Alejandro Sanz causó alarma entre sus seguidores este fin de semana cuando a través de un tuit comunicó que no está atravesando un buen momento, sino todo lo contrario. “No estoy bien. No sé si esto sirve de algo, pero quiero decirlo. Estoy triste y cansado”, comenzó diciendo el cantante español.
"Por si alguien más cree que hay que ser siempre una brisa de mar o un fuego artificial en una noche de verano. Estoy trabajando para que se me pase… llegaré a los escenarios y algo dentro me dirá que hacer. Pero a veces no quiero ni estar. Literalmente. Sólo por ser sincero. Por no entrar al ruido inútil. Sé que hay gente que se siente así. Si te sirve, yo me siento igual", completó Sanz.
Unos días después, el español comunicó haber recibido una "oleada de mensajes de apoyo", lo que agradeció. “Estos días he recibido mucho cariño por diferentes vías y las agradezco muchísimo todas”.
Y finalmente, admitió haber tenido "un brote", aunque sin ahondar en el tema de su salud mental. “He tenido un brote fuerte este fin de semana y aunque aun no termina de llegar la luz, parece que se ha despertado una luciérnaga en mi pecho. No quiero suspender la gira porque creo que con la ayuda correcta y un poco de comprensión y apoyo en los shows, lo vamos a sacar adelante. Además, creo que encerrarme no es buena idea”.
Y finalizó diciendo: “Gracias por el calorcito. Vamos a por el día de mañana. El sol está de camino”.
Todo lo que debemos saber sobre el estado de ánimo depresivo
Ante este panorama, consultamos al Dr. Walter Ghedín, psiquiatra y sexólogo, quien dio su opinión acerca de la depresión que parece estar atravesando el cantante.
"Los síntomas cardinales del estado de ánimo depresivo son la tristeza patológica y la incapacidad para sentir placer (anhedonia). Y en este punto valga la aclaración de que el estado depresivo no significa disminución del estado del ánimo, sino un aumento del mismo, una afectividad desmedida, orientada al displacer", comenzó explicando Ghedin.
"El sujeto depresivo hace sentir su tristeza, tiñe la entrevista de su humor triste. La apariencia, su forma de presentación orienta al diagnóstico: el cuerpo encogido o encorvado, la cabeza gacha, los ojos huidizos, el omega melancólico (disposición en forma de letra omega de las líneas de expresión de la frente), cierto desaliño en el vestir, falta de aseo personal, disminución de peso, etc", agrega.
La pérdida de interés por aquellas cosas que antes entusiasmaban, es el síntoma determinante
"Esta descripción es válida para los cuadros depresivos endógenos o melancólicos; no es tan así para aquellos que son de origen psicógeno (personalidades neuróticas) y es frecuente que no tengan tal grado de abandono o incapacidad. Presentan más cuidado personal; la expresión cambia de triste a ansiosa; se muestran más temerosos, faltos de control, de atención, insomnes, etc. Sin embargo en estas depresiones psicógenas las personas afectadas siente que no tienen voluntad y es un esfuerzo hacer las actividades cotidianas. La pérdida de interés por aquellas cosas que antes lo entusiasmaban, es el síntoma determinante", continúa el especialista.
"No hay discurso depresivo que no aluda a la terrible experiencia de perder el sentido de las cosas, la esencia misma de la existencia. El dolor más grande, que cala hondo en el Yo es sentir el oscuro manto que lo cubre, un velo impiadoso que impide todo sentir grato o benevolente con el mundo propio. Para el psicoanálisis la hostilidad al no poder sublimarse se vuelca hacia el Yo. Aparecen sentimientos de culpa y remordimiento, cambios en el apetito y en el peso corporal, ideas depresivas de ruina, de muerte, de perjuicio, de suicidio, etc", añade.
La importancia del abordaje familiar
"La anhedonia o falta se interés irrita al entorno. Al no poder entender qué le sucede al depresivo lo inducen a que 'tenga voluntad', que se levante, que trabaje, que juegue con sus hijos, que siga siendo como era antes de enfermar. La insistencia de los demás genera en el depresivo más culpa e ideas de perjuicio, se siente 'una carga para todos'. El depresivo siente que perdió la consideración social, que es un inútil, que su vida es una ruina".
El abordaje de la familia o de los acompañantes se hace entonces imprescindible: informar sobre las características de la enfermedad, armar una red social de contención, trabajar los temores familiares, solicitar las licencias laborales correspondientes, etc. En muchos casos se requiere la internación, no sólo por los riesgos de suicidio, sino también por la imposibilidad del entorno para afrontar la depresión del familiar enfermo. En caso de tratamiento ambulatorio se combina psicoterapia y tratamiento psicofarmacológico", completa Ghedín.