San Valentín: amor verdadero VS. apego emocional
 

San Valentín: amor verdadero VS. apego emocional y cómo detectar si estás en un vínculo tóxico

Flavio Calvo (MN: 66.869), doctor en psicología, docente, tallerista y autor, reflexiona acerca de cómo diferenciar una relación de amor verdadero de una de apego ansioso, también conocido como dependencia emocional.
Lifestyle
Lifestyle

Implorar, rogar con insistencia, suplicar con sumisión, con desesperación. "¿Qué tengo que hacer para que te quedes, para que me ames?".

Estas palabras, que parecen salidas de una escena de telenovela, en realidad muestran una dinámica que hoy sigue vigente en muchas relaciones. Aunque parece exagerado, esta forma de amor dependiente es más común de lo que creemos, y sus raíces están profundamente ligadas a nuestra historia emocional.

La teoría del apego, desarrollada por John Bowlby y enriquecida por Mary Ainsworth, nos brinda una clave para entender esta idea. Desde nuestra infancia, buscamos seguridad y amor en nuestros padres o cuidadores principales.

Si esas necesidades no fueron satisfechas de manera consistente, es probable que como adultos desarrollemos un apego ansioso, que se caracteriza por un miedo constante al abandono y el tener la necesidad de asegurarnos de que el otro se quede, a cualquier costo.

El apego moldea nuestras relaciones amorosas

El apego ansioso lleva a muchas personas a convertir el amor en una batalla por la permanencia. No se trata solo de amar al otro, sino de asegurarse, muchas veces con desesperación, de no perderlo.

Frases como "si me dejás, me muero", o comportamientos como controlar, insistir o rogar surgen de una necesidad no resuelta de seguridad emocional.

En estas relaciones, el otro deja de ser un compañero y se convierte en una especie de proveedor emocional, alguien que tiene que llenar vacíos internos. Pero, esa dependencia genera una contradicción: cuanto más se busca retener, más se desgasta el vínculo.

Del sometimiento "de telenovela" a la realidad actual

Aunque podría parecer que estas dinámicas son cosa del pasado, como en las novelas de los años ‘80 donde la protagonista lloraba desconsolada por su amor imposible, lo cierto es que estas historias siguen vigentes, solo que hoy se manifiestan de otras maneras.

Redes sociales, mensajes constantes, controlar el “visto” y doble tilde azul son las herramientas actuales de quienes buscan asegurarse de que el otro no los abandone.

El sometimiento emocional también tiene una raíz cultural. Durante mucho tiempo, se idealizó el amor romántico y se lo ve como un espacio de sacrificio y entrega total. Frases como “El amor todo lo puede” o “Sin vos no soy nada”, refuerzan la idea de que una relación amorosa tiene que ser incondicional, incluso a costa del propio bienestar.

La mirada del otro como espejo

Gran parte de esta dependencia amorosa tiene que ver con la mirada del otro. Desde niños aprendemos a construir nuestra identidad a través de las respuestas emocionales que recibimos.

Si crecimos sintiendo que solo valíamos cuando complacíamos o cuando el otro estaba presente, es probable que nos hayamos grabado la idea de que nuestro valor depende de la aprobación externa.

De adultos, esta necesidad de validación se traslada a las relaciones amorosas, donde el “Carlos Alberto” de turno se convierte en el centro de nuestra autoestima.

Romper con la dependencia

El primer paso para salir de estas dinámicas es reconocerlas. Preguntarnos: “¿Estoy buscando amor o estoy buscando seguridad emocional?”, puede ser revelador. A partir de ahí, trabajar en nuestra independencia emocional y fortalecer la autoestima se vuelve clave.

Es importante también aprender a soltar. Entender que el amor no es retención, sino elección libre. Como adultos, tenemos la capacidad de reeducarnos emocionalmente, sanar las heridas de la infancia y construir relaciones donde el amor no sea una lucha por la permanencia, sino un espacio de crecimiento mutuo.

El amor como elección, no como dependencia

Para conocernos un poco más y saber si estamos viviendo un amor tóxico, vale hacerse estas preguntas: ¿Qué tipo de relaciones estamos construyendo? ¿Estás amando desde la libertad o desde el miedo? ¿Desde la elección o desde la necesidad?

Dejar de ser “mendigos de amor” no significa renunciar al amor, sino darle su verdadero valor. Amar es un acto que empieza por uno mismo, por reconocer que somos valiosos más allá de la mirada del otro. Solo así podremos construir relaciones sanas, donde no necesitemos implorar ni rogar, sino simplemente elegir y ser elegidos.

Por el Dr. Flavio Calvo (MN: 66869, Dr. en psicología, docente, tallerista y autor, @calvoflavio  

Suscribite al newsletter de Para Ti

Si te interesa recibir el newsletter de Para Ti cada semana en tu mail con las últimas tendencias y todo lo que te interesa, completá los siguientes datos:

 
 

Más Para Ti

 

Vínculo copiado al portapapeles.

3/9

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

Ant Sig