Crianza: la odiosa culpa, compañera tóxica de la maternidad - Revista Para Ti
 

Crianza: la odiosa culpa, compañera tóxica de la maternidad

La culpa es la compañera tóxica que conocí cuando me convertí en madre. Una reflexión en primera persona sobre el lado B de la maternidad que nadie te cuenta. Por Victoria Pardo, psicóloga y co- creadora de @mami.tasking.

La culpa es la compañera tóxica que conocí cuando me convertí en madre. Ese silencioso castigo que llevo conmigo aún sin ganas de hacerlo. Que como pequeñas piedritas indefensas, van cargando poco a poco mi mochila y desafían a la gravedad con el peso que llevo sobre mis espaldas.

Llegué a creer que el parto era el trabajo más arduo de convertirme en madre. Ilusa, no? Después llegó la lactancia que nunca fue, la rutina de la cual fui presa, conexión que tarda en llegar, los terribles dos y sus odiosos berrinches y no hablemos de la vuelta al trabajo, recuperar a la pareja y tratar de hacer el 5% de lo que los especialistas te recomiendan como algo fácil que termina siendo un chino.

Recién ahora, después de casi 5 años, me doy cuenta que en realidad, lo que necesitaba era el reconstruirme en esta nueva versión que hoy soy y que, poco a poco, logra lidiar con sus propios fantasmas.

La maternidad es tan cambiante e intensa, que siento que una pasa de querer tener a sus hijos pegados debajo de su ala las 24hs del día, durante los 7 días de la semana, a simplemente necesitar encerrarte en un cuarto para taparte y llorar mientras comés chocolate, sola.

Asi como una tiene muchos momentos de salir a comerte el mundo, de volver a conquistar espacios que eran solo de una, de desear como nadie recuperar la independendencia, es en esos momentos donde la culpa se apodera nuevamente de una y nos deja en stand by, como si el reloj hubiera marcado las doce y el hechizo se rompe, casi con esa misma urgencia.

Maternar es un sinfin de emociones nuevas, cada capítulo de esta nueva vida es como el adelanto de una novela que no terminas de entender la trama, es reencontrarte con tus nuevos intereses, re-establecer límites y negociar con tus ideales, mientras crías a un ser humano, que pone a prueba todo lo que se te ocurra emprender.

Pero maternar es tan hermoso como agotador, como para a este viaje tener que sumarle la culpa a la ecuación. Porque en ese balance, lidias no solo con tus propias expectativas y frustraciones, sino también con la opinión del entorno como no alcanza luchar con las propias exigencias, también lo hacemos con las ajenas. Maternar en paz es una tarea titánica.

A medida que pasa el tiempo, con mucho esfuerzo, te encontrás volviendo a disfrutar de ciertos espacios que, poco a poco, te devuelven la vida. Pero muchas veces en vez de estar ahí disfrutando en ese ratito que lograste a solas, te das cuenta que aunque estés físicamente, mentalmente estás en otro lado. Y ahí caes en la cuenta de que, sin importar todo el ímpetu que pongas, nada volverá a ser como antes de tenerlos.

Me llevó mucha frustración y culpa, no puedo negarlo. Recuerdo esas salidas en las que no disfrutaba simplemente pensando en cómo estaría sin mí, en las que no podía conectar con lo que hacía pensando en si estaría bien y si bien hoy siento que una esa versión de mí se quedó atrás todavía tengo mucho trabajo interno de crecimiento y reconstrucción.

¿Soy la única que siente que al hombre no se le enciende ese chip que se nos activa a nosotras con la llegada de los hijos? Por momentos admito que envidio la liviandad con la que andan.

Me cuestiono si será una cuestión de género, o si simplemente nosotras cargamos tantos años de presión sobre la crianza que arrastramos que hoy creemos que sin nosotras nada sería igual, aunque ma-paternemos a la par?

Será que el entorno aún nos juzga cuando somos independientes por ser ambiciosas y por dejadas cuando decidimos relegar nuestra carrera? Será que aunque conquistemos espacios, se nos cuestiona con quién se quedaron nuestros hijos mientras nosotras “descuidamos” nuestra responsabilidad?

Gané muchos espacios, pero si jugara al juego de las confesiones con mis amigas como a los 12, podría animarme a decir que la culpa es hoy quien más tiempo pasa conmigo.

No pretendo que se vaya de mi vida. Sé que llegó para quedarse, pero solo espero que nos hagamos amigas más tarde que temprano, para sin que se de cuenta, seguir conquistando espacios y rearmando poco a poco mi nueva versión.

Fuente: Victoria Pardo, psicóloga y co- creadora de @mami.tasking.

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