Micaela Lator y el dolor invisible de criar en soledad a un hijo con autismo: carta de una mamá a otra - Revista Para Ti
 

Micaela Lator y el dolor invisible de criar en soledad a un hijo con autismo: carta de una mamá a otra

La historia de Micaela y Esteban nos enfrenta con una realidad tan silenciosa como profunda: muchas madres están criando solas, sin red ni contención, a hijos neurodivergentes. En esta columna, Selene Califano, mamá de dos jóvenes con autismo y consultora de familias, comparte una reflexión urgente, empática y esperanzadora.
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El lunes 2 de junio, la noticia conmocionó al país: Micaela Lator, una joven madre de 27 años, asesinó a su hijo Esteban, de tan solo 7, y luego se quitó la vida en su casa de Florencio Varela. Poco después se conoció una carta que dejó escrita, donde expresaba su profundo agotamiento, la falta de apoyo y la sensación de estar completamente sola en la crianza de un niño con autismo.

Micaela pidió perdón. Dijo que ya no podía más. Contó que buscó ayuda y no la encontró. Esa carta desgarradora no solo deja al descubierto el inmenso dolor que atravesaba, sino también una realidad que muchas familias viven en silencio: criar a un hijo con autismo en soledad, sin red, sin herramientas y sin la contención del entorno.

Desde Para Ti quisimos abrir este espacio para reflexionar, para visibilizar y, sobre todo, para acompañar. Por eso le pedimos a Selene Califano (@seleneabrecascarones), mamá de dos jóvenes con autismo y consultora de familias neurodivergentes, que comparta su mirada. Selene acompaña desde la empatía, la experiencia y el amor. Y su voz, en este momento, es tan necesaria como esperanzadora:

"Micaela no es la única"

Me pidieron que opine sobre el caso de Micaela y Esteban, esa mamá desesperada, que la única salida que encontró a su situación y a la crianza de su hijo con autismo, fue terminarla. Esa mamá que no encontró una respuesta, que no encontró la manera de caminar, que no encontró la forma de transitar la crianza de su hijo. Esa mamá que estaba desbordada.

No sé si puedo opinar, sí sé que puedo entenderla. Entiendo dónde ella estaba parada, entiendo lo que ella sentía, lo entiendo porque lo viví. Porque transite los mismos caminos en los que vos creés que todo está perdido, que no hay nadie que perciba lo que estás pasando, que nadie está peor que vos, que vos estás sola, desesperada, angustiada, sin salida, que es tan pero tan pesada la carga de saber que tu hijo depende totalmente de vos y que sos la única que puede sacar todo esto adelante. Que te ahogás, te paralizás, te hundís.

Sí es cierto, el camino puede ser muy oscuro y solitario pero, hay una luz que lamentablemente Micaela no pudo encontrar (o se olvidó por un ratito). Es la luz del amor. Es el amor el que te saca de ahí. Es el amor el que disuelve la desesperación. Es el amor el que tiene la poderosa función de mejorar tu vida. Y no es cualquier amor, es el amor de tu hijo, esa alma que está ahí adentro, que necesita terapias, que necesita un montón de cosas, pero sobre todas las cosas, necesita tu amor.

Todo muy lindo el amor de mi hijo dirás vos, pero con eso no resuelvo el caos cotidiano, el sentimiento de soledad, la frustración de no entender a mi hijo y todo el trabajo que requiere su crianza.

Tenés razón. Son muchas las madres que se sienten y que están solas, son muchas las madres que creen que nadie las puede ayudar, que nadie las entiende, pero en mi largo camino recorrido encontré una luz de la que me pude agarrar, de la que me pude sostener, esa luz que está mucho más próxima de lo que creemos y que puede ser mucho más poderosa que un faro en medio de nuestro tsunami.

Esa luz es otra MAMÁ. Hay un montón de otras madres al lado, cerquita, muy pero muy cerquita tuyo, que están igual que vos, sintiéndose igual, también desesperadas, también en el mismo camino de caos y desconsuelo.

Ok te lo tomo pero ¿en dónde la encuentro?, tal vez se sienta al lado tuyo cuando esperan el cambio de turno en la terapias, tal vez está en el mismo colegio integrando también a su hijo, tal vez comparten neurólogo o va a una asociación de padres cerquita de tu casa. Buscala, preguntale al terapeuta de tu hijo, a la seño de la salita, que te la presenten, que se conecten, se junten y se tomen un mate.

Buscá a esa mamá con la que puedas hablar sobre los chicos, que entienda perfectamente tu sentir, que no te juzgue, te acompañe, llore por lo mismo, que te baje a la realidad y te ayude a ver todos los logros que conseguiste con tu hijo y que sobre todas las cosas, se ría con vos, porque a ella le paso lo mismo, que pueden tal vez ser amigas, que pueden recorrer este camino, esta enseñanza, esta crianza, juntas.

Esa otra madre te está esperando, espera que vos en tu creencia de “yo no puedo, yo no sé cómo” la ayudes en algo que seguro ya aprendiste. Estoy convencidísima que Micaela había aprendido un montón de cosas durante la crianza de Esteban, que Micaela hubiese podido ayudar a otra mamá a transitar este camino, o solamente se hubiesen sentado a compartir un mate y escucharse.

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