#HistoriasDeCemento: Viejo Hotel Ostende, el escenario literario y cuna de una sociedad embriagada de modernidad que sigue intacto - Revista Para Ti
 

#HistoriasDeCemento: Viejo Hotel Ostende, el escenario literario y cuna de una sociedad embriagada de modernidad que sigue intacto

En esta nueva edición de #HistoriasDeCemento y de la mano de Silvina Gerard (@silvina_en_casapines), viajamos en el tiempo para conocer la historia del Viejo Hotel Ostende, un lugar emblemático y arquitectónicamente distinguido en el que se respiran recuerdos.
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Un ancla en tierra y las promesas se amontonan en la proa saltando a un nuevo destino. Es aquí, donde el viento despeina y la marea borra huellas, aquí donde los belgas Fernando Robette y Agustín Poli saltaron de un barco en 1908 con el plan de fundar una ciudad gemela a la Ostende de Bélgica, su tierra natal.

Fotos: gentileza @viejohotelostende.

Para aquel entonces, la zona pertenecía a Martín de Álzaga, casado con Felicitas Guerrero, conocida joven de la alta sociedad porteña. Cuando muere don Martín, en 1870, Felicitas hereda sus tierras: las estancias Bella Vista, La Postrera y Laguna de Juancho.

Fotos: gentileza @viejohotelostende.

Trágicamente, Felicitas muere en 1872 en una confusa discusión amorosa. Sin hijos, las tierras pasan a su padre don Carlos Guerrero, y a la muerte de éste y de su esposa, Felicitas Cueto, los siete hijos del matrimonio heredan los campos que llegaban hasta el mismísimo mar.

Fotos: gentileza @viejohotelostende.

De la subdivisión realizada en 1886, los 25 km de playas y médanos costeros quedan divididos entre las estancias Martín García, La Invernada, El Rosario y Manantiales. Tiempo después, parte de las tierras pasan a manos de Valeria Guerrero, sobrina de Felicitas y, en la década del 40, funda con sus tierras heredadas un balneario que lleva su nombre, "Valeria del Mar".

Luego se asocia al arquitecto Jorge Bunge y dan paso a la forestación y acciones que generan el crecimiento exponencial de la zona balnearia, encabezada por Pinamar, y el rescate de la historia y su edificación histórica.

Fotos: gentileza @viejohotelostende.

Los pioneros bañistas ensayaban su fajina en las costas marplatenses. La Bristol, primer balneario de la costa, preparaba sus playas de cara al verano para las clases acomodadas de la élite rioplatense, la belle époque criolla.

Fotos: gentileza @viejohotelostende.

Corría marzo de 1913 cuando una revista, Fray Mocho, anunciaba la creación de Ostende, pronosticando una villa para el ejercicio del descanso en la costa balnearia. Entre tanto, la revista PBT publicaba una grilla con la cuadrícula urbana loteada para la venta. En ese contexto, se funda oficialmente Ostende el 6 de abril de 1913. 

Fotos: gentileza @viejohotelostende.

Al siguiente año, los anuncios invitaban a conocer otro flamante emprendimiento. De la mano del nuevo balneario, imitando las riberas europeas se funda el Hotel Termas Ostende (actualmente VHO). Afianzar los médanos no era tarea fácil y, a pala y fuerza debieron varias veces barrer el camino hacia la entrada que la arena y sus vaivenes solían tapar.

Fotos: gentileza @viejohotelostende.

Arquitectónicamente distinguido, ostentando dos plantas que con su falsa simetría albergaba grandes salones, bar, jardín de invierno, salas de lectura, esgrima y hasta una panadería propia con un horno de barro que se conserva en la actualidad. Una veleta corona el mirador, ícono inconfundible que remata la obra, identificándolo. 

Fotos: gentileza @viejohotelostende.

Desde su génesis el VHO fue escenario literario, cuna de una sociedad embriagada de modernidad. El hotel ha sido siempre frecuentado por escritores. Algunos, se dice, escribieron sus obras allí.

Fotos: gentileza @viejohotelostende.

Antoine de Saint-Exupéry, autor de “El Principito” redactó sus primeros textos durante sus dos veraneos en Argentina. Aseguran que se hospedó en la habitación 51, hoy visitada por haber quedado detenida en el tiempo, con el mismo mobiliario desde entonces.

Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo escribieron la novela policial "Los que aman, odian", cuya trama transcurre en el hotel.

Fotos: gentileza @viejohotelostende.

La canción “Ostende Hotel” del Indio Solari devela una escena en el bar, por cierto de una ambientación singular. 

Fotos: gentileza @viejohotelostende.

En los pasillos del VHO se lucen bocetos, fotos en blanco y negro, una antigua máquina de escribir que insinúa el ritmo de letras viejas. Se respiran recuerdos y laten sus paredes como tejido vivo. 

Fotos: gentileza @viejohotelostende.

Hoy la elegancia centenaria del VHO sigue intacta. Un halo de luz envuelve a los turistas en busca de las mismas promesas que rezaban los anuncios publicitarios de principio de 1900 “CURACI". Promesas pródigas que nos arrastran hasta Ostende, casualmente para ese mismo fin.

Fotos: gentileza @viejohotelostende.

“El tiempo no espera a nadie” y a los pies del otoño desearemos cumplir las promesas cada nuevo verano. Allí estará, detrás del médano, haciendo frente al frío de los vientos, con el sonido del mar. 

Fuente: Silvina Gerard (@silvina_en_casapines).

Más información en parati.com.ar

   

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