El equipo de para ti DECO ya visitó más de 20 departamentos desde la presentación de para ti DEPTO. Y esta vez toca uno especial, uno casi famoso, sede de los encuentros de culto “Té de colección” organizados por la dueña de casa, Mariela Ivaner, comunicadora y coleccionista de arte contemporáneo.
A ella le encanta recibir a sus invitados en su departamento cubierto de obras de arte que constituyen el corazón y latido intenso de su hogar.
Cuadros de una (íntima) exposición

Visitar y conocer el departamento de Mariela Ivanier –fundadora de la agencia Verbo, dedicada a estrategias comunicacionales- es entrar como en una película, guionada a su medida pero con algunas anotaciones al margen para vivir lo inesperado, en cualquier momento.
El depto está ubicado en el centenario pasaje Rivarola, en el barrio de San Nicolás, cerca del Congreso de la Nación; más precisamente en un edificio que formó parte de un proyecto de construcción arquitectónica en espejo, liderado por los arquitectos Gustavo Adolfo Petersen, Ricardo Otto Thiele y Horacio Cruz.

Las veredas enfrentadas son réplicas exactas, de uno y otro lado, una simetría perfecta. Pero lo que se ve a través de las ventanas de Mariela es único: en el interior de su depto en el primer piso de aproximadamente 140 metros cuadrados, conviven más de 400 obras de arte en pequeño y gran formato. Todas en todas partes al mismo tiempo.
“Es un departamento clásico, bien planificado, al que intervine con arte contemporáneo, de muchos colores”, cuenta la anfitriona de para ti DEPTO #21.

“Es un espacio disruptivo, provocador y rutilante. No hay tanta improvisación, aunque las obras le dan vida propia. Cada una de ellas me interpela y, de alguna manera, marcan y caracterizan el espacio. Es una colección ´hogareña´ y funcional, porque está definida para ser vivida”.
Historia de amor (a primera vista) de un departamento


Mariela Ivanier firmó el contrato de su “depto galería” el 19 de abril de 2021, en el día de su cumpleaños, después de visitar otros dos departamentos en esa misma cuadra y descubrir el que sería suyo. “Me enamoré por completo del lugar e inmediatamente sentí que era para mí”, afirma, y recuerda sus primeros gestos personales sobre el histórico inmueble con una inmensa sonrisa.
“Aunque estaba en un muy buen estado, en plena post pandemia se dificultó realizar los mantenimientos necesarios para que pudiera trasladarme a este hermoso departamento. Sin embargo, antes de la mudanza, el espacio ya empezaba a convertirse en el departamento que es hoy, y todas las noches había pequeñas juergas entre amigos que venían a conocerlo”.
En esta parte de la historia, Mariela Ivanier cuenta de su vida anterior, de su hogar anterior, junto con su hija Mora, en un departamento en la calle Humberto Primo. “Muy de a poquito, fui llevando mis cosas, de allá para acá, porque el departamento que compartí con mi hija. por más de 18 años, estaba absolutamente armado”.


Entre sus cosas, por supuesto, su colección de arte contemporáneo se abrió camino entre cada uno de los ambientes, los pasillos y en un pequeño “patio aire luz” convertido en una especie de pecera donde vive y flota un pez omnipresente, obra de Mariano Indij.
Dato: Mariela Ivanier compró su primera obra de arte en 1993. “Era un Paula Socolovsky gigantesco. Tuvo su lugar en la oficina de Venezuela y Tacuarí, en una de mis casas, en la habitación de Mora de Humberto Primo, y ahora, va rumbo a ser restaurada para formar parte de la nueva oficina que estamos armando, en el primer piso de la Sociedad Central de Arquitectos. Es una obra muy bonita que estoy contenta de que me acompañe en mi vida”.
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House Tour: una casa galería y la Colección Rivarola

El recorrido por el departamento de Mariela Ivanier empieza por un espacioso hall que dialoga visualmente con el patio del pez azul. Avanzando hacia el otro lado, hay un pequeño y luminoso ambiente al que ella llama “el bar azul” porque es el espacio de su rincón de bar y tragos, y está diseñado y decorado en azul.
“En mi casa, el color azul predomina, pero dejo lugar a que cada espacio viva en sus propios colores, haciendo de cada ambiente un lugar único”, explica Mariela la paleta de colores intencionada de su hogar.



En el comedor y la habitación predominan el rojo; la biblioteca es verde y la cocina, amarilla. “No solo los colores marcan cada espacio, sino que también las obras que habitan en ellos”.
Todos forman parte de la iniciativa “depto tomado” -durante dos tardes y noches al mes- a las que convoca personalmente Mariela Ivanier bajo el ya icónico título “Té de Colección”.
“Es un encuentro que reúne a amigos, empresarios y referentes de la cultura, el arte y la política. A veces, son temáticos, acordes a algún evento o situación que nos invite a celebrar”.

Entre copas, picadas y platos, su propuesta de anfitriona es “compartir un momento agradable, crear lazos entre los convocados y recorrer ´la Colección Rivarola´”, el pulmón y respiro profundo para la contemplación plena de su hogar.
“Este departamento surgió con las obras de arte. Es una apetencia que tengo y una necesidad. Elegir donde colocar cada pieza de arte es un juego que llevamos adelante con mi montajista y asesora, Mariana Gallegos del Santo, hace ya siete u ocho años”, cuenta Mariela.
“Las obras se enamoran unas de la otras y necesitan estar acompañadas por aquellas que comparten su lugar. No resulta difícil encontrarles su espacio, encajan a la perfección y permite recibir obras nuevas. Es, sin duda, una casa y una colección, preparada para ser vivida cotidianamente”.

Aunque lo visitamos temprano en la mañana, la dueña del depto advierte que su mejor momento del día es el atardecer y la noche, cuando la luz natural –que no es demasiada- deja lugar a “la iluminación -que es fantástica- diseñada por la arquitecta Rosalba Smulevici y las consultorías de Cinthia Atlas –adjudica Mariela los méritos- A esas horas el departamento cobra especial vida. La luz resalta cada rincón y permite ver en detalle cada obra”.
Un piso compartido con el arte y los seres queridos

“Los invitados suelen sorprenderse enormemente cuando se encuentran con la colección -cuenta Mariela de la mirada de los otros sobre su afición artística- Dicen que ¡necesitan semanas enteras para mirarlo todo! Y cuando vuelven, siempre ´descubren algo nuevo´ que la mayoría de las veces ya estaba allí... Son lindas reacciones”.
Lo que pasa alrededor de las obras es lo que pasa en el depto de Mariela Ivanier. “Creo que muchas de las cosas que movilizan a las personas cuando miran mis obras, o mejor dicho las obras que están en mi casa, porque no son mías, son de los artistas, son íntimas, personales”.


Y sugiere que a veces no hace falta que compartan abiertamente lo que sienten, pero hay señales... “En sus rostros ves reflejada alguna emoción profunda, incluso una lagrimita”.
Antes y después de recibir a sus cientos de amigos y conocidos alrededor de sus bellas artes, Mariela comparte su hogar principalmente con su compañero, el diseñador gráfico, Santiago Arce, con su hija, Mora, con sus hermanos, Analía y Diego, y con su papá, Hugo.

“Tuve la suerte de disfrutarlo también con mi mamá, que falleció hace tres años. Ella era una persona con un sentido estético inmenso y una elegancia infinita. De alguna manera, que conociera mi departamento, aprobara mi elección y le pareciera que este era el lugar para mí, fue fundamental. Hasta creo que apuré la compra para que alcanzara a verlo”.
Producción y Texto: Juan Martín Cutro. Fotos: Rocío Bustos. Diseño de Tapa Digital y retoque: Roshi Solano.

















