Llegamos a Londres un invierno especialmente lluvioso, llenos de entusiasmo por recorrer la capital del Reino Unido que tantos programas ofrece a quienes la visitan. “Quien se aburre en Londres, se aburre de la vida” dijo acertadamente el poeta Samuel Johnson.
Aprovechando el aguacero que ahuyenta a los turistas menos voluntariosos, evitando de esta forma las habituales largas filas, elegimos comenzar nuestro recorrido por la ciudad visitando la Torre de Londres, fortaleza medieval ubicada a orillas del río Támesis.
En sus mil años de antigüedad, a la Torre de Londres se le han dado distintos destinos. Fue zoológico, residencia de reyes, fortaleza y durante 900 años sirvió como prisión donde encerraban y ejecutaban a los que ofendían al monarca. Por sus calabozos han pasado personajes como Ana Bolena -una de las esposas de Enrique VIII- y Santo Tomás Moro, uno de los prisioneros mas conocidos, escritor y amigo personal del rey.
Antes de cruzar el puente para el acceso a la Torre de Londres, se observan las esculturas de los leones, en honor a aquellos animales que durante mas de seis siglos permanecieron cautivos formando parte del zoológico. También había avestruces, elefantes y hasta un oso polar, que solían atar a una cuerda para que pudiera sumergirse en las aguas del Támesis.
Atravesando el portal principal y sobre la vera del río, se encuentra la Puerta de los Traidores.
Por allí ingresaban los prisioneros que eran intimidados por las cabezas de los presos ejecutados que colgaban desde el puente.
Ya dentro del castillo se encuentra el Palacio Medieval, hogar de reyes que se conforma por tres torres: Wakefield Tower, St. Thomas Tower y Lanthorm Tower.
La fortaleza tiene también la Torre Blanca, una de las mas antiguas, donde el obispo de Durham escapó colgándose por la ventana con una cuerda; la Torre Beauchamp, en la cual vimos grabados sobre la pared los nombres de varios prisioneros y la Torre Sangrienta, donde fueron asesinados los príncipes Ricardo y Eduardo por el año 1500.
También visitamos la Crown Jewels, donde se conservan las valiosas joyas de la corona británica. Muchas de ellas continúan siendo utilizadas por la Reina Isabel II, por lo que si no se encuentran expuestas en el momento de la visita, significa que están siendo utilizadas en algún evento real.
Nos resultó increíble conocer varias de sus costumbres y tradiciones que al día de hoy continúan vigentes, como la Ceremonia de las Llaves, El Puesto de Alabardero y Los Cuervos del lugar.
La Ceremonia de las Llaves consiste en un protocolo que se repite diariamente al anochecer, donde el encargado de custodiar la entrada a la Torre cierra la puerta principal y se dirige a entregarlas al guardián de las llaves, intercambiando el siguiente dialogo: “¡Detente! ¿Quién anda ahí?”. El jefe de los Guardianes de Yeoman le responde ceremoniosamente: “¡Las llaves!”. “¿Que llaves?”, pregunta el otro. “¡Las llaves de la reina Isabel!”, contesta el jefe. El centinela finaliza con: “¡Todo va bien!”
Casi por casualidad, mientras nos escurríamos el agua de la lluvia, cuando nos sentamos a tomar un café dentro de la confitería de la Torre, pudimos conocer la tradición del Puesto de Alabardero. Nos explicaron que es un guardia de honor, cuyo puesto se heredaba de padres a hijos. En aquel momento, era un trabajo muy codiciado, pues tenían acceso a una vivienda dentro de la Torre y a una ración de carne diaria. Por ello, irónicamente los llamaban “beefeaters”, que significa “comedores de carne”.
En la actualidad, continúan pudiendo vivir dentro del recinto con su familia, pero para convertirse en Guardianes de la Torre, deben tener varios años de servicio en las fuerzas armadas y un buen historial, que incluya medallas al servicio prolongado y buena conducta.
Por último pudimos conocer una de las tradiciones más famosas del lugar: la Tradición de los Cuervos. La misma consiste en que la presencia constante de seis cuervos en la torre garantiza la protección de la Corona. Una profecía indicaba que si los cuervos abandonaban el castillo sería el fin de la monarquia británica y con ella el fin de Gran Bretaña. Para evitar cualquier descuido y garantizar la permanencia de las aves en el lugar, le recortan sus alas y han elevado a siete los cuervos que viven en los jardines. Cada cuervo tiene un nombre y anillo de color que lo identifica, tienen sus jaulas junto a la Torre Wakefield y un cuidador que los alimenta: el Ravenmaster, maestro de los cuervos.
Si bien durante nuestra visita pudimos ver a cada uno de los siete cuervos, esta semana Londres ha amanecido con la inquietante noticia de la desapareción de uno de ellos: “Hace varios días que Merlina no ha sido vista en los jardines y se teme que haya muerto”, cuentan los periódicos. Los responsables de la Torre, enviaron un mensaje para tranquilizar a los británicos: "Actualmente tenemos siete cuervos en la Torre, uno más de los seis necesarios.”
Finalizamos el recorrido por la Torre de Londres con la agradable sensación de haber visitado un lugar maravilloso, donde el fuego de la historia se mantiene vivo por las tradiciones aún vigentes y con la certeza que los cielos del mundo, aún cuando están nublados y lluviosos, merecen la pena ser recorridos.
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