“En mi casa se hablaba de arte en la mesa”, recuerda Antonio Llambías, creador de Valuarte, el estudio de interiorismo y mobiliario de edición limitada que inauguró en un PH de Recoleta.
Nieto del escultor Carol Navarro Ocampo, hijo de una interiorista y sobrino de Dolores Navarro Ocampo, fundadora de Puro Diseño, Antonio creció rodeado de creatividad y conversación estética.

“Vengo de una familia muy estética. Hay familias que hablan de política o de filosofía; en la mía se hablaba de arte, de materiales, de estilos que combinan o no”, cuenta.
Y ese legado se tradujo en una mirada singular sobre los objetos: piezas con espíritu, equilibrio y movimiento.
Antonio Llambías: el arte como herencia

El apellido Navarro Ocampo es sinónimo de arte, y Antonio honra esa tradición a su modo: con hierro, acero y poesía.
De su abuelo escultor heredó la pasión por las estructuras y la materia. “De él heredo el fanatismo por chimeneas y escaleras”, confiesa. También, el impulso de escribir: Llambías acompaña cada una de sus creaciones con un poema propio.
Inspirado por las pirámides mayas y el brutalismo paulista, sus diseños proponen un diálogo entre lo arcaico y lo contemporáneo. “La recta la inventa el ser humano”, describe, y lo demuestra en cada pieza: rigor técnico y gesto artístico conviven en armonía.

Durante la pandemia Antonio Llambías creó Valuarte a la que él presenta primero aclarando lo que no es: no es una tienda ni showroom; Valuarte funciona como un estudio “speakeasy del diseño” que se puede conocer con cita previa. “Todo está creado para que cuando entres te sorprendas”, asegura.
El espacio combina obras de artistas invitados —ceramistas, escultores, fotógrafos— con las líneas propias de mobiliario que Antonio desarrolla junto a su equipo. “Tenemos una curaduría rotativa. Es como un lado B del estudio que me encanta”, explica el anfitrión de Valuarte.

Durante los meses de confinamiento en el 2020, el joven diseñador comenzó a experimentar con planchas de acero. Así aparecieron sus primeras piezas, Jazmín, Feca y Clarita, que marcaron el ADN de la marca: diseño conceptual, carácter fuerte y manufactura impecable.
“Me molesta cuando se dice qué material es noble y cuál no –advierte y sostiene la frase como un manifiesto- Yo agarro el acero y le doy valor desde el diseño. Fundé mi estudio porque intento generar conceptos y que los ambientes tengan sentido. Eso es lo lindo del interiorismo: poder verte a través de tu espacio”, expresa su propósito de trascender lo decorativo.


“Un objeto no nace de la función sino de su alma”, enfatiza Antonio Llambías, que representa una nueva generación de diseñadores argentinos que entienden el diseño como lenguaje, emoción y herencia.
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“Una silla no es solo una silla. Va más adentro.” Con esa idea, Antonio Llambías presentó su última creación: la silla Quilla Cantilever, que debutó durante el primer Conversatorio de Valuarte en Buenos Aires.
El proceso le llevó cuatro años. “La silla es el sueño más grande de un diseñador. Tiene que ser liviana pero fuerte, cómoda y estética. Y además, decir algo.” Así nació una pieza facetada que se anima a cuestionar la curva como único camino hacia el confort.
El respaldo, dividido en dos, libera la tensión de la columna y permite que el cuerpo se entregue a la estructura. “En una silla, ¿qué buscás… movimiento o contención?”, se pregunta Antonio. Las patas cantilever de caños basculantes completan el juego de equilibrio y dinamismo.

“Cada pieza tiene que ser interesante, tiene que proponer algo”, sostiene. Aunque admite que nunca siente una obra del todo terminada: “Ahora estoy conforme, pero el año que viene seguro querré cambiar algo. Lo más lindo es poner la firma y dejar que la pieza hable por sí sola.”
Recientemente, Antonio Llambías participó en Design Week México 2025, dentro de la muestra Inédito, con su obra Pararrayos, un candelabro tan poético como técnico.
Concebido a partir de una plancha de aluminio serie 5000, el objeto se transforma con un simple gesto: el plegado manual que convierte la superficie en estructura. “Este objeto invita al usuario a ser parte del proceso constructivo”, explica.

Mesa Jazmín 
Mesa Jazmín
La pieza —coronada por una vela de cera de abeja— evoca la silueta de un rascacielos que “atrae energía”, y propone un diálogo entre industria y artesanía. “El usuario completa el círculo, dando forma al metal mediante una curva controlada, sin herramientas”, resume Llambías.



