#HistoriasDeCemento: Villa Grampa, una casona italiana en Temperley que guarda vestigios de otra época y se mantiene intacta - Revista Para Ti
 

#HistoriasDeCemento: Villa Grampa, una casona italiana en Temperley que guarda vestigios de otra época y se mantiene intacta

De la mano de Silvina Gerard, todos los miércoles viajamos en el tiempo para conocer los lugares más emblemáticos y pintorescos de nuestro país. En esta oportunidad, te invitamos a sumergirte en la historia de Villa Grampa, una casona italiana de Temperley que desafía al olvido.
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Afuera, las calandrias en riña y un piar desgarra la tarde lenta de otoño. Así es mi entrada en Villa Grampa, con el crujir de la pesada reja de hierro negro, maciza y guardiana, desconfiando a las pisadas nuevas, desconocidas.

"Abrir las puertas, quitar los cerrojos, bajar el puente y cruzar el foso, abandonar las murallas que te protegieron, volver a la vida y aceptar el reto. Recuperar la risa, ensayar un canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida, remontar los cielos". Mario Benedetti.

Conocí Villa Grampa hace unos años, cuando se organizaban tardes de Té y Opera, un concierto lírico en los salones principales de la casa.

La vajilla europea y la mantelería bordada recreaban otra época.

La casona de 750 metros cuadrados cubiertos necesitaba mantenimiento y abrir sus puertas fue una opción pensada para solventar los gastos y reparaciones. La Villa es locación de producciones fotográficas, se filman películas y videos.

Foto: gentileza @villagrampa.

El italiano Bernardo Grampa (1853), originario del Lago di Como, había llegado al puerto de Buenos Aires en el año 1886 con la idea de trabajar en el negocio de materiales de construcción.

Se instala entonces junto a su esposa María Merani en el barrio de La Boca, probablemente cerca de paisanos de su tierra natal. El negocio crece rápidamente de la mano del carbón que comienza a ser un material indispensable para la combustión del ferrocarril que cada vez tendía más vías.

Foto: gentileza @villagrampa.

El Ferrocarril del Sud fue una compañía de capitales británicos que construyó y operó una red de ferrocarriles desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX.

Entre 1870 y 1914 se desató una fiebre ferroviaria. Firmas inglesesas construyeron nuevos tramos del ferrocarril y Temperley se convirtió en la estación intermedia más importante de los ferrocarriles en La Argentina.

Nace el Barrio Inglés que conocemos hoy, con casas para los trabajadores, mixeando diseños de acuerdo con la condición laboral, entre obreros ferroviarios y altos cargos de la compañía que fuera fundada por Edward Lumb en 1862 como Buenos Aires Great Southern Railway.

Foto: gentileza @villagrampa.

Alarmados por un rebrote de fiebre amarilla, el matrimonio decide alejarse de la gran urbe y se hospedan en la casa que precedía la villa actual, una finca de fin de semana. Bernardo y su esposa sueñan construir su Villa Italiana allí, en el barrio que crecía gracias a las actividades del ferrocarril.

Se conservan las calles adoquinadas, las veredas arboladas y las casas que son celosamente custodiadas por Villa Grampa que se eleva sobre el tejido urbano que la rodea por su altura a doble escala.

Foto: gentileza @villagrampa.

Gino Marchesotti y Eugenio Luis Bressan fueron los arquitectos italianos que dibujaron el plano que se ejecutó entre 1910 y 1914. No existe constancia de su presencia en la zona pero se presume, como ocurría en aquella época, que supervisaron desde Italia la marcha de la obra.

Manos de artes y oficios construyeron la villa, basta ver las escaleras de roble de Eslavonia, los frisos en los techos, las arañas, muebles moldeados por eximios ebanistas.

Foto: gentileza @villagrampa.

La casona de estilo neorrenacentista italiano se despliega en dos niveles. Escalones de mármol nos invitan al hall que presume ser el punto central desde donde recorremos las alas de la casa: el área social con señoriales salones y la cocina con dependencias.

En la planta alta se disponen ocho habitaciones y dos baños, grandes ventanas iluminan el pasillo. La residencia está rodeada por un gran jardín en el que se ubicaban las caballerizas.

Foto: gentileza @villagrampa.

Bernardo y María tuvieron seis hijos. Los dos varones nunca se casaron, uno de ellos murió muy joven. Las cuatro mujeres sí se casaron, pero sólo una de ellas tuvo un hijo varón.

El heredero, Julio Bernardo Rossi, hijo de Julia Catalina Grampa y Vicente Rossi se crió como único niño entre los adultos de la familia, conviviendo con los mármoles, sólidos muebles de maderas torneadas, salas renacentistas, objetos encargados por catálogo a Europa, cuadros, cortinados de seda y telas labradas.

Foto: gentileza @villagrampa.

Julio fue ingeniero y vivió en la casa también con sus hijos, atesorando la historia que desafía el olvido.

Fabiana, una de sus hijas, me abrió las puertas y desempolvó recuerdos, anécdotas y misterios que aún faltan develar.

Foto: gentileza @villagrampa.

Entre suspiros, con los lazos familiares que se escapan entre los dedos como piezas de un rompecabezas, sigue el juego como esa niña que espiaba tras las escaleras.

De salida, el piar de las calandrias en reverencia anuncian mi retiro. Ahí seguirán, cantando a las sombras que espían desde la vereda una historia que no tiene olvido.

Por Silvina Gerard (@silvina_en_casapines).

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