Comprar una heladera no es cualquier compra. Es uno de esos electrodomésticos que te acompaña durante años, que está prendido las 24 horas y que tiene que bancarse desde freezar y conservar alimentos hasta guardar los tuppers con sobras del domingo.
Por eso, antes de dejarte llevar por el diseño o una oferta tentadora, conviene tener en cuenta algunos puntos clave.
Cómo elegir la heladera
El tamaño sí importa (y mucho)
Antes que nada, medí bien el espacio donde va a ir. No solo el ancho y el alto: también el fondo, y si tiene espacio para abrir la puerta sin que choque con nada. Parece obvio, pero pasa más seguido de lo que creés.
Además, pensá en el uso real que le das: ¿vivís sola o son familia numerosa? ¿Cocinás todos los días o solo guardás bebidas y frutas y verduras? A mayor capacidad, más consumo... pero también más comodidad.
El consumo energético: que no te llegue una sorpresa en la boleta
Fijate la etiqueta de eficiencia energética. Las heladeras clase A o superior consumen menos energía y a la larga lo vas a notar en la factura.
Hoy en día, muchas marcas ofrecen modelos con tecnología inverter que ajustan la potencia según la necesidad y son más silenciosas y eficientes.
Distribución interior: que todo tenga su lugar
No todas las heladeras tienen la misma lógica interna. Rejillas ajustables, cajones separados para frutas y verduras, compartimentos especiales para botellas, estantes en la puerta… mirá bien cómo está organizada por dentro, porque eso define si es cómoda o un dolor de cabeza diario.
Con o sin freezer (y qué tipo)
Si cocinás mucho o te gusta tener comida congelada lista, el freezer es clave. Podés optar por:
- Combi (freezer abajo): muy cómoda para no agacharte todo el tiempo.
- Top Mount (freezer arriba): la clásica de siempre.
- Side by Side (tipo puerta doble): más lujosa, ideal si tenés mucho espacio y te gusta tener todo bien a la vista.
El diseño también cuenta (pero que no te nuble)
Hoy hay heladeras para todos los gustos: inoxidables, blancas, negras, retro, minimalistas… El diseño suma, claro, pero no te dejes llevar solo por la estética.
Primero chequeá que cumpla con lo básico: que enfríe bien, que no haga mucho ruido y que tenga buena garantía.
Tip extra: pensá a futuro
Una heladera es una inversión. Por eso, antes de decidirte, pensá si ese modelo se adapta a tus planes a futuro: agrandar la familia, mudarte, cambiar de dieta, etc. Elegí una que te acompañe en tus cambios, no que te limite.
Porque si hay algo que usamos todos los días, todo el año, es la heladera. Elegila con cabeza (¡y con onda!).
Fotos: Pinterest.
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