Muchos la llaman la planta de interior todo terreno. Y no es para menos: su increíble resistencia y escasos cuidados la convierten en la candidata perfecta para principiantes en el mundo de la jardinería pero también para aquellos olvidadizos o que creen que lo suyo con las plantas es una batalla perdida.
Aprovechando el inicio de una nueva Semana DECO Para Ti, te compartimos todas sus curiosidades y cuidados para que te inspires y sumes esta planta de moda al interiorismo de tu casa.

La Zamioculca zamiifolia (su nombre científico) es una planta perenne originaria de África que se destaca por su aspecto atípico y su buena resistencia.
De crecimiento lento, puede alcanzar hasta 70 cm de altura y se desarrolla lentamente a partir de un rizoma subterráneo cuyas raíces son gruesas.

Cada dos años aproximadamente, se recomienda transplantarla a un recipiente de mayor tamaño para que pueda continuar con su correcto crecimiento y desarrollo.

Sus hojas, compuestas por un tallo grueso y folíolos redondos de color verde, llaman la atención a primera vista: son carnosas y lanceoladas con una forma similar a la de la punta de una lanza.

Un dato curioso es que esta especie tiene cuidados similares a los de una suculenta: sus hojas y raíces actúan como órganos de reserva de agua, facilitando así su cuidado y siendo ideal para los olvidadizos.

La desventaja que tiene esta especie es que sus hojas pueden resultar tóxicas, por lo que se recomienda no dejarla al alcance de los más chicos ni tampoco de los animales.

Cómo cuidar una zamioculca
La zamioculca no es muy exigente en cuanto a la luz y crece muy bien en espacios oscuros. Sin embargo, el ambiente ideal va a ser aquel que cuente con una buena iluminación natural pero sin sol directo, ya que los rayos podrían quemar sus hojas.

Al ser una planta de origen tropical, soporta las altas temperaturas y su ideal oscila entre los 13ºC y 21ºC, tolerando una mínima de hasta 3ºC aproximadamente.

Respecto a su riego, se recomienda que sea moderado ya que es una planta que no resiste el exceso de agua. En verano se recomienda hacerlo dos veces por semana, mientras que en invierno, con una es más que suficiente.
Un tip clave: siempre chequear que la tierra esté seca entre riego y riego para evitar los encharcamientos.

Si bien es una planta resistente, utilizar fertilizante para contribuir a su correcto desarrollo no va a estar de más. Lo ideal es hacerlo solamente una vez al mes en primavera y verano, y cada dos meses en otoño e invierno.
