Bajo los cielos del mundo: La Habana, Cuba - Revista Para Ti
 

Bajo los cielos del mundo: La Habana, Cuba

Cada vez que planifico un viaje estoy llena de ilusiones y expectativas sobre lo que voy a encontrar en ese nuevo sendero elegido. No soy viajera de shopping y si hay algo que disfruto de los caminos, es interactuar y dejarme sorprender por la gente del lugar, conocer su idiosincrasia, sus costumbres, leyendas, todos esos pequeños detalles que enriquecen y siempre encuentro fuera de lo planificado. Y como las emociones son las que quedan grabadas en nuestra mente, concluyo cada uno de mis viajes mirando al cielo y agradeciendo la oportunidad de haber conocido otro destino que formará parte de una nueva historia Bajo los Cielos del Mundo.
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Llegamos a la ciudad de La Habana en momentos de un recambio generacional y nuevo presidente. En las calles se notaba poco entusiasmo de la gente y cierta frialdad frente al periodo recién inaugurado. En una esquina, un cartel sonaba a advertencia y declaraba: "No renunciaremos a uno solo de nuestros principios".

Esta isla del Caribe fue elegida como segundo hogar por personalidades como Ernest HemingwayGabriel García Márquez, en parte por su afinidad política y en parte por su geografía. Al igual que le sucedió a los escritores, Cuba ha despertado desde siempre el interés por conocerla, al margen de cualquier tendencia o doctrina.

Fortaleza.

Para los buques que navegaban las aguas del Atlántico, la ciudad de La Habana se transformó en lugar estratégico, sufriendo constantes ataques piratas; esta pesadilla terminó cuando la corona española levantó allí la Fortaleza conocida como el Castillo de la Real Fuerza.

La Habana Vieja

De los quince municipios que tiene la ciudad, el más característico y conocido es La Habana Vieja. Allí se encuentra la mayoría de las construcciones históricas, iglesias, fuertes, mansiones, el Capitolio Nacional, el Gran Teatro de La Habana, la Feria de San José -donde se vende todo tipo de artesanías- y el Museo del Ron. A lo largo de la Avenida Reina se despliegan los diferentes edificios gubernamentales junto a la Central Telegráfica. 

Museo del ron.

La Habana posee cuatro plazas que siempre están animadas y rodeadas de bares: Plaza de la Catedral, Plaza San Francisco de Asís, Plaza de Armas y Plaza Vieja. Durante nuestra estadía hubo dos días de duelo decretados por el gobierno y, en consecuencia, las plazas no tuvieron fiesta en esas jornadas. Los cubanos no pudieron reunirse para bailar y tomar el ron al que ellos llaman chipetré, una mezcla de diversos rones de baja calidad que se consiguen en el mercado negro. Es sabido que el ron de marca es muy costoso para los cubanos.

Plazas de La Habana Vieja.

A solo media calle de la Catedral, siguiendo un camino de adoquines, nos encontramos con la famosa Bodeguita del Medio, conocida por haber sido frecuentada por Hemingway. El apelativo del lugar se debe a que las bodegas y los cafés de la isla han estado ubicados en las esquinas. La Bodeguita fue construída a mitad de calle. Sus paredes están llenas de leyendas, autógrafos y mensajes.

El guía nos proveyó de carbonillas para apuntar nuestros nombres en las paredes del salón donde se fuman habanos. En el mediodía que estuvimos, el recinto había sido dispuesto para nuestro almuerzo. En el establecimiento se sirven tragos representativos de la isla caribeña como el mojito cubano hecho de hierba buena, azúcar, limón y soda; también se ofrecen platos de arroz blanco, negro, frijoles y ropa vieja -carne que se desmenuza sola luego de determinadas horas de cocción-.

La Bodeguita del Medio.

Paseando por las calles principales, Mercaderes y Oficios, llegamos a la esquina de la calle Obispo para conocer el bar que es la cuna del daiquiri: El Floridita. Con más de 150 años de existencia, El Floridita sigue siendo absolutamente tradicional; no han cambiado ni las mesas ni la barra donde iba a escribir Hemingway. Se ha colocado una escultura de hierro del escritor norteamericano en el mismo rincón donde se sentaba con sus amigos. Allí hay una foto del autor de "El viejo y el mar" junto a Fidel Castro.

La Floridita.

Más tarde hicimos un alto en el Palacio Aldama,  antigua sede de actividades sociales de la aristocracia habanera donde se realizaban encuentros literarios. Hoy alberga el Instituto de Historia de Cuba.

Pasamos frente al Hotel Ambos Mundos, también conocido por ser otra de las residencias donde se hospedaba Hemingway para escribir. Luego nos apartamos del grupo y regresamos caminando hasta el hotel por el Malecón para vivenciar esa parte significativa de la vida de los cubanos fuera de los senderos marcados para el  turismo. 

Palacio Aldama y Hotel Ambos Mundos. 

Muchos de sus edificios están a punto de derrumbarse y bastaría un viento fuerte o una lluvia persistente para que ello ocurriera.

Viviendas deterioradas  en el Malecón.

El Malecón es un paseo que se extiende unos 8 km a lo largo de la costa de la ciudad y es un lugar habitual para los habaneros, principalmente al atardecer cuando se reúnen para caminar, charlar y bailar. Por las noches, los más jóvenes se concentran en la rampa: dos cuadras de una calle que baja al mar desde el Hotel Habana hasta el Malecón. Lamentablemente tuvimos que interrumpir el paseo debido al desarrollo de una gran tormenta que ya estaba sobre nuestras cabezas; tomamos un Coco-Taxi para llegar pronto al hotel.

El Malecón.
El Malecón y sus 8 km de costa.

Conocimos el Municipio de Morón, zona de caña de azúcar y mango, de donde es oriundo Ramón, nuestro chofer, quien se siente orgulloso de conducir un antiguo coche norteamericano el único fin de semana al mes que puede regresar a su hogar. También el centro de La Habana se llena de automóviles estadounidenses de los años cincuenta y de los Lada del bloque soviético, que alegran el paseo con sus colores vistosos

Como muchos cubanos, Ramón fue ingenioso al momento de simpatizar con turistas argentinos. Él utiliza el billete de $3 con la cara del Che Guevara y lo regala como algo valioso. En el reverso del billete, donde está la imagen del Che guerrillero como voluntario agrícola, Ramón escribió su número de teléfono celular para que lo llamemos.

Carreteras deterioradas.

Seguimos por carretera rumbo a La Habana. Debimos recorrer una distancia de unos 400 km con algunos inconvenientes. Por caso, tardamos casi 8 horas en llegar. La ruta denunciaba una falta de mantenimiento del asfalto bastante importante; el límite de velocidad para evitar accidentes, la estrechez de la calzada y, para completar la demora, la cantidad de coches tirados por caballos, el medio de transporte más común en Ciego de Ávila. Supimos que el transporte colapsó en los años 90, por eso es frecuente ver por ciudades y pueblos de Cuba carruajes tirados por caballos.

Coches tirados por caballos.

Lo mismo ocurre con otros vehículos más rústicos que funcionan como transporte público, tal el caso de camiones a los cuales les han techado la parte trasera para transportar pasajeros. Antes se utilizaban las guaguas -buses de transporte público-, que en la actualidad ya no circulan por falta de repuestos. Ante la carencia de vehículos, los cubanos recurrieron a medios que no dependieran de los hidrocarburos, entonces aparecieron caballos, bicicletas y triciclos. 

Alternativas de transporte en Cuba.

En nuestra última noche en la Habana, cenamos en El Ranchón del Hotel Nacional para luego ir al Cabaret Parisiene, dentro del mismo hotel, que presentó su revista musical “Cubano, cubano”, recreando la fusión de las culturas indoamericanas, hispanas y africanas que dieron origen a la cultura cubana.

Hotel Nacional.

A medida que nos alejábamos de La Habana miré hacia atrás y pensé si bajo esos cielos del mundo, algún día, las circunstancias harán que la libertad deje de ser atributo de pocos para transformarse en derecho de todos.

Calle de La Habana Vieja.

Más información en parati.com.ar

 

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