Historias de Cemento: Otto Wulff, los enigmas del notable edificio de inspiración mitológica - Revista Para Ti
 

Historias de Cemento: Otto Wulff, los enigmas del notable edificio de inspiración mitológica

Historias de Cemento: Otto Wulff, los enigmas del notable edificio de inspiración mitológica
En el marco de la Semana Deco Para Ti los invito a conocer la historia de un edificio exuberante que fuera uno de los primeros rascacielos porteños, el recientemente recuperado Edificio Otto Wulff. Pasen y vean.
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"La arquitectura es la voluntad de la época traducida a espacio".

 Arq. Ludwig Mies van der Rohe.

Mucho se dice de la Buenos Aires al cielo, invitando a levantar la mirada, buscando el punto de encuentro frente al espectador que pasa y se detiene. Así, consagrados al diseño del Rio de la Plata, único, superlativo, daremos valor a las obras arquitectónicas que constituyen un icono porteño de estas latitudes.

El Otto Wulff es un edificio singular, su morfología ecléctica despliega el Estilo Jugendstil o Modernismo Alemán, la versión alemana del Art Nouveau, un movimiento activo en las artes gráficas y la decoración de interiores. Aquí, la torre de trece pisos presenta rasgos renacentistas y del neogótico, comulgando con trazos intrigantes como el Palanti y el Palacio Barolo. Junto a este último y la Galería Güemes son los primeros construidos en hormigón armado. Dicen que inspirado en el Singer Building que levantaron en NYC en 1908, famoso por ser durante algunos años el edificio más alto del mundo, con 167 metros, hoy desaparecido.

En el vértice de las calles Belgrano y Perú del barrio de Monserrat y con 3500 m2 de fachadas majestuosas, inicia su construcción por 1912, culminando dos años después.

Sus dueños fueron el empresario alemán Otto Wulff, impulsor de aserraderos de quebracho en la provincia del Chaco, en sociedad con el naviero croata Nicolás Mihanovich (1846-1929) famoso por establecer en 1887 el primer servicio de ferry entre Buenos Aires y Colonia del Sacramento.

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El material seleccionado para la construcción fue hormigón y los detalles ornamentales del Edificio Otto Wulf se llevaron a cabo a través de moldes. Las losas, que también son de hormigón armado, se importaron desde Europa. Además, las placas de cemento presentes en la tabiquería interna poseen 15 centímetros de espesor.
Foto: Cementos Avellaneda.

El arquitecto danés Morten F. Rönnow nació en Dinamarca en 1877 y desembarcó en 1909 en el Río de la Plata en busca de nuevas oportunidades. Conocido en nuestro país por grandes obras como la Iglesia Danesa en San Telmo, la embajada de Suiza en Barrio Parque, estancias como la casa Scratch House de Villa Allende y edificios de vivienda unifamiliar. Aquí, el arquitecto Rönnow, de la escuela Jugendstil, se destaca por su trabajo como proyectista y director de obra para este edificio de oficinas logrando una destacada solidez constructiva. Para la tarea se sumaron los ingenieros holandeses Pieter Jacobus Dirks y Willem Hendrik Johannes Dates. Su formación como arquitecto, influenciada por las corrientes del modernismo y el Art Nouveau, comenzó desde muy temprana edad, trabajando como director de construcción de castillos ucranianos.

El edificio fue conocido como “La Casa de la Virreina Vieja”, por levantarse en la misma esquina donde existía una construcción de 1782 donde vivió Rafaela Vera Mujica hasta que murió en 1816, viuda del Virrey del Pino, solar que se derrumbó como una exhalación para erigir el Otto Wulff.

La historia acuna un largo legado y ha tenido en planta baja diferentes usos. Por muchos años ese sector estuvo ocupado por un local llamado la “Barraca Otto Wulff”, perteneciente a uno de sus dueños. Esta locación era destinada a la venta de materiales de construcción, destacándose el hormigón armado, maderas, clavos, alambres, chapas y otros materiales de corralón, siendo la casa matriz de un comercio homónimo en Colonia del Sacramento que también pertenecía a Otto Wulff.

Una excentricidad que viene de los tiempos de la arquitectura griega consiste en reemplazar las columnas por figuras humanas. En el caso de figuras femeninas se denominan cariátides y, si de trata de figuras masculinas, atlantes. Este edificio de simbología encriptada luce ocho atlantes geometrizados, tres sobre la calle Belgrano y cinco sobre Perú, de cinco metros, en actitud de estar sosteniendo desde el segundo piso el resto de la construcción. Las figuras no son de piedra sino de hormigón armado, señalando que los constructores prefirieron las técnicas más modernas.

Aquí, cada una de las figuras representa las artes y oficios relacionados con ella. Las ocho figuras que rodean el edificio representan a los trabajadores que participaron en la construcción: un albañil, un carpintero, un electricista, un herrero, un pintor, un forjador, un escultor y en la ochava el jefe de obras y arquitecto, o sea, el mismísimo Rönnow.

Otra particularidad que hace este edificio tan inigualable está representada en el fuste donde se encuentran las esculturas de cuatro cóndores alígeros de hormigón armado que son vigías, guardianes citadinos desde lo alto.

La naturaleza se hace presente en sinfonía con otros ejemplares de la fauna local tales como osos, loros, pingüinos y lechuzas, búhos, sapos, mulitas, cobras, víboras, yaguaretés, abejas y panales y libélulas. Se suele decir que, entre todas esas figuras, atlantes, dioses griegos, la sirena de dos colas, fauna autóctona se pueden contabilizar 680 ojos en la fachada que incluyen también serafines y máscaras, quizá por eso haya despertado tanto interés.

La tarea de recuperación patrimonial que ha finalizado el corriente año contó con la limpieza, restauración e iluminación exterior. Se restauraron las ocho esculturas de la fachada, los balcones y sus dos esbeltas cúpulas gemelas que se diferencian por el remate superior, una con la figura del sol y la otra con una corona.

Sumado a la tarea edilicia se agregaron luminarias en el exterior para recuperar el esplendor original de los más de 60 metros que tiene el edificio, removiendo la pintura del exterior y la puesta en valor de 1.410 m2 de espacio público a través de la renovación de las veredas y calles en Av. Belgrano y Perú.

Wulff fue propietario del edificio sólo 4 años. En 1918 le vendió la propiedad a la familia Harteneck y comenzó a viajar por el mundo.

Actualmente está dividida en 56 unidades ocupadas por oficinas comerciales y profesionales, principalmente estudios de arquitectura.

Los objetivos del trabajo de restauración estuvieron puestos en conservar el patrimonio e identidad del Casco Histórico, recuperando esta pieza arquitectónica con el material original de la fachada, consolidando el circuito turístico, cultural y comercial del área de la Comuna.

En una esquina que invita a levantar la mirada, el Otto Wulff sin dudas, nos estará observando, ocultando el significado pareidólico de su ornamento, plagado de enigmas que aún esperan develarse.

Fuente: www.buenosaires.gob.ar.

Fotos: gentileza @hitconstrucciones.

Más información en parati.com.ar

   

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