Coach ontológica especializada en familias, fertilidad y perinatalidad, Verónica Jaroslavsky invita a mirar de otra manera las etiquetas que solemos cargar desde la infancia. Su propuesta: convertirlas en fortalezas y oportunidades para crecer.
Desde chicos, todos hemos recibido etiquetas. “Sos desordenado”, “sos indecisa”, “sos tímido”, “sos demasiado sensible”. Palabras que parecen inofensivas, pero que se instalan en el modo en que nos miramos y en la forma en que nos presentamos ante el mundo. Con el tiempo, esas etiquetas pueden funcionar como un espejo que limita y condiciona.
Para Verónica Jaroslavsky, coach ontológica especializada en familias, fertilidad y perinatalidad, esas etiquetas no tienen por qué ser una condena. Desde su experiencia acompañando procesos personales y familiares, propone un cambio de perspectiva: reinterpretar las etiquetas como recursos en lugar de verlas solo como defectos.
“Muchas veces, lo que otros señalan como una falla es en realidad una característica que, bien encauzada, puede transformarse en una fortaleza”, afirma Jaroslavsky. Y ejemplifica: lo que se nombra como “desorden” puede ser una manifestación de creatividad y flexibilidad para pensar fuera de lo convencional. La “indecisión” puede reflejar una capacidad de análisis y cuidado antes de tomar determinaciones importantes. Incluso la “terquedad” puede reconvertirse en perseverancia para sostener un objetivo, aún en circunstancias adversas.
Esta mirada, explica la coach, no busca negar la dificultad que puede generar una etiqueta, sino abrir la posibilidad de resignificarla. “El coaching ontológico trabaja con el lenguaje y la interpretación. Si cambiamos la manera en que interpretamos lo que nos dicen y lo que nos decimos, podemos transformar la relación con nosotros mismos y con los demás”, señala.
Mirá También

Coaching: Darme lo que necesito
En su práctica profesional, Jaroslavsky acompaña especialmente a familias, mujeres en procesos de fertilidad y a madres en etapa perinatal, ámbitos donde las etiquetas suelen pesar con fuerza. “La maternidad, por ejemplo, está llena de etiquetas: la buena madre, la madre perfecta, la madre que puede con todo. Es fundamental revisar esas palabras y darles un nuevo sentido, más humano y realista, que libere en lugar de generar culpa”, agrega.
Más allá de los contextos particulares, el mensaje es universal: las etiquetas no son destino, son relatos que podemos reescribir. En un mundo donde las palabras moldean identidades y condicionan expectativas, aprender a reinterpretarlas se convierte en un acto de libertad.
“Al final del día —concluye Jaroslavsky— no somos lo que nos dicen, sino lo que elegimos hacer con eso que nos dicen. Y en esa elección está la clave para crecer, sanar y construir vínculos más sanos con nosotros mismos y con los demás”.
Suscribite al newsletter de Para Ti
Si te interesa recibir el newsletter de Para Ti cada semana en tu mail con las últimas tendencias y todo lo que te interesa, completá los siguientes datos:


