Los PHs (propiedad horizontal) son protagonistas del mercado inmobiliario, y la vivienda mimada de arquitectos e interiorista.
Y sobre ella enfocamos en la cápsula de contenidos llamada ph DECO, 100 % dedicada a uno de los tipos de vivienda hoy más buscados en el ámbito inmobiliario.

Esta vez, junto con Marcelo Sasso, maestro mayor de obras y arquitecto, reconstruímos el paso a paso de cómo un PH abandonado en el barrio de Villa Crespo, Ciudad de Buenos Aires, se convirtió en el hogar soñado de una joven familia.
Historia de una casa


Los PHs combinan características de un departamento y de una casa, y esa fusión es la que lo convierte en un hábitat único. Además, siempre tienen una historia para contar.
“Florencia y Ariel, una pareja de poco más de cuarenta años con dos hijas mellizas pequeñas, tenían un deseo claro: dejar atrás su departamento que ya les quedaba chico, y encontrar un PH con potencial para transformarlo en su casa definitiva”, cuenta Marcelo Sasso.

El arquitecto lidera su propio estudio PHTIPOCASA y tiene más de 15 años de experiencia en reforma y puesta en valor de casas y PHs.
“La consigna era concreta, pero no simple. Querían una propiedad con carácter, en una buena zona, que permitiera una intervención total sin perder su esencia”.
Recuerdos de una obra “en cuarentena”


“Lo que Florencia y Ariel no sabían era que esa búsqueda, que comenzó justo antes de la pandemia, los llevaría a un viaje tan profundo como transformador”, recuerda explica Marcelo Sasso (en Instagram @marce.sasso), convocado por para ti DECO como experto y asesor de PH DECO.
Y cuenta cómo la llegada de la pandemia complicó todo. “El mercado estaba distorsionado, los precios desparejos y las visitas limitadas. Aun así, recorrimos juntos múltiples opciones: casas tipo chorizo, PHs antiguos, espacios para demoler y empezar de cero. La zona elegida, Villa Crespo, ofrecía muchas de esas gemas escondidas que sólo se revelan a quienes saben mirar”.
Y entonces apareció Velazco, el nombre del proyecto que hoy revelamos, paso a paso.
“Era un PH en planta baja, de 8,66 x 29 metros, con un patio propio, molduras originales en el zaguán, un ventanal imponente, y pisos de venecitas hexagonales de principios de siglo. Estaba deteriorado; fue tomado en el pasado, y había servido como refugio para decenas de perros. Pero tenía algo especial: tenía alma”.
El director de PHTIPOCASA asegura que bastó una primera visita, y no dudar ni seguir buscando. Así que llamó a Ariel —que no había podido asistir— y le pidió su voto de confianza.



“Es esta. No la dejes pasar", le dije. Y así fue. La pareja confió, y así Ignacio Marsico, socio del estudio, fue personalmente a reservarla a la inmobiliaria. “La confianza fue total, mutua y decisiva”, asegura Sasso.
De viejo PH a hogar familiar: una segunda oportunidad

“A pesar de su estado, la propiedad tenía buena base. Su anterior dueño era alguien del rubro de la construcción, y aunque estaba en ruinas, no había sido demolida. Eso permitió conservar elementos únicos que fueron fundamentales en el diseño”.
Desde el primer momento, los arquitectos conversaron y se dedicaron a conocer en profundidad a Flor, Ariel y sus hijas para saber cómo vivían, qué necesitaban y cómo imaginaban su vida de familia en los años por venir. Esa escucha activa es clave. “No diseñamos casas, diseñamos hogares”, expresan como un mantra.
La intervención fue integral, con algunas palabras clave para detallar la obra en general
Rediseñar y modernizar: “Rediseñamos la distribución, restauramos lo que valía la pena conservar y modernizamos todo lo demás, sin perder la esencia original del PH”.
Conservar y adaptar. “Mantuvimos el espíritu clásico de las casas tipo chorizo, incorporando materiales de primera calidad, una paleta cuidada y cálida, iluminación pensada al detalle, y muebles diseñados a medida”.
Crear. “Cada habitación cuenta con espacios de trabajo y juego pensados para las niñas, y rincones acogedores para disfrutar en familia”.

Hoy, esa casa es un reflejo fiel de quienes la habitan. “Es un ícono dentro de nuestro estudio –asegura Marcelo Sasso- Sobre todo, es un testimonio de lo que puede lograrse cuando hay confianza, compromiso y una visión compartida”.

Y concluye: “Visitar hoy a Flor y Ariel, y verlas a las chicas crecer en esos ambientes que soñamos juntos, y sentir que cada rincón respira vida y calidez, es el mejor cierre que cualquier proyecto puede tener”.
Fotos: gentileza PHTIPOCASA.
















