La historia de Charlotte Cumberbirch, la cocinera nómade de Greenpeace: no tiene casa y vive 9 meses al año embarcada por el mundo - Revista Para Ti
 

La historia de Charlotte Cumberbirch, la cocinera nómade de Greenpeace: no tiene casa y vive 9 meses al año embarcada por el mundo

Para Ti estuvo a bordo del Arctic Sunrise, uno de los buques más activos de la organización ecologista que este año estuvo navegando entre Ushuaia y Buenos Aires para documentar la depredación pesquera y petrolera del Mar Argentino. Una de las piezas claves de la tripulación es ella. Británica, de 48 años, confiesa que el mar es su hogar. No tiene casa y sus pertenencias están desparramadas en las casas de cuatro de sus once hermanas. Empezó a trabajar en la gastronomía cuando tenía 14 años, a los 27 comenzó un trabajo como empleada administrativa y se dio cuenta que no era lo suyo y así comienza su historia con el mar como protagonista.
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El 11 de marzo el Arctic Sunrise, el rompehielos de Greenpeace, partió desde el puerto de Ushuaia con el objetivo de documentar cómo la pesca descontrolada y la industria petrolera están amenazando la integridad del Mar Argentino y a toda su biodiversidad. Este viaje del que fue parte Para Ti significó el regreso del buque al país después de casi diez años. A bordo, más allá del compromiso de tripulantes y voluntarios por generar conciencia sobre lo que está pasando con el ecosistema, hay historias que merecen ser contadas.

Cada una de las personas es vital para el funcionamiento del barco. Desde el capitán, el argentino Daniel Rizzotti hasta el voluntario más joven que se suma en una acción a “escrachar” uno de los pesqueros que está depredando en la zona del Agujero Azul. Y una de esas personas especiales es Charlotte Cumberbirch, la encargada de la cocina. Ella es la que impregna cada uno de los centímetros de la nave con los aromas con los que todos los paladares vibran cuando se acerca la hora de la cena o el almuerzo.

“Soy práctica y poco emocional, como típico inglés: una persona seca con un humor negro que no todos entienden. Soy seria y disfruto de las cosas aunque soy más calladita. Me encanta mi vida”, así se define esta británica de 48 años que prácticamente vive el año entero embarcada. Además de los servicios que cumple para la organización ecologista a lo largo de tres meses, también hace lo propio con otras ONGs y actividad privada.

¿Un dato de color? No tiene casa. Un poco de ropa en las casas de algunas de sus hermanas desperdigadas en Inglaterra alcanza. Aunque reconoce que es algo que le está pesando a la hora de embarcarse ya que, dependiendo de las necesidades para cada viaje puntual, no puede pasar a recoger todo lo necesario. Es por eso que piensa juntar todo en un mismo lugar para comodidad.

“Siempre trabajé en cocina. Uno de los lugares en donde me crie fue Málaga que es una zona turística en donde todo es hotelería. Con 14 años ya estaba trabajando en los restaurantes y a los 27 me cambie a administración. Fue súper aburrido. No aguanté la vida de oficina. Es gracioso porque fui a un viaje en un velero tradicional desde Inglaterra a Lisboa durante dos semanas. Cuando me bajé me propuse no volver más a la tierra. Estuve pensando qué hacer: sé cocinar, navego… busqué trabajo de cocinera. Pero ya con 40 años empecé a cocinar en el mar. La gente me decía que soy viaja, que ya no podía. No me arrepiento para nada… a la tierra no vuelvo más”, confiesa unos minutos después de terminar el servicio de cena mientras el barco ya navega en aguas del Río de la Plata después de poco más de un mes de la Travesía 2022.

“El mar es mi vida… ¡la vida! Soy inglesa, pero cuando tenía diez años mis papás se fueron a vivir a España en la zona del Mediterráneo. Mi madre nos dijo que ibamos a ir a una escuela inglesa para que no nos negáramos a mudarnos. Hasta llegó a tener un folleto de ese instituto. Cuando llegamos, que era en mayo y las clases comenzaban en septiembre, nos dijo que íbamos a ir a un colegio local. Ahí aprendimos a hablar rápido en español y ahora pienso que fue lo mejor”, relata al recordar ese quiebre que tuvo en la infancia. Con el paso del tiempo se dio cuenta que esa decisión de su mamá terminó siendo altamente positiva. Hoy habla un español tan fluído como lo hace con su lengua natal.

-¿Cómo es tu familia?

-Enorme. Somos once hermanos. De los mismos padres, que es algo que siempre me preguntan (risas). Yo soy la menor. Mi padre y mi abuelo estuvieron en la marina. Siempre he viajado mucho y supongo que por eso soy así nómade.

-Heredaste la pasión de ellos por el mar…

-Si. Yo en la actualidad no siento que tengo raíces en un sitio. Soy del mundo y me muevo en cualquier lugar al que vaya. No me definiría como inglesa. Soy del mundo.

Para Ti estuvo a bordo del Arctic Sunrise y fue parte de uno de los entrenamientos en cercanías a Mar del Plata

-Me imagino que esta vida nómade es complicada para poder formar una familia o tener pareja, ¿no?

-Es más complicado que el valor que tener una pareja me daría a mi. Siento que no vale la pena. Prefiero estas sola por aquí y por allá que tener eso en mente. Tuve pareja antes y cuando estaba trabajando estaba pensando en él. una parte del cerebro termina estando en casa. Jamás quise hijos. Mi mamá me dijo que la primera vez que manifesté eso fue cuando tenía cinco años. Jamás cambié de opinión.

-¿Cuánto tiempo estás embarcada?

-Aquí (en Greenpeace) los embarques son de tres meses. Yo solo voy a estar un período. Este año voy a estar en varios barcos distintos un total de nueve meses. El tiempo libre que tengo lo paso navegando en veleros por pacer. Cuando no estoy en el mar trabajando estoy en el mar paseando.  

-Con tanto tiempo fuera del continente, ¿tenes una casa propia en donde estar cuando no te encontras trabajando?

-No. Cuando no estoy haciendo nada me quedo en casa de una de mis hermanas. Como tengo tantas, dependiendo de dónde estoy, me quedo con una de ellas. Personalmente no tengo nada. Un teléfono móvil y ropa en varias casas. Un poco aquí, un poco allá… la verdad es que estoy pensando en tener una base solo para tener todas mis cosas en un sitio. Es una tontería, pero ahora tengo cuatro chaquetas de navegar porque tengo cuatro lugares en donde dejarlas es solo para eso porque no necesito casa, mi casa es donde esté.

Cómo es cocinar en un barco

-Tu trabajo acá en al barco es fundamental porque preparás la comida pensando en que todos tengan la energía necesaria para las actividades…

-Si, me encanta lo que hago. Si un genio me preguntara qué quiero hacer de mi vida es navegar y cocinar.  Así que ya estoy. Yo no lo cambiaría por nada. Me encanta lo que hago. Me encantan las distintas nacionalidades y culturas que hay a bordo. Siempre tengo que pensar en base a eso. Los asiáticos comen más arroz y picante; los europeos más pastas y papas y aquí también.

-Nosotros tenemos un paladar parecido al de algunos puntos de Europa

-Jamás he estado de este lado del mundo, es mi primera vez. Siempre navego en el Mediterráneo, el Mar del Norte y con Greenpeace estoy acostumbrada a trabajar con muchas nacionalidades del Hemisferio Norte y Asia. Ahora se me amplió el espectro. Es divertido, me cuesta, pero aprendo.

-¿Cómo pensas el menú?

-En la nutrición: si hay grasas, carbohidratos y proteínas. Siempre hay verduras, ensaladas y no se come carne regularmente. Es fácil caer en pasta y pizzas, pero si alguien viene aquí tres meses hay que pensar más a largo plazo. La tripulación vegana puede ser alta y tengo que pensar aún más para asegurarme de que tienen todo lo que necesitan. Para mi es importante saber que hay todo para ellos.

-¿Cómo se abastece el barco?

-Cuando llego al barco es justamente antes de hacer una salida de compra. Miro lo que hay en el barco y hago el pedido para abastecerlo hasta el próximo puerto. Ahora que yo me bajo a finales de mes, estoy en contacto con el cocinero que sigue por si quiere algo especial. Los cocineros todos usamos ingredientes distintos y hay cosillas que nos gustan. Si no me pide nada, haré una compra normal para determinada cantidad de semanas y personas.

-¿Cómo fue y qué te deja esta campaña?

-Estuve en la Antártida con unos submarinos. Estuvo genial. Después llegué a Ushuaia. La campaña salió super bien, conseguimos todo lo que necesitábamos y teníamos un equipo súper bueno y profesional. Lo que se está haciendo con el Mar Argentino es muy importante porque no se ha visto mucho: no es algo que se conoce. En Argentina si, pero por fuera, esto que está pasando, no se conoce para nada. Como no lo vemos, está invisible. Hace falta que la gente vea que de esos pesqueros viene la comida y que hay otras formas de hacerlo con pesca sostenida y sustentable.

Los detalles de la campaña #ProtegeElMarArgentino

Luisina Vueso, Coordinadora de la Campaña de Océanos de Greenpeace.


Fotos: Martín Katz.

Agradecimiento: Greenpeace Argentina.

Más información en parati.com.ar

 

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