El invierno es una de las estaciones que más afecta la salud de las uñas. El frío, los cambios bruscos de temperatura y la baja humedad ambiental provocan que la queratina —la proteína que las compone— se reseque y pierda flexibilidad.
A eso se suman algunos hábitos cotidianos:
- Lavarse las manos con agua muy caliente de forma frecuente.
- Uso excesivo de alcohol en gel y jabones fuertes, que resecan piel y uñas.
- Menor consumo de frutas y verduras frescas, lo que reduce el aporte de vitaminas y minerales clave.
El resultado: uñas más frágiles, que se descaman o se quiebran con facilidad.
Cómo cuidar las uñas en invierno
La buena noticia es que con algunos gestos simples podés evitar que las uñas sufran tanto en los meses fríos.
- Hidratá todos los días: usá crema de manos y no olvides masajear las cutículas. El aceite de almendras o de jojoba también es ideal para nutrirlas.
- Protegelas del agua y el frío: usá guantes al lavar platos o al limpiar, y también cuando salís a la calle en días helados.
- Evitá el agua demasiado caliente: tanto al lavarte las manos como al ducharte.
- Mantené una dieta equilibrada: con proteínas, hierro, zinc y vitaminas del grupo B, que fortalecen uñas y pelo.
- Limá en lugar de cortar: para dar forma y evitar quiebres bruscos.
Rutina de rescate para uñas quebradizas
Si notás que ya están débiles, probá esta rutina reparadora:
- Remojalas en agua tibia con unas gotas de aceite de oliva durante 5 minutos, una vez por semana.
- Aplicá una base fortalecedora antes del esmalte.
- Dejalas descansar: alterná semanas sin esmalte para que respiren.
- No retires las cutículas en exceso, solo empujalas suavemente.
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