Una explosión de color y alegría es lo que transmite el geranio.
Fácil de cuidar, resistente y antimosquitos, es una de las plantas más elegidas para decorar y llenar de vida interiores y exteriores en cualquier época del año.
Originario de Sudáfrica y también conocido por su nombre científico como Pelargonium, el geranio cuenta con más de 240 variedades diferentes y se destaca por su capacidad de florecer todo el año en climas templados.
Un dato curioso es que esta especie puede llegar a vivir 40 años -o más- si se la cuida correctamente.
El geranio necesita muchas horas de luz solar para poder desplegar todo su encanto.
Si se cultiva en macetas, es importante elegir un modelo de unos 30-40 centímetros de diámetro para que pueda crecer y desarrollarse cómodamente.
Cómo cuidar un geranio
- Luz y ubicación: interiores o exteriores con una luz natural. Los expertos recomiendan que reciba varias horas de sol directo durante la mañana para mejorar y potenciar su floración. Eso sí: es fundamental evitar exponerlo en los días y horas más calurosas.
- Temperatura: las ideales oscilan entre los 18 ºC y los 20 ºC. Se recomienda evitar las heladas, ya que podría no resistirlas.
- Sustrato: es clave ofrecerle uno que cuente con un buen drenaje, ya que es una planta que no tolera los encharcamientos ni los excesos de humedad.
- Riego: moderado. Lo ideal es hacerlo solamente cuando se haya comprobado que el sustrato esté ligeramente húmedo.
- Fertilizante: en su época de crecimiento, el fertilizante líquido es un gran aliado para contribuir a su abundante floración. Lo ideal es aplicarlo a principios de la primavera hasta fines del verano con una frecuencia de una vez al mes. Los abonos orgánicos como compust, humus, etc., también son una buena opción.
- Poda: si bien se hace en otoño, en verano se recomienda retirar algunas hojas secas y flores marchitas para para ayudar a la próxima floración.