Si estás en plan de sumar color, alegría y delicadeza a tu jardín durante el invierno, el ciclamen es la opción perfecta. Aprendé todo sobre sus cuidados y mirá cómo incorporarla. ¡Queda divina!
Durante el invierno también podemos tener un jardín repleto de flores y perfumes: hay plantas que que alcanzan su máximo esplendor en esta época, desafiando el termómetro con una explosión de color.
Si bien la lista de especies es súper variada, una de las favoritas de siempre es el ciclamen, más conocida como violeta de los Alpes.
Cyclamen persicum (su nombre científico) se consagra como una de las pocas plantas cuyas flores permanecen intactas durante la temporada más fría del año, alegrando patios y jardines aún cuando el termómetro roza el bajo cero.
Sus flores (sin perfume) pueden ser blancas, rosas, rojas o del característico rosa ciclamen oscuro y alilado. También las hay con pétalos rizados o bicolores. Una delicadeza y una de las mejores opciones para alegrar el jardín.
Originaria de las regiones alpinas del Mediterráneo, se adapta perfectamente a los climas fríos de nuestro país, floreciendo de otoño a invierno o principios de la primavera.
Ideal para colocar en exteriores sombreados, también puede lucirse en espacios interiores y sus bellísimas flores se usan mucho para decorar floreros, ya que son de larga duración y quedan siempre divinas.
Si bien la temperatura ideal de la violeta de los Alpes oscila entre 15 °C y los 20 °C, tiene una buena tolerancia al frío y los ejemplares más resistentes son capaces de regalar pequeñas flores aún si crecen en la nieve. Por esta razón es que su nombre vulgar está asociado al clima montañoso de los Alpes.