezos, intuición y fe. Y que decir que sí a la incomodidad puede empujar destinos completos.
De emigrar sola a los 18 al salto a la TV: el viaje emocional que convirtió a Luz Tito en una historia de valentía.
— ¿Qué te llevó a anotarte en Gran Hermano?
— Lo que me llevó a anotarme fue esta sensación de incomodidad. No estaba cómoda en mi trabajo. Agradecida, sí, pero no me veía ahí. Sentía que eso no era lo mío. Quería libertad, viajar, trabajar con redes, modelaje, aunque nunca lo dije en voz alta. Simplemente sabía que eso no era lo que quería. Estaba a punto de irme a Costa Rica a poner pestañas —ya tenía el curso hecho— y de repente apareció Gran Hermano. Me llamó la atención, nunca lo había visto, mandé el casting tonteando y se me dio.
— Antes de entrar al programa vivías en Irlanda. ¿Cómo eran tus días allá?
— Mis días eran mini batallas. Mucho miedo, dudas, incertidumbre. Cosas que me pasaban allá y otras personales que tuve que empezar a trabajar. Con el tiempo entendí que fueron días de muchísimo aprendizaje y autoconocimiento. Estoy muy agradecida.
— ¿Qué era lo que más extrañabas?
— A mi mamita. Su fuerza, sus abrazos en las noches de frío. La necesitaba mucho.
— ¿Pensaste alguna vez en volver?
— Lo pensé, pero jamás fue una opción. Sentía que volver era traicionarme. Me costó muchísimo subirme a ese avión y no podía tirar todo abajo.
— ¿Formaste un grupo allá que te acompañara?
—Sí. Amigos españoles, mexicanos, chilenos. Barbie fue una de mis mejores amigas, viví seis meses con ella. Después me puse de novia y vivía con él y otros amigos. Gente hermosa de todas partes del mundo.
— ¿Cómo fue ese primer momento cuando llegaste a Irlanda?
— Tenía muchas ganas de vivir, de ser feliz, de demostrarme que la felicidad depende de mí. Tenía duelo por lo que dejé en Argentina, pero también una emoción enorme. Era una nueva oportunidad.
— ¿Y cómo fue la despedida cuando regresaste a Argentina?
— Mucho peor. Me dolió en el alma. Volvía porque no podía trabajar sin papeles, iba a estar ilegal y no iba a poder seguir con la vida que había construido. Intenté todo: Ibiza, Barcelona, estudiar, otra visa, pero no alcanzó. La vida decidió que tenía que volver. Hoy lo entiendo, pero fue duro.
— Luego de tu paso por Gran Hermano, ¿cómo ves tu evolución? ¿Buscabas algo en específico?
— Quería cambiar mi vida. Y lo logré. Hoy puedo ser un ejemplo para otras mujeres, eso me llena el corazón. Y pude cumplir mi sueño de destinar el premio a un refugio para mujeres. Es una curita para el alma.
— ¿Te quedaron amigos de la casa?
— Sí, los cuento con los dedos de una mano: Santiago, Luciana, Martu, Luci y Chiara. Con quienes más comparto hoy es con Santiago y Martu, con quien vivo.
— ¿Cómo fue tu primer día afuera de la casa?
— Muy movilizante. Me dieron el celular en el hotel y pude hablar con mis seguidores. Estaba impactada: la gente lloraba al verme. Nunca dimensioné la exposición que iba a tener.
— ¿Cómo cambió tu vida después del programa?
— Muchísimo. Trabajo con redes, vivo en Buenos Aires, estoy haciendo cosas que soñaba. Mi vida es completamente diferente. Es una locura hermosa.
— ¿Qué le dirías a la Luz de 18 años que estaba por irse a Irlanda?
— Que esté tranquila, que todo va a salir bien. Que confíe. Que lo va a volver a hacer.
— ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
— Seguir preparándome: baile, canto, DJ, actuación. Quiero hacer de todo un poco. Mi objetivo es crecer.
—¿Qué nos podés adelantar de "El hotel de los secretos"?
—Que va a haber amor, mucho amor. Suspenso también. Va a estar buenísima.
— ¿Cómo te llegó la propuesta de interpretar a Paula?
— Por la agencia donde estoy, Multitalent. Estaban interesados en mí y en otros tres compañeros. Me llamó mucho la atención. Fue un re desafío actuar de un día para el otro, pero hacerlo con amigos lo hizo más llevadero.
— ¿Alguna vez te imaginaste actuar?
— Siempre me llamó la atención, pero nunca pensé que iba a llegar tan pronto. Y menos sin haber estudiado.
— ¿Te gustaría dedicarte a la actuación?
— Sí. Me encantaría. Estoy yendo a ver obras, quiero aprender, quiero meterme en ese mundo.
— ¿Cuál es tu mayor sueño?
— Seguir creciendo. Viajar, conocer culturas, otras realidades. Seguir aprendiendo gracias a mi trabajo.
MODELO @luz_tito para @multitalentagency
FOTOS @rrociobustos
VÍDEO @ Ayelen Benitez
ESTILISMO @alegarcia360
MAQUILLAJE Y PEINADOS @ro_somoza para @sebastiancorreaestudio
Agradecemos a @laspepasinst @verapasionadas @augustobrugognoni @lachicadelosstilettos
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