Durante nuestra vida diaria, nos enfrentamos a diferentes estresores. La médica endocrinóloga Laura Maffei nos explica qué podemos hacer.
Es muy común que durante nuestra vida nos enfrentemos a diferentes estresores (cualquier objeto, suceso o situación del pasado, presente o futuro que genera diferentes reacciones en nosotros y permite que tengamos diversas formas de afrontarnos a los nuevos escenarios).
Existen dos tipos, por un lado los estresores absolutos, que suponen una amenaza para la vida, un riesgo mortal. Son situaciones dónde no hay tiempo para la evaluación ni la racionalización. El cuerpo se activa para realizar cualquier cosa, incluso cosas que jamás pensó. Por otro, los estresores relativos, que son aquellos que nos afectan en la vida cotidiana, pero no ponen en riesgo nuestra supervivencia. El impacto permanente de estos estresores no permite que nuestro organismo se reponga del efecto de la adrenalina y el cortisol, y esto produce que nunca desactive su estado de alerta.
No hace falta un gran acontecimiento para convertirnos en presos del estrés. Son estos estresores murmurantes quienes nos acompañan día a día, sin darnos tiempo a veces para recuperarnos.
La Dra. Sonia Lupién, fundadora del Centro de Estudios sobre el Estrés Humano, define al acrónimo C.I.N.E como las características que debe tener una situación para desencadenar un aumento de las hormonas de estrés.
C: Pérdida de control
I: imprevisibilidad
N: Novedad
E: Afectación del ego
En un estudio en el que se relacionó la reactividad y el nivel de estrés en poblaciones comparables de Brasil y Canadá, se demostró que los brasileños tienen estos ítems aumentados en relación a los canadienses. Pero, ¿en Argentina que sucede? ¿Qué película nos hacemos en el C.I.N.E argentino en relación al estrés? Lamentablemente no se ha realizado un estudio similar en nuestro país, pero sí notamos que los síntomas de estrés crónico están presentes desde hace tiempo en nuestra comunidad.
No podemos definir a cuál de los 4 ítems del acrónimo somos más sensibles en un enfoque social, pero evidentemente hace mucho tiempo que los argentinos perdimos el control de muchos sucesos. La imprevisibilidad aún dentro de la pandemia domina, lo nuevo forma parte del día a día y no nos sacamos 10 en autoestima (ego).
También es verdad que en forma individual cada persona es sensible a uno o a todos estos ítems que componen el acrónimo. Algunos a la pérdida de control de un hecho, otros a la imprevisibilidad, otros a lo nuevo y otros a la mirada de los demás, por ejemplo. De esa forma es muy posible, aunque no esté documentado como en el estudio mencionado, que nuestras hormonas de estrés estén elevadas en forma constante.
Cuando esto sucede, el sistema de regulación de estrés se perturba y esto lleva a una producción inadecuada de nuestras hormonas de estrés, el cortisol y la adrenalina provocando alteraciones emocionales (como cansancio, depresión, ansiedad, falta de motivación) y físicas (como diabetes, aumento de peso, infartos, ACVs, dermatitis, enfermedades autoinmunes o malignas, susceptibilidad a las infecciones, entre otras).
Entonces, ¿qué hacer y cómo recuperar el buen funcionamiento de nuestras hormonas de estrés?
Utilicemos recursos y estrategias de afrontamiento para nuestros estresores. Pasemos nuestra diaria optimizando nuestro estrés y adaptándonos a lo nuevo. Las hormonas de estrés en su nivel óptimo son las mejores herramientas para lograr nuestra mejor versión. ¡Probemos de optimizarlas!
Fuente: la Dra. Laura Maffei (M.Nº 62441.), es endocrinóloga de amplia trayectoria y referente en su área a nivel nacional e internacional. Directora de Maffei Centro Médico. @dralauramaffei