La pérdida de un hijo es uno de los dolores más profundos que puede experimentar una persona. Pero cuando se trata de la muerte de un nieto, ese dolor se multiplica. Los abuelos no solo deben lidiar con la pérdida de ese ser querido que representa continuidad, inocencia y futuro, sino que además acompañan el sufrimiento de sus propios hijos. En ese doble rol —el de dolientes y sostenes emocionales— muchas veces su dolor queda opacado.
En los últimos días, la trágica muerte de Mila Yankelevich, hija de Tomás Yankelevich y nieta de Cris Morena y Gustavo Yankelevich, volvió a poner este tema sobre la mesa. ¿Qué pasa cuando se muere un nieto? ¿Cómo se transita un duelo tan inesperado y brutal?
Ante este dolor tan difícil de nombrar, consultamos a la Lic. Iara Barbuscia (MN : 76280 y MP 86096), psicóloga, para comprender qué ocurre en estos casos y cómo puede una persona empezar a transitar el proceso de sanación.
Qué es el duelo: "Como un montaña rusa"
“El duelo es una palabra de origen latino que significa dolor. Es un proceso que una persona atraviesa frente a la pérdida de algo o de alguien significativo en su vida”, explica Barbuscia. Y aclara que, aunque el tiempo ayuda, no existe una cura instantánea para el dolor: “El duelo requiere tiempo, pero no es lineal. Es como una montaña rusa. Cada persona lo transita de manera diferente”.
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Durante este proceso, pueden aparecer síntomas emocionales, físicos y psicológicos: tristeza, frustración, enojo, culpa, falta de energía, insomnio, pérdida de apetito, pensamientos intrusivos. “El cuerpo también se prepara para enfrentar la ausencia”, señala.
Y destaca que no todos los duelos son iguales. “Hay duelos anticipados, cuando la pérdida se espera, como en una enfermedad. Y otros más abruptos, como este caso, que son abrumadores y muy difíciles de procesar”, subraya.
Qué nos sucede ante la muerte de un niño
Cuando se trata de la pérdida de un niño o un adolescente, las emociones se intensifican. “Aparecen sentimientos de incertidumbre, impotencia, tristeza y una fuerte conmoción emocional”, dice la especialista. “Uno espera que la muerte llegue en la vejez, no en una vida tan joven. La pérdida no es solo del ser querido, sino también de todos los proyectos que estaban por venir”.
En los adultos, esa ruptura del ciclo natural genera una desestabilización profunda. “El impacto emocional es enorme porque no se espera que alguien tan joven muera, y menos de forma repentina”, explica Barbuscia.
Cómo se puede transitar el duelo
En el consultorio, la profesional trabaja con estrategias para acompañar este proceso. “Primero, validamos el dolor y lo aceptamos como parte de la vida. Es fundamental conectar con las emociones, aunque sean desagradables”, afirma.
También se abordan los pensamientos intrusivos y la autocrítica: “No todo lo que pensamos en duelo es una verdad absoluta. Es importante observar esos pensamientos y dejarlos pasar”.
Otra herramienta clave es sostener las rutinas, en la medida de lo posible. “El dolor puede llevarnos a encerrarnos, pero seguir con algunas rutinas nos ayuda a reconstruirnos. La vida cambia, pero continuar con lo cotidiano es parte de ese proceso de reconfiguración”, señala.
Además, destaca la importancia de la red de apoyo emocional. “Amigos, familia, trabajo, estar acompañados es clave. Pero también es necesario encontrar momentos para estar con uno mismo y sentir lo que duele, sin apurarse a salir de ese estado”.
¿Y si no quiero hacer terapia? La importancia del acompañamiento profesional
Muchas personas evitan iniciar un tratamiento psicológico, sobre todo cuando sienten que el dolor es tan grande que no puede aliviarse. Sin embargo, Barbuscia señala que el acompañamiento profesional es esencial.
“En terapia no vamos a quitar el dolor de inmediato. Lo que hacemos es acompañar para que las emociones no lleven a conductas disfuncionales”, explica. Y agrega: “Los profesionales brindamos herramientas para atravesar el duelo sin evitarlo, y ayudamos a que las personas no se alejen de sí mismas”.
La especialista también destaca que la terapia permite poner en palabras lo que se siente, lo cual es una forma fundamental de atravesar el proceso: “Observar las emociones, validarlas y no quedarse atrapado en pensamientos de culpa o autocrítica ayuda a que el dolor no se vuelva absoluto”.
Reflexión final: permitirse sentir, pedir ayuda y no exigirse estar bien
Como mensaje final, Barbuscia deja un consejo claro y empático: “Es importante sentir ese dolor sin juzgarlo, entender que no hay una forma correcta ni tiempos definidos para transitar el duelo”.
Llorar, hablar, sentirse mal, tener miedo y apoyarse en otros son pasos necesarios. “Validar las emociones, pedir ayuda profesional si se puede, y permitir que el dolor se exprese, aunque incomode”, enumera.
Las fechas importantes —cumpleaños, fiestas, aniversarios— serán dolorosas, “pero con el tiempo, el dolor puede cambiar. No sé si dejará de doler, pero puede doler menos”, dice.
Y concluye: “No hay que exigirse estar bien. Está bien pedir ayuda. El dolor no desaparece de un día para el otro, pero puede transformarse en algo más llevadero”.
Lic. Iara Barbuscia, psicóloga, Instagram: lic.iarabarbuscia
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