La escena cambió fuerte. Según las redes sociales y los expertos en makup, el rubor perdió protagonismo -después de varias temporadas de reinado absoluto- y el foco pasó a una piel luminosa y cálida, con tonos terrosos que imitan ese efecto “tomé sol”. En paralelo, el contouring duro que dominó la era Y2K quedó relegado a fotos de estudio: para el día a día se siente artificial y demasiado marcado.
El bronzer se impuso porque aporta dimensión sin rigidez. Funciona como un punto medio entre el rubor y el contouring, pero con un resultado mucho más amable. Entre maquilladores internacionales su uso ya es la norma, y ahí entra en escena una figura clave: Mary Phillips, la artista detrás de Jennifer Lopez y Kendall Jenner, que popularizó el underpainting, una técnica de capas finas que redefine cómo colocamos bronceador y sombras en el rostro.
Cómo elegir el bronzer según tu tipo de piel
Los profesionales coinciden en dos reglas simples: no pasarte muchos tonos y respetar tu subtono. En pieles frías funcionan mejor los tonos cacao o terracota suave; en pieles cálidas, los caramelo, miel y canela.
Las texturas también cambian el resultado. Los polvos dan un acabado más controlado y mate; las cremas se integran mejor a pieles secas o maduras y dejan un finish “piel real”. En las tendencias actuales se busca un look unificado, donde el producto se funda y no quede como un parche.
La técnica pro pero simple: dónde y cómo aplicarlo
La guía más intuitiva sigue siendo el trazo en forma de “3”: sienes, pómulos, mandíbula. Esa curva suave imita dónde pega naturalmente el sol. La clave es empezar con poco producto, usar movimientos circulares y evitar líneas rectas que endurezcan la expresión.
Para un make up más sofisticado, vale mirar la técnica de Mary Phillips: ella aplica primero los productos en crema (bronceador, sombras suaves, correcciones) antes de la base liviana, generando un efecto que parece venir desde adentro de la piel. Es el famoso underpainting, que deja un acabado impecable sin que se note dónde empieza cada producto.
Un toque extra en el puente de la nariz y en la parte alta de los pómulos termina de unificar el tono y da esa calidez que buscás cuando querés verte “descansada” sin cargar la piel.
La voz experta: difuminar es todo
Maquilladores consultados por medios internacionales repiten la misma advertencia: el error más común es poner demasiado bronceador. “El bronzer funciona mejor en capas finas”, explican, y suman que revisar el resultado en luz natural es clave para evitar manchas o cortes bruscos.
También remarcan que el bronzer no busca replicar un contorno marcado, sino aportar dimensión suave. La creación de Mary Phillips lo valida: el objetivo es que casi no se note la aplicación, sino la armonía global del look.
Si te cuesta identificar tu subtono o adaptar la técnica a tu cara, una asesoría puntual con un make up artist puede ayudarte a armar tu propio “mapa” de aplicación.
Quedate con lo que te va con vos
El bronzer se afianza como producto clave porque responde a algo muy real: queremos vernos frescas, cálidas y naturales, sin recurrir a técnicas complejas. Elegir bien el tono, aplicarlo en capas finas y difuminar con paciencia hace una diferencia enorme.
Probá distintas texturas, sumá el underpainting si te interesa un acabado más pro o quedate con el “3” clásico si preferís algo simple. Lo importante es que el bronzer acompañe tus rasgos y los potencie, no que los cambie. Ese es el verdadero secreto del maquillaje que se siente propio.
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