#AmorEs: se enamoraron en la secundaria, planificaban vivir juntos en el exterior pero se separaron porque él descubrió que ella tenía una doble vida - Revista Para Ti
 

#AmorEs: se enamoraron en la secundaria, planificaban vivir juntos en el exterior pero se separaron porque él descubrió que ella tenía una doble vida

Las historias de amor pueden tener toda clase de finales: incluso esos de sabor agridulce que nos generan una sensación de desazón. La de hoy es una de esas, basada en personas reales, donde una verdad salió a la luz y fue demasiado para poder seguir adelante estando juntos.
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Camila y Santiago se conocieron a los 12 años, cuando ambos comenzaron la secundaria en un colegio comercial ubicado en un pueblo rural de la provincia de Buenos Aires. Se llevaban, como se dice por ahí, "a las patadas": siempre opinaban diferente y se trenzaban en luchas discursivas sin sentido que el resto de sus compañeros de curso disfrutaba.

Todos opinaban que eran un caso típico de "opuestos que se atraen", una manera que tenían de no asumir que se gustaban demasiado. Y fue así que un día, cuando ambos ya habían cumplido los 16, que comenzaron a verse de otra manera... tal vez se cansaron de pelearse y pasaron a un nuevo nivel. Estaban en una "joda" junto a un grupo de compañeros y quien pasaba música se puso nostálgico, dando rienda suelta a una playlist de los años ´90. Cuando sonaron los primeros acordes de "La Pachanga" (el conocido hit de Vilma Palma e´ Vampiros) los dos salieron a bailar: conocían el tema por sus respectivos padres, que habían transcurrido parte de su adolescencia en aquella década y solían escuchar, de vez en cuando, ese tema por diversión.

El resto de sus amigos los miraban con una sensación que iba entre el asombro, la risa y el "cringe" (un anglicismo que usan los más jóvenes para decir: "me das vergüenza ajena"). Pero, mientras bailaban, no pararon de mirarse y de sonreír. Terminó el tema pero ellos seguían enganchados hablando de las canciones que escuchaban junto a sus papás. Esa noche terminó con un apasionado beso. Y ese beso fue el principio de su noviazgo.

A partir de esa noche pasaron a ser "la parejita del curso": compartieron el viaje a Bariloche, la Fiesta de Egresados y el fin de la secundaria. Y dieron juntos los primeros pasos en el amor y la intimidad. Se adoraban y se llevaban de maravillas, aunque de vez en cuando salían a flote sus viejas rencillas y, ahora en modo humorístico, volvían a enfrentarse en el discurso.

Al finalizar el colegio, comenzaron sus carreras universitarias: él Programación y ella, Marketing. Se mudaron a vivir juntos a La Plata y fue allí donde empezaron a pensar cómo sería su vida juntos.

Foto: Pinterest

Los días transcurrían entre largas jornadas de cursada y el tiempo que les llevaba a cada uno su trabajo: mientras él había entrado en un banco, ella comenzó a atender en un centro de estética, donde rápidamente quedó como encargada. Las propinas que recibía por sus servicios hicieron que cada vez trabaje más horas y curse menos, tratando de aprovechar que tenía muy buenos ingresos. Primero renovó los muebles del departamento que alquilaban. Le compró a Santiago unas zapatillas importadas, ropa de marca y un perfume exquisito. Ella, por su parte, tenía un guardarropas digno de una influencer y, de a poco, se fue dedicando cada vez más a esa actividad: promocionaba el centro de estética con una gracia y una naturalidad que la hacían ganar seguidores por miles.

Los trabajos de ambos iban muy bien, pero la relación comenzó a resentirse. Santiago estaba ya cursando sus últimas materias y había cambiado de trabajo: ahora iba de modo presencial y este fue un cambio que le costó aceptar a su novia. Veía que usaba su ropa nueva, su perfume y que ciertos días volvía tarde porque "pintaba el after" con sus compañeros. Ella se sentía inquieta, lo veía distinto y temió que sus intereses también hayan cambiado. Entonces, comenzó a preguntarle -cada vez con mayor insistencia- qué hacía y con quién pasaba el tiempo cuando no estaban juntos. Con el correr de los meses, la situación se volvió difícil de sostener: él estaba cansado de dar explicaciones de cosas que no sucedían y a Camilia le costaba concentrarse en sus actividades. Ya había colgado el último año de facultad y estaba dedicada por completo a su actividad en las redes, con las que tenía un ingreso cada vez más importante: había logrado comprar un auto 0 kilómetro.

Foto: Pinterest

Como se querían -y mucho- los dos pensaron en salir de lo que llamaban "el bache" haciendo un cambio: aprovecharon la movida, ya que a Santiago le habían ofrecido un puesto de trabajo en Madrid. Entonces, los dos se pusieron a organizar el viaje. Camila se abocó a organizar las valijas y a sondear dónde iban a vivir: había hecho una búsqueda en una página de Madrid que le había recomendado la prima de su novio. Esa noche, a un mes de partir -agotada por los preparativos- se había quedado dormida con la computadora encendida.

Santiago había salido a cenar con los chicos de la facultad que le habían organizado una despedida. Entró al departamento y encontró a su novia dormida en el sofá, vio que la computadora estaba encendida y se pudo a mirar los alojamientos que ella había puesto en "favoritos". Mientras miraba uno y otro le comenzaron a caer notificaciones de una aplicación que no conocía. La abrió para cerrarlas, ya que le molestaban para continuar navegando. Y se encontró con algo que lo dejó perplejo: Camila tenía un perfil en una página para adultos donde publicaba fotos íntimas. Su chica de pelo castaño y ojos color avellana se había transformado una "bomba" rubia, con mucho maquillaje y toda clase de atuendos de látex. Tenía un seudónimo, "CatWoman" y, por lo que se veía, una gran clientela.

Se quedó incapaz de moverse durante un buen rato, mientras su mente y su corazón intentaban procesar lo que había visto. Lo recorrían muchas sensaciones al mismo tiempo, hasta que pudo reaccionar: tomó las llaves del auto y se fue a manejar sin rumbo. Lo hizo por horas, hasta que se hizo de día. Luego regresó a hablar con Camila, sin tener demasiado pensado qué iba a decirle o a hacer. Durante todo ese tiempo, ella lo había tratado de ubicar en el móvil: tenía decenas de mensajes y de llamadas perdidas de ella.

Cuando llegó la encontró haciendo el desayuno, batiendo nerviosamente una taza con café instantáneo, enterada de que él había descubierto algo. Unas horas antes le había dejado un papel escrito sobre el teclado de la compu: "No lo puedo creer". Ella intentó explicarle los motivos por los que hacía eso a lo que consideraba "trabajo". Quería que progresaran económicamente y lo que cobraba la estaba ayudando a hacer una gran diferencia.

Nada de eso a él no le importaba, se sentía herido de muerte con las mentiras y los ocultamientos de la persona en la que más había confiado en su vida. No podía ni mirarla a los ojos. En un momento llegó a pensar que si, quizás, ella le hubiera contado algo... Pero se sacó esa idea de la cabeza porque no podía seguir adelante con esa relación ni un minuto más.

Camila estaba deshecha en lágrimas, Santiago también. Las dos estaban llenos de dolor por diferentes motivos: arrepentimiento, traición, nervios y la certeza del final de lo que hasta ese momento habían compartido como pareja. Él armó el bolso y se fue a lo de sus padres, dejando atrás y para siempre quien había amado con el alma.

Cada uno continuó con su vida: él viajó a Madrid, celebrando en parte ese oportuno alejamiento geográfico que le permitía abstraerse de su historia con Camila. Ella dejó de trabajar para la página de adultos, se anotó para terminar su carrera y entró a trabajar en el mundo corporativo. Nunca más volvieron a hablarse después de aquella noche tan dolorosa para ambos.

Nota: Si querés contar tu historia de amor, o aquella que marcó tu vida, podés hacerlo escribiendo a [email protected]

Más información en parati.com.ar

 

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