"Y eso de andar, Almagro, cobijándome, es gaje de tu oficio centinela. Para poder decirte enteramente habría que beber, por ti, jugo de estrellas. Habría que charlar de cosas inocentes como hacen tus niños al borde de la siesta."
Omar Pedro Granelli, poeta.
Armando borrosos recuerdos de Almagro, uno de los 48 barrios de la Ciudad de Buenos Aires, fue dotado de genuina identidad, un terreno fértil que supo ser punteado para quintas y por donde se trazó uno de los primeros caminos de Buenos Aires, el famoso camino de los huesos. Los arreos frecuentes rumbo a los mataderos dejaban un tendal de osamentas de animales. Camino conocido por la tropilla, camino de hondas huellas por preservar.
Años pasaron para que después de 1840, Julián Almagro donara los terrenos para que se construyera la estación del primer tren que circuló en el país, estación que se ubicó en la esquina de Lezica y Ángel Peluffo. Llevaba el nombre del dueño de esas tierras por entonces, Almagro. No fue sino hasta el paso del tranvía que la zona expandiría su urbanización sin medida, sumado a la fiebre amarilla que alojó en las casas quintas a muchas familias de clase alta porteñas. Dicen que Gardel entonó aquí sus primeros cantos, barrio de cafés y tango.
La planta de cuadrícula forjó el barrio de arrabal, sobresaliendo edificios y no fue casualidad, sino cercanía porteña. Complejas fachadas y hacia arriba, se alza al cielo de la esquina de Hipólito Yrigoyen y Rivadavia un señorial edificio palaciego, el famoso "Palacio Raggio".
#DatoCementero
Aloisi proyectó y dirigió obras de gran valor arquitectónico. Entre ellos el edificio de la morgue, la Escuela Normal de Profesores N°1, el Palacio del Círculo Italiano y el edificio de La Inmobiliaria en la calle San Martín. Este notable arquitecto intervino, además, en ocho concursos públicos obteniendo cinco premios y tuvo a su cargo 21 edificios del Estado y más de 70 particulares.
Palacio Raggio, el emblemático edificio del barrio de Almagro. Foto: @largo.metraje.
Para principio de 1920 ya se había instalado la idea de rentar casas de departamentos como un bien de inversión de las altas clases de Buenos Aires.
El edificio fue construido por el arquitecto italiano Gino Aloisi (1864-1924) quien había estudiado en el Instituto industriale di Fermo. Su trabajo en nuestro país sumó su estilo renovado, aportando al proceso de modernización arquitectónica que vivía Argentina de principio de siglo XX.
Desde sus inicios, el edificio fue pensado como propiedad de renta. Se trataba del proyecto de un comerciante, José Raggio, quien pensaba sumar una obra de inversión que le asegurara el pago fijo de alquiler, como casa de renta.
Palacio Raggio, el emblemático edificio del barrio de Almagro. Foto: @pablofe70.
La construcción de edificios de renta en los años treinta y cuarenta consolidó un sector de la ciudad y le otorgó una imagen distintiva. Esta condición se vio potenciada por la crisis bancaria de 1930, ya que los sectores pudientes preferían la inversión inmobiliaria a confiar el dinero a un banco. Pues este fue uno de esos bienes a sobreguarda “para invertir, edifique” solía escucharse por entonces.
En ese sentido, la construcción de edificios de apartamentos se afianzó como una de las formas más representantes de la especulación inmobiliaria, apoyada en la modernización de las ciudades.
Palacio Raggio, el emblemático edificio del barrio de Almagro. Foto: @pablofe70.
El edificio se plantaba sobre una esquina de excepcional ubicación y sobre un irregular terreno triangular, de reducidas proporciones en la unión de dos avenidas de mucho tránsito y actividad comercial y social. Raggio deseaba levantar una vivienda de rentas aprovechando el máximo de pisos permitido por las ordenanzas municipales, utilizando cada uno de ellos como vivienda de categoría alta. Es por lo que las tendencias hacia la racionalización de costos y la maximización de la renta fueron acompañadas de la construcción de mecanismos de distinción social, que permitieron hacer de esta faena, un departamento moderno ubicado en los barrios caros de la ciudad, un refugio citadino apto para denotar el posicionamiento de sus habitantes en la estructura social, acorde a los nuevos modos de vida, en el ejercicio del ritmo moderno.
Palacio Raggio, el emblemático edificio del barrio de Almagro. Foto: @travelfotografia.
Así es como el arquitecto Aloisi, seducido por la problemática impuesta por el irregular terreno, decide aprovechar la esquina cerrada sumando una torre que alcanzara los 70 metros de altura. Sin embargo, la Municipalidad de Buenos Aires se lo impidió por no ajustarse a las normativas de altura del barrio, y el arquitecto debió quitar dos pisos al proyecto inicial.
De esta manera Gino Aloisi decidió aprovechar todo lo que fuera permitido por las ordenanzas, como el agregado de bow windows que sumaran espacio a los departamentos que contaban con calefacción e instalaciones sanitarias de última generación para entonces.
Palacio Raggio, el emblemático edificio del barrio de Almagro. Foto: @largo.metraje.
El edificio, sumaba un total de 260 metros cuadrados, de estilo academicista y levantado sobre un esqueleto de cemento armado, buscando darle el aspecto de mayor grandiosidad como contracara a las reducidas dimensiones mencionadas.
Rematando la esquina y aprovechando al máximo la línea municipal, una puerta de rejas y vidrio custodiada por dos columnas circulares sostienen el balcón en ochava.
Palacio Raggio, el emblemático edificio del barrio de Almagro. Foto: Pinterest.
Adentro, un hall central de planta circular oficia de recepción. Cuenta con dos ascensores, uno principal y otro ascensor de servicio que llevan a los siete pisos superiores. Se suman a estos las escaleras que se despliegan hasta cada uno de los pisos. Pensado y planteado como edificio de renta, dispone de un solo departamento por planta y originalmente cada uno poseía un hall particular, sala, fumoir, comedor, escritorio, toilet, 4 dormitorios, 2 baños, 2 cuartos de servicio con water closet y lavabo de servicio, cocina, despensa y office.
José Raggio contrató a la empresa E.D. Trotti y Cía. quien culminó su construcción en 1924.
Palacio Raggio, el emblemático edificio del barrio de Almagro. Foto: Archivo.
Algunos propietarios cuentan una curiosa anécdota de los años 80. Dicen que ciertos dueños o inquilinos utilizaban el sótano para realizar fiestas y reuniones, a modo de, en lo que en edificios modernos se conoce como SUM (salón de usos múltiples). Estas reuniones se conocieron como Fiestas del Sótano o de las Catacumbas. Algunas ocasiones los vecinos se vieron obligados a llamar a la policía por los ruidos que se escucharían en ocasión de disturbios en el inmueble.
El séptimo piso posee el uso exclusivo de la terraza y de la torre que corona el frente de esta. Allí, por una escalera metálica en caracol, se accede a la cúpula que con sus cuatro ventanas ovales ofrece una vista privilegiada hacia los cuatro puntos cardinales. Sus fachadas fueron revestidas en símil piedra París (actualmente oculto bajo capas de pintura).
Palacio Raggio, el emblemático edificio del barrio de Almagro. Foto: Archivo.
Los años pasaron y el edificio “flat” de Almagro se pierde entre la neblina de las nuevas construcciones. Las fiestas quedarán como una anécdota inocente frente a los ruidos modernos. Allí queda, edificio centinela, más aún sin niños que duerman siesta.
