Carolina Bizinoto habla desde un dolor imposible de dimensionar. Hace dos semanas que vive en una especie de estado de shock: su mamá, María Vilma das Dores Cascalho da Silva Bosco, murió después de ser golpeada sin motivo en plena Avenida Corrientes.
Y, aun así, Carolina no pudo despedirse. El cuerpo sigue en la morgue y la investigación avanza más lento que su necesidad de sostenerse. En medio de ese duelo truncado, la joven repite una frase que la atraviesa: “Yo hice todo lo posible”.
“Cuando la encontré, estaba consciente… pero no me entendía”. Carolina relató en La Nación + que llegó al hospital creyendo que se trataba de un accidente o un robo. Pero lo que vio fue mucho peor:“Ya vi que no estaba bien. Estaba consciente, pero muy confusa, con mucha sangre. No me entendía. Me decía: ‘Ayudame, me duele la cabeza, me duelen las espaldas’. Yo hice todo lo posible”.
La escena fue brutal: su madre tenía un golpe profundo en la cabeza, producto de haber caído al piso después de recibir una trompada al azar. La noche terminó de la peor manera: su mamá murió a la medianoche.
Un ataque sin sentido: qué se sabe del agresor
La Policía le informó que se trató de un ataque completamente aleatorio. Un hombre en situación de calle, con más de 20 antecedentes penales y múltiples internaciones psiquiátricas, le dio un golpe de puño en la cabeza a María mientras caminaba por Corrientes para retirar dinero del alquiler.
Ese mismo día, el atacante —de 30 años— agredió a otra mujer y fue detenido en las inmediaciones de Córdoba y Junín. Hoy está internado en el Hospital Borda, con custodia judicial.
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Carolina pide que no vuelva a quedar libre: “Lo que pasó es una injusticia que le pudo haber pasado a cualquiera”.
“Solo quiero llevar el cuerpo de mi mamá a Brasil”, dice. Más allá del crimen, hay una herida que no cierra: el cuerpo de su mamá todavía no fue entregado.
La joven reclama una respuesta clara de la Justicia: “Me dijeron que si con la autopsia alcanza para la investigación, recién ahí podrían entregármelo. Pero ya hay cámaras, hay testigos… ya está todo. Solo quiero llevármela a Brasil para despedirnos”.
Toda su familia la espera. Y mientras tanto, ella sigue cursando sus exámenes en la UBA, como puede, en medio de trámites, llamados y días sin dormir.
Quién era María
María, de 69 años, había llegado a Buenos Aires para acompañar a su hija mientras ella finaliza Medicina. Alternaba su vida entre Brasil y Argentina, y tenía DNI argentino. Su estadía estaba planeada para unos seis meses antes de volver con su esposo.
Hoy, la familia junta fondos para poder repatriar el cuerpo. Una hija que insiste, porque es lo único que puede hacer. Carolina sabe que no puede cambiar lo que pasó, pero sí puede insistir.
Insistir para que le entreguen el cuerpo. Insistir para que el agresor no vuelva a circular por la calle.
Insistir porque, como dijo desde el primer día: “Yo hice todo lo posible”.
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