"Mi separación fue un proceso de cambio muy intenso, un cambio de piel": Emilia Zavaleta en primera persona - Revista Para Ti
 

"Mi separación fue un proceso de cambio muy intenso, un cambio de piel": Emilia Zavaleta en primera persona

Emilia Zavaleta, hija de la trilliza de Oro María Emilia y Clemente Zavaleta, nos propone recorrer el camino emocional cada vez que el cuerpo nos trae un síntoma. Y nos cuenta lo que vivió cuando se separó. Entre dolores físicos, señales del cuerpo y una transformación profunda, cuenta cómo reconstruyó su vida desde adentro hacia afuera.
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"No soy intelectual, escribo con el cuerpo.” Clarice Lispector

Hace unos meses me había empezado a doler mucho el gemelo. Me diagnosticaron “periostitis tibial”; el músculo que está cerquita de la tibia estaba lastimado. Lo había sobreexigido. A eso se le sumó la falta de elongación antes y después de hacer deporte de impacto, como el tenis. Me dediqué a nadar y a hacer kinesiología.

Pero muy dentro mío sabía que detrás de esa lesión, había algo más. El cuerpo físico trae un montón de información con cada dolencia. Lo que intenta transmitir es la EMOCIÓN QUE SE CREA DESDE LA MENTE.

Emilia Zavaleta
Emilia Zavaleta

El cuerpo habla. Y pocas veces lo queremos escuchar. Da señales constantes y en ocasiones nos enseña que los “accidentes y torpezas” vienen a decirnos algo. Si tuviera que ponerle una voz al cuerpo estaría todo el día enviando comunicados, advertencias e intuiciones, como si fuera una caja radial dentro de mí, pero que carece de sintonización.

Tendemos a separar la mente del cuerpo y a su vez del alma. Los “temitas de la cabeza” los hablamos con un terapeuta. Los cuidados físicos con el médico. Y el alma... cada uno como le venga mejor: la música, la escritura, la lectura, el abrazo, la charla. ¿Pero si pensamos en integrar cada pieza como un todo? ¿Bailar escuchando música con nuestros hijos sin pensar nada más que en el presente? ¿Nadar en la pileta imaginando que lo hacemos con lobos marinos?

Existen múltiples maneras de fusionar cuerpo - mente - alma. La quietud es una de ellas, y muy potente. Poder decir que “no” a las alternativas distractoras que ofrece el sistema y quedarse con uno mismo, una hora, una mañana, un día. A mí la periostitis tibial me dio la oportunidad para sentarme a avanzar con mi novela, ordenar mi casa, armar un animal con objetos reciclados para el colegio o caminar escuchando un podcast sobre historia argentina.

Integrar el cuerpo

El cuerpo hace una lectura de nuestra vida y, de alguna manera, se las “agarra” con la mente en una pelea sin sentido. Cada uno sostiene una posición diferente sobre lo mismo (los nervios, el estrés, el miedo, la angustia). La salida más evidente es la contractura, la mala digestión, un bloqueo o una simple caída. El cuerpo recurre a medidas extremas sacarnos de nuestra rigidez mental. Me duele el gemelo, ¿qué me impide avanzar? ¿A qué le tengo miedo? ¿Dónde estoy forzando mis movimientos y para qué tanta velocidad? ¡DETENTE!

Emilia Zavaleta
Emilia Zavaleta

Tenemos dos hemisferios muy marcados en nuestro cuerpo: el femenino del lado izquierdo, (al revés que en el cerebro), que representa la creatividad, la percepción y la intuición. Y el masculino del lado derecho, relacionado a la acción, el lenguaje, la gestión y el impulso. Entonces lo que creemos que es real o las palabras con las que nos hablamos internamente tiene sus repercusiones físicas.

Y de forma inversa, el cuerpo nos da aviso de la sobrecarga en la que estamos inmersos nos obliga a escuchar. Estamos perfectamente diseñados para que cada parte cumpla su función. Si no atendemos a cada una, y luego no las integramos, caemos en el interminable agotamiento somático.

La verdad en el cuerpo

A mi amigo y editor Guz, le hicieron una operación abdominal esta semana. Esa intervención quirúrgica fue para él un verdadero “baño” de realidad. Me hizo recordar la operación de hernia que me hicieron hace poco más de dos años y que coincidió (aunque NADA es casual) con mi separación. La ruptura más dolorosa que una persona puede tener.

Abrí heridas que estaban tapadas con capas de gasas que impedían entrar la luz. Fue el comienzo de un proceso de cambio muy intenso, un cambio de piel, justo en este año de la serpiente en el zodiaco chino. Me rompí como el cóndor lo hace con su pico para resurgir. Dejé salir el agua contenida por años, como ríos después del deshielo. Miré de cerca mis cicatrices y les puse nombre: ¡Tengo un árbol genealógico en mi cuerpo!

Se me hicieron callos y aparecieron más arrugas con las que empiezo a amigarme. Y sé que tengo muchas batallas por delante todavía. Pero no voy a culpar al cuerpo por los dolores, al contrario, aprendí a agradecerle por avisarme y acompañarme en cada una de ellas.

Hay momentos en los que el cuerpo se somete a los extremos para darte una nueva perspectiva de la vida: ¿Quiero darme cuenta de cómo estoy viviendo? Afortunadamente estamos en la era de la conciencia, donde los chakras y las energías son parte de nuestro lenguaje. Donde la memoria celular y las terapias holísticas se incorporan cada vez más en nuestra vida.

Pero lo comprendés una vez que lo encarnás. Y cuando eso sucede se abre el camino de la sanación. ¿Cómo? Se sintoniza la frecuencia interna y comenzás a dejar que el cuerpo hable todo lo que tenga que hablar. Pero si por diferentes razones continúa silenciado, las manos se convierten en sus portavoces.

Mi hermana está embarazada de su segundo hijo. Le falta poco tiempo para tener una beba sana y feliz. Pero estuvo sumida en un cansancio extremo en el último tiempo y comenzó a tener mareos y náuseas no tan usuales en su historial clínico. Su cuerpo y el de su hija le pidieron de una forma impetuosa que “bajara varios cambios”.

La mente la llevó por lugares donde encontraba presentimientos negativos. Su alma le exigió pedir ayuda y amor. Y así está logrando regular las partes, con un reposo sanador y la contención de sus seres queridos. Y algo más; el mimo, el abrazo, un instrumento musical, cocinar, hacer cerámica: EL PODER SANADOR DE LAS MANOS.

A través de las manos somos canalizadores de todo lo nos pasa. Ellas nos liberan de las tensiones con los movimientos y la sensibilidad de la piel. La pintura, la escritura, la escultura, la carpintería, las caricias, los masajes son todas conexiones entre nuestro cuerpo emocional y el mundo: la unidad y lo colectivo. Por eso es tan lindo reunirse con la gente que uno quiere, charlar detectando los gestos compartidos con otra persona, leer una sonrisa con los ojos, o calmar el enojo con el tacto.

El cuerpo se enferma y el cuerpo se cura. Las civilizaciones ancestrales utilizaban métodos de depuración para prepararse para batallas, ceremonias bautismales, o partos. El muy conocido Temazcal, tradición azteca, tenía funciones higiénicas, terapéuticas y religiosas (cuerpo - mente - alma). Consistía en permanecer dentro de la Madre Tierra con el vapor de piedras volcánicas que limpiaban a los guerreros para los próximos desafíos. En otros lugares se usaban plantas medicinales, hongos y otras herramientas de la naturaleza que buscaban principalmente integrar esas partes del ser en armonía y purificación.

Habitar el cuerpo

Hace pocos meses parió una prima mía. El milagro más increíble de la naturaleza. El cuerpo duele, molesta, se desgarra, se abre, llora y grita, sangra. Me acordé de mis partos (las mujeres tendemos - por suerte a veces jaja - a olvidar esos “dolores”) y la impresionante capacidad del cuerpo de sanar, volverse flexible y a la vez irrompible. Siempre y cuando, lo respetemos, lo cuidemos y lo amemos tal cual es.

Como mujeres tenemos que saber que nuestra purificación ocurre todos los meses con la menstruación. Que la luna nos acompaña en las mareas de la mente y que el cuerpo se integra en una profunda sabiduría cuando pasamos a una edad mayor. Mejor es no resistirse. No se trata de hacerle la guerra, ni agredirlo por sus “incapacidades”. Sino más bien de visualizarlo como el templo donde habita mi alma y evoluciona mi mente.

El cuerpo real

¿Entonces cuál es la subjetividad del cuerpo sino la mirada ajena donde buscamos reconocimiento? ¿Y si dejamos de tapar nuestras dolencias con los parches y nos adentramos en las sensaciones y emociones más profundas detrás de ellas? Tal vez el cuerpo tenga la respuesta.

Vuelvo de unos días en el mar. Fui a recargar energías, respirar y nadar en el agua helada. Reírme a carcajadas con mis hijos y charlar mucho con mi mamá. Y por sobre todo escuchar a mi cuerpo que es lo mismo que SENTIR, SIN DEJAR QUE LA MENTE SE INTERPONGA. Armemos nuestro propio DETOX INTEGRAL y PONGAMOS ATENCIÓN AL TEMPLO QUE NOS CONTIENE.

“Muchos libros pueden informarte, sólo la experiencia puede TRANSFORMARTE.” Tengo un par de recomendaciones para esta COLUMNA:

Lectura “El cuerpo en que nací” y “La hija única” de Guadalupe Nettel, una autora mexicana contemporánea que tiene al cuerpo como protagonista en sus obras desde el sentir y pensar.

Lectura para quienes se animan: “La hora de la estrella” obra sublime de una autora sublime, Clarice Lispector. Les dejo dos cuentos “Amor” y “Monos” para leer acá.

Taller de restauración de muebles de mi amiga Jime, un espacio donde lijas hasta el fondo y descubrís tu verdadero tesoro interno.

Fuente: Emilia Zavaleta, @sermulanas

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