Sinónimo de sofisticación y elegancia (y antiguamente, de cierto estatus de opulencia) el terciopelo es uno de los tejidos más especiales en materia de textiles para decoración.
Un género noble y delicado que tiene una particularidad: hay que saber administrarlo para que no caiga pesado.
El terciopelo se distingue por su textura, que además de ser suave al tacto luce esa suavidad a simple vista. Y también claro, por su brillo único. Se trata de un tejido flexible, capaz de adaptarse a cualquier forma, y muy versátil: va bien en sillones (su mueble fetiche) pero queda cancherísimo como tapizado de un puf o de las sillas de un comedor.
Terciopelo, para todos los bolsillos
El terciopelo puede obtenerse de fibras naturales, como algodón, lana, lino, seda o mohair, de fibras artificiales, como poliéster, rayón o acetato, o mezclando fibras naturales y artificiales. El terciopelo 100% seda era y es todo un lujo al alcance de muy pocos.
La calidad de los tejidos
El terciopelo es una tela resistente, que te garantiza una gran durabilidad si es de buena calidad. Y por supuesto, una de las más usadas para tapizar sofás, sillas, sillones y respaldos. Claro que como otras telas, cambia mucho en función de su composición.
Los terciopelos de fibras naturales son señal de muy buena calidad y alta durabilidad.
Los sintéticos (compuestos de fibras de poliéster) suelen ser más indicados para tapizar, ya que tienen características antimanchas y antiarrugas.
Mantenimiento y limpieza del terciopelo
A pesar de su resistencia, el terciopelo demanda algunos cuidados para su correcto mantenimiento. Es muy importante intentar no mojarlo, o en caso de accidente eliminar las manchas rápidamente y realizarle una limpieza a seco.
Además, como es una tela que atrapa polvo, se recomienda lavarlo cada seis meses con un cepillo blando. Si usás aspiradora, pasala siempre en el sentido del tejido y con una boquilla especial para no dañar la tela.
Dormitorios en clave velvet
Respaldos y almohadones son los encargados de llevar el lujo del terciopelo a los dormitorios. Aparecen en verdes intensos, azules, violetas y otros tonos intensos que le quitan ese gesto de opulencia de antaño. Por el contrario, quedan cancherísimos.
Pero si considerás que un mueble tapizado en terciopelo es demasiado, apostá por los almohadones o algún otro tipo de complemento para resaltar un espacio: un sillón de lectura en un rincón del cuarto puede quedar impecable vestido de terciopelo.