El progreso inevitablemente va unido al movimiento. Avanzar lleva implícita la noción de salir de un lugar conocido para ir hacia otro que no lo es. Este lugar del cual salir no siempre es un contexto físico, puede tratarse también de una forma muy rígida de pensar que termina convirtiéndose en una suerte de cárcel invisible hecha de creencias fosilizadas. El resultado es una especie de "parálisis" en quien lo padece.
Es obvio que para avanzar hacia lo nuevo hemos de abandonar lo viejo aunque esto implique dar un salto al vacío y aún en la incertidumbre, confiar en lo desconocido.
En determinado momento de nuestra vida, sabemos que necesitamos y deseamos un cambio, pero el precio a pagar nos asusta porque implica necesariamente salir de nuestros espacios de comodidad para experimentar modalidades nuevas que no nos resultan familiares. En ese momento se activa el miedo, la duda, la angustia.
La conducta "en automático": enemigo número uno del cambio
A nivel cerebral podemos imaginar que estas conductas repetidas son “redes” o “vías” dentro de nuestro cerebro que, al ser las que siempre se transitan, profundizan y engrosan, se convierten en vías automáticas a la hora de actuar. El cerebro apoya todo ahorro de energía y coopera para seguir por estas vías ya trazadas en vez de inaugurar nuevas redes, pues esto le implica un gasto mayor de energía. Así fortalecemos el pensamiento y por ende, la conducta en automático, enemigo número uno del cambio.
Hoy las neurociencias nos hacen saber que el ser humano posee un permanente potencial para el cambio, lo que se denomina “neuroplasticidad”, facultad para modificar nuestra conducta y adaptarnos a los cambios.
Sabemos que una red neuronal que se usa se fortalecerá y una que no, se debilitará, entonces, debemos hacer un trabajo de auto-observación, para advertir cuándo estamos tomando, ya sea por miedo o comodidad, estos atajos neuronales transitados, aquellos que nos resultan familiares.
Si opto por la misma conducta, fortifico redes ya engrosadas, si opto por una nueva conducta, estoy inaugurando una nueva vía que al principio será débil, pero si nos ejercitamos en transitarla, la estaremos fortaleciendo.
Mecanismos que defienden al "no cambio"
Aquí es donde aparecen los mecanismos que defienden al NO CAMBIO: “No es para mí”, “No sirvo”, “No es el momento”. Estas son creencias limitantes que reducen la posibilidad de ponernos en movimiento para lograr ese progreso al que aspiramos. Un trabajo reflexivo y profundo guiado por un coach o terapeuta se impone para ir desarrollando estrategias de afrontamiento que se adecuen a nosotros, ayudándonos a quitar fuerza a todo aquello que limite la posibilidad de inaugurar nuevas conductas, nuevas redes.
Si persistimos, el resultado se irá consolidando: nuevas redes neuronales serán inauguradas y las viejas que nos llevan a ir siempre por el mismo lugar, se irán debilitando. Una vez que esa inicial incomodidad deje de producir perturbación y logremos estar cómodos con lo que antes nos resultaba incómodo, habremos progresado.
El hombre le teme al cambio, y esto se remonta al primer conflicto que debe superar el recién nacido al ser obligado por la sabia naturaleza a cambiar ese contexto amable y seguro que era el vientre materno. Ese nido confortable de seguridad y de ininterrumpida comodidad se ve terminado de modo abrupto e inesperado y no hay manera de dar marcha atrás.
De allí la NEURO-FUSIÓN (asociación guardada en el inconsciente) que compartimos todos los seres humanos donde asociamos cambio con sufrimiento, dolor, pérdida, e incomodidad.
La pregunta que debemos hacernos: ¿cuál es ese nido cómodo del que tengo que salir y no me animo?
La pregunta que debemos hacernos es: ¿cuál es ese “nido cómodo” del que hoy tengo que salir y no me animo? Si nos negamos a salir de la burbuja de confort por elección, el cambio será elegido, y por lo tanto, se asume menos dramáticamente. De lo contrario, la vida nos empujará –a veces por vía dura- a abandonar nuestros espacios conocidos de manera intempestiva. Es una ley que se cumple, nos guste o no, porque la vida es cambio. El pollito un día debe romper el cascarón, de lo contrario moriría dentro del espacio que un día lo cobijó…
Generalmente el miedo se antepone, nos gana y reculamos. Pero hemos de aclarar que el miedo siempre va a estar presente puesto que nos hace ser cautelosos y evaluar posibles inconvenientes para no tirarnos al vacío con ojos cerrados, esa dosis de miedo es muy positiva.
No tenemos por qué llevar a cabo esta tarea en soledad. Como ya se dijo, la guia de un coach es fundamental para irnos acompañando y guiando como una brújula durante este proceso de cambio ayudándonos a mantener viva la motivación, combustible que encauza a las personas para iniciar procesos de cambio, sostenerlos y superar cualquier inconveniente que pudiera aparecer en el camino.
Por Ani Bel, PsicoNeuro-Educadora, Coach Ontológico, www.autoconocimientoanibel.com
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