Bajo los cielos del mundo: Colonia del Sacramento, Uruguay - Revista Para Ti
 

Bajo los cielos del mundo: Colonia del Sacramento, Uruguay

Considero que planificar un viaje es el escenario posible donde voy sentando las bases -expectativas, curiosidades, anhelos- de lo que finalmente, constituirá el descubrimiento de un nuevo camino. Así, al recrear las emociones que quedaron grabadas en mi memoria, concluyo cada uno de mis paseos mirando el firmamento, agradeciendo la oportunidad de haber conocido un nuevo destino y llevar de la mano al lector por los mismos caminos que he recorrido bajo los cielos del mundo.
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Tanto para los argentinos como para los uruguayos, nombrarla es decir simplemente Colonia; nadie pronuncia el nombre completo de esta ciudad uruguaya. De manera sencilla unos y otros nos referimos a “cruzar el charco” cuando viajamos a visitar Colonia del Sacramento, a tan solo una hora por barco o dos horas de carretera por Montevideo.

Nosotros fuimos en ferry y después de una breve travesía desembarcamos en esta pequeña ciudad que fuera declarada Patrimonio de la Humanidad en 1995 por la UNESCO. 

Colonia del Sacramento.

Colonia del Sacramento tuvo su origen como puerto portugués. Y tal como sucedía en las islas dominadas por piratas y corsarios en el Caribe, Colonia del Sacramento fue también centro negrero y de contrabando en manos lusitanas.

Elegimos este destino, entre otras razones, por la reconocida cordialidad de sus habitantes. Obviamente no hay prisas allí; sus calles transmiten serenidad, armonía, ritmo pausado. Nuestros pasos recorren y dejan huella en los mismos lugares por donde pasean los vecinos lugareños. Conforme íbamos andando nos vimos sorprendidos por la aparición de coches de colección antiguos, estacionados por doquier y advertimos que muchos de ellos, eran utilizados como elementos decorativos o maceteros sobre ruedas. 

Coches antiguos en la ciudad de Colonia. 

Los grandes árboles que dan sombra a la parte urbana se mezclan entre los diferentes estilos arquitectónicos. Conviven armónicamente el colonial portugués y viviendas de estilo español

Caminamos algunas calles y muy cerca del puerto alquilamos scooters, muy prácticas para todo lo que se quiera recorrer en zonas más distantes del centro. El resto de los paseos se pueden hacer caminando.

Recorriendo en scooter el vecindario.

En el Casco Histórico, de calles empedradas casi sin circulación de vehículos, existen galerías de arte y varios atelier. No se registra en el Casco la modificación urbanística, antes bien, se conservan edificaciones de la época colonial. La arteria más conocida es la Calle de los Suspiros, área por demás atractiva y una de las más visitadas de la ciudad uruguaya. 

La Calle de los Suspiros es pequeña, en pendiente, flanqueada por casas con paredes de adobe decoradas con diferentes colores y una calle adoquinada de forma irregular con piedras cuña típicamente portuguesas que conduce hasta la orilla del río. 

Calle de los Suspiros.

El nombre original fue el de Calle Ansina. No se sabe muy bien ni el momento ni el motivo del cambio de denominación, aunque, a lo largo del tiempo se han generado varias leyendas. Algunos dicen que fue nombrada Calle de los Suspiros porque los condenados a muerte eran llevados por esa calle para ahogarlos en el mar cuando subiera la marea. Otros sostienen que en esta calle había prostíbulos que eran frecuentados por marineros que suspiraban por las prostitutas.

Río de la Plata.

Al otro lado del Centro Histórico, donde dejamos la arquitectura y la historia, está la desembocadura del Río de la Plata -de aguas amarronadas por los sedimentos que va arrastrando a su paso-. A esta altura el famoso río marrón se extiende a través de 5 km de costa con playas para todos los gustos: las hay urbanas o agrestes o solitarias. 

De las más cercanas podemos mencionar a Playa Honda –en la que se puede pescar-, Playa El Álamo -clásica playa uruguaya cerca del centro, con sombra y parador-, Playa Oreja de Negro –de belleza singular, pero con muchas piedras-, Playa Balneario –pequeña, parquizada, de aguas calmas- y Playa del Real de San Carlos, de aguas cálidas, poco profundas, ideal para que los niños se diviertan sin peligro.

Playas de Colonia.

Un punto de la ciudad de Colonia muy apreciado por el turismo es el Faro, construído sobre los restos de un antiguo convento franciscano.

A tan solo unos minutos del centro se encuentra la Plaza de Toros, en la actualidad abandonada. Se sabe que 100 años atrás fue inaugurada con marcado éxito. El evento atraía a una considerable cantidad de familias adineradas de Buenos Ares y de Montevideo. Previsiblemente, la actividad se limitó apenas a dos años; luego fue suspendida a partir de la muerte de un torero en una corrida.

Plaza de Toros.

Después de almorzar  nos trasladamos a la Plaza de Armas, zona de cafés y de bares. Allí los restaurantes sacan las mesas afuera para permitir que los comensales durante su almuerzo, sean acompañados por el sol. En la misma Plaza de Armas se halla la Basílica del Santísimo Sacramento, la iglesia más antigua de Uruguay que fuera levantada sobre un antiguo rancho.

Basílica, Plaza de Armas y Museo Portugués.
Zona de bares y restaurantes.

Dejando este rincón del mundo bajo los cielos de Colonia del Sacramento, me llevo el recuerdo de la Calle Ansina, donde quedaron grabadas leyendas de amor y tristeza. Una calle colonial que entremezcla la magia de los suspiros apasionados y la de los gemidos de los condenados a muerte, arrastrando sus cadenas hasta el río. 

Y navegando de regreso esa noche oscura sobre la cuenca del Plata, los suspiros se fueron disipando en un firmamento plagado de estrellas.

Un resumen de la vista a Colonia del Sacramento.

 

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