Graciela Borges anunció su retiro del cine a fines de enero, durante el discurso que dio en agradecimiento por haber sido distinguida por su trayectoria. La diva del cine subió al escenario en la edición de los Martín Fierro a la Comunicación Digital nativa y, entre otras cosas, dijo: "A los actores nos cuesta mucho la repetición. Y eso tiene que ver con lo digital. Me enojé. Pero después me amigué: no voy a hacer más cine”.
En charla con el periodista Federico Bruno para la agencia Télam, aseguró que “las películas ya las dejé”. debido a que “me cansé mucho las últimas dos películas que hice. Las amé, pero fueron muy difíciles. Filmé con Campanella y Trapero, justo antes de este bicho que nos humilló tanto”. Con esas palabras recordó la realización de los filmes El cuento de las comadrejas’, en 2019, y La quietud, en 2018.
Respecto del cansancio en los rodajes, aclaró que “sufro de burnout, como Sandra Bullock y Brad Pitt. Que significa algo así como ‘estar quemado’, a muchos nos pasa esto. Tener que filmar y pensar ‘otra vez de noche’, ‘otra vez 17 horas de filmación’, ‘otra vez repetir letra’. Los directores no usan el viejo y querido fílmico; con todo esto de ahora, pueden innovar y hacer lo que les da la gana simplemente porque no les cuesta”, detalló la actriz.
Qué es el síndrome de burnout
Esta condición tiene mucho que ver con esta época: vivimos en la sociedad de la inmediatez. Si tenemos dudas, Google nos responde; si queremos aprender algo, YouTube nos enseña; y si necesitamos alguna cosa, Amazon nos la envía en horas. Todo esto provoca que tanto el nivel de exigencia como las capacidades personales hayan tenido que adaptarse a tiempos muy cortos, aumentando nuestro nivel de estrés y carga mental.
Si bien las innovaciones tecnológicas nos han facilitado la vida diaria, también tienen efectos perniciosos. En este sentido, el síndrome de estar quemado (también conocido con el anglicismo burnout) se está convirtiendo en una de las principales causas de pérdida de salud. Las tasas de prevalencia superan el 10 % en Europa, llegando al 17 % en otros continentes.
Trabajos que queman
Para comprender bien cómo se produce, antes hay que acotar de qué estamos hablando exactamente: el síndrome de estar quemado está clasificado como síndrome de desgaste profesional por la CIE-11 (Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud). En esta guía se identifica como un problema psicológico asociado al empleo.
Se entiende como un proceso duradero en el que se produce un desequilibro entre las exigencias de la tarea y las capacidades de la persona. El daño emocional que inflige acarrea una serie de consecuencias físicas y psicológicas siempre negativas.
Aunque se asocia al ámbito laboral, existen fenómenos similares en procesos ocurridos fuera del trabajo. Es el caso del acoso escolar (bullying en inglés), con consecuencias parecidas en los niños y adolescentes que lo padecen.
Tanto el individuo como la organización pueden sufrir las consecuencias de estar quemados. Las secuelas personales pueden ser psicosomáticas (cansancio, malestar, problemas digestivos, cardiacos, respiratorios, etc.), de conducta (cambios de humor, despersonalización, abuso de sustancias), emocionales (agotamiento emocional, ansiedad, culpabilidad, irritabilidad), de actitud (apatía, cinismo, ironía) y sociales (conflictos familiares, aislamiento, falta de comunicación).
En el aspecto organizativo, el síndrome de estar quemado puede deteriorar la comunicación y las relaciones entre los trabajadores. También se incrementan los errores, las quejas, los accidentes o el ausentismo laboral.
Cómo resetear el estrés
En nuestra mano está gestionar las exigencias. En primer lugar, debemos ser conscientes de hasta dónde podemos llegar, igual que el deportista conoce sus límites. Y una vez que somos conscientes de ello, exigirnos en relación a nuestra capacidad real. Si somos capaces de adecuar demandas y capacidades lograremos más productividad y satisfacción. Y, por consiguiente, salud.
Mi consejo es identificar qué situaciones de nuestra vida nos generan estrés (amenazas) y saber cuáles son las actividades que logran resetear ese estrés. La gacela tiene que reconocer al león (amenaza).
Encontrar una actividad que nos permita disfrutar, evadirnos de nuestros problemas y, en definitiva, permitir a nuestra mente descansar aumentará nuestra resiliencia. Debemos buscar algo que permita que el tiempo pase rápido y que nos evite pensar en nada más. Cada uno tendrá que buscar en su interior.
En este sentido, existen varias estrategias para enfrentarse al síndrome de estar quemado. Entre ellas cabe citar la reestructuración cognitiva (modificar la forma en la que enfrentamos los problemas), la gestión efectiva de la ansiedad, el establecimiento de rutinas saludables, la potenciación del autoconocimiento (reconocer nuestros límites), técnicas de relajación o gestión del tiempo libre.
Al final, el cuerpo no es tan diferente de la mente. Si los forzamos, nos avisan, pero si los sobreexplotamos, acaban por lesionarse. Conocer nuestros límites y reconocer qué efectos tienen las exigencias diarias sobre nuestras capacidades resulta relevante para mantener nuestra salud.
Recordemos que todas las lesiones dejan secuelas (de mayor o menor gravedad) y que nuestra mente siempre es más importante que nuestros músculos.
*Agradecemos el asesoramiento de Iván Fernández Suárez, profesor en el máster en Prevención de Riesgos Laborales, UNIR (Universidad Internacional de La Rioja).