Enrique Llamas de Madariaga y Denise Pessana gozan de una vida plena y tranquila en Punta del Este. Ambos se instalaron en esa ciudad en 2011, poco después de un violento hecho de inseguridad en el que casi pierden la vida.
El mes de septiembre de 2008 estaba terminando cuando los periodistas se sumaron a la larga lista de víctimas de la frialdad de la delincuencia que azota a la Argentina desde hace décadas.
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Llamas de Madariaga y Pessana estaban en la propiedad en la que vivían en la localidad bonaerense de Olivos, a metros de la Quinta Presidencial, y fueron asaltados y los malvivientes no tuvieron clemencia.
Les dieron vuelta la casa buscando dinero, joyas y objetos de valor mientras ellos fueron maniatados y encerrados en uno de los baños de la casona emplazada en Azcuénaga 2232.
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Si bien también había algunos motivos relacionados a la persecución política, este hecho y un balazo que recibió Llamas de Madariaga cuando estaba conduciendo por la Panamericana fueron la gota que rebalsó el vaso.
Aprovechando que tenían un departamento de dos ambientes con vista al mar en Playa Brava, decidieron armar las valijas en 2011 e instalarse allí para siempre. Continuaron con sus tareas periodísticas y ella también le dio rienda suelta a su faceta de martillera pública y corredora inmobiliaria.
“Extraño a mis afectos, pero no a la inseguridad”, dijo el comunicador en una entrevista que le hicieron hace un tiempo en donde confirmó que ni él ni su mujer tienen intensiones de regresar a la Argentina.